Entradas populares

sábado, 29 de junio de 2013

RENOVAR LA VIDA DE FE O ADMINISTRAR TEMORES Y SUPERSTICIONES.

RENOVAR LA VIDA DE FE O ADMINISTRAR TEMORES Y SUPERSTICIONES. 1.- Elías es el profeta por excelencia. Prototipo del profetismo de todos los tiempos. Fue llamado por Dios. Su autenticidad se refiere a la fidelidad que asumió para anunciar y denunciar según el Plan de Dios. Sufrió persecuciones y momentos de peligro para su vida. Pero, vivió y murió en comunión con Dios. En 1Re 19, 16.19-21 se describe la elección de Eliseo como sucesor de Elías. Dios lo llama a través de Elías. 1Re 19, 16 "Unge a Eliseo, el hijo de Safat, originario de Abel-Mejolá para que sea profeta en lugar tuyo". Eliseo fue ungido en medio de su trabajo de agricultor. 1Re 19, 19 “Elías partió luego y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Delante de é1 trabajaban doce yuntas de bueyes y é1 trabajaba con la última. Elías pasó junto a él y le echó encima su manto”. Eliseo vive en familia, amando y creciendo en fidelidad a Dios en medio de los suyos y este amor fiel que también tiene como fuente el mismo amor de Dios, lo “hizo capaz de reconocer el llamado a ser profeta” 1Re 19, 20 “Entonces Eliseo abandonó sus bueyes, corrió detrás de E1ías y le dijo: “Déjame dar a mis padres el beso de despedida y te seguiré". E1ías le contestó: "Ve y vuelve, porque bien sabes lo que ha hecho el Señor contigo''. Eliseo sacrificó sus dos bueyes, asó la carne con la madera de su herramienta de trabajo: su arado y comió con su gente. Estamos en una cultura religiosa, que cree en un Dios creador del mundo y sostenedor de este mundo creado. Este sacrificio tuvo un sentido de adoración a Dios. No fue un simple matar para hacer un asado como se usa hoy en nuestra cultura secularizada. Celebró con sus cercanos la fidelidad a Dios y se fue a vivir esta fidelidad, lo que había celebrado con los suyos en medio de la realidad donde ha vivido desde su infancia. Era un israelita fiel a la Alianza. Por lo mismo después predicaría a los israelitas la necesidad de ser fieles a este Pacto y anunciaría la justicia de Dios. 1Re 19, 21 “Se fue Eliseo, se llevó los dos bueyes de la yunta, los sacrificó, asó la carne en la hoguera que hizo con la madera del arado y la repartió a su gente para que se la comieran. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio”. 2.- Los profetas de Israel denunciaron la infidelidad a la Alianza, pero también la misericordia de Dios. Fueron testigos heroicos y consecuentes. El pueblo y clase dirigente se apartó muchas veces del culto al Dios verdadero cayendo en la idolatría y creencias vanas o supersticiones de origen pagano. Muchos practicaban en apariencia los ritos de la ley de Moisés. Los profetas pedían una renovación de la fidelidad a la Alianza. Los falsos profetas se caracterizaron por desmentir o contradecir las denuncias de los Profetas de Dios. Estos falsos iluminados, “administraron” las vanas observancias de Reyes, sacerdotes y del pueblo. Se beneficiaron de este fraude seudo-profético. Hoy no es muy diferente. Hay buenos agentes pastorales y malos líderes espirituales que administran los temores y supersticiones que alienan moral y espiritualmente al hombre y mujer de nuestro tiempo. Esto se hace en nombre de una libertad que está cada vez más separada de la ley natural. La libertad también se deforma y termina alienando. 3.- El liberalismo actual no sabe ubicar el valor de la libertad en el contexto de la realidad humana siempre relacionada con una fuente divina de la verdad. Desde esta deformación de la libertad no se puede comprender la necesidad de la iniciativa salvadora de Dios. La libertad por sí misma no es suficiente para encontrar la plenitud o el sentido de la vida y no puede estar sobre o en contra de la verdad moral. No decide que es lo malo o que es lo bueno. El mal o el bien no se definen por votación popular. El ser humano es libre de hacer el bien o el mal, con sus inevitables consecuencias. Esto es siempre posible: promover la verdad y el error, pero nunca serán equivalentes. Los falsos profetas crecen como cizaña en el campo de la democracia y la misma democracia establece los procedimientos para evitar perder la humanización lograda, evitando la violencia fratricida y causar más males mayores y en el fondo, esta tolerancia, que tiene sus límites, está entre los valores del cristianismo. San Pablo, en Gál 5, 1. 13-18 define muy bien lo que es la libertad. Es preciso cuando dice: Gál 5, 13 “Su vocación hermanos, es la libertad. Pero cuiden de no tomarla como pretexto para satisfacer su egoísmo; antes bien, háganse servidores los unos de los otros por amor". Seremos fieles a nuestra fe cristiana, en la medida que nuestro testimonio de vida nos haga propagadores de semillas de renovación y purificación de lo que llamamos solidaridad, amor al prójimo, justicia, fraternidad, espíritu de pobreza, consagración a Dios, etc. esto es posible sí vivimos en comunión con Dios y su Iglesia, cuerpo místico de Cristo, que de alguna manera es también, toda la humanidad. 4.- Administrar los temores y supersticiones, es un auto-engaño que algunos agentes pastorales padecen de cara a la actual crisis religiosa que viven miles de creyentes, que se refugian en prácticas masivas de religiosidad popular. Miles asisten una vez al año a un santuario, pagan mandas, practican un ritual establecido, pero la vida moral, la imagen de Dios que mantienen en su interioridad no son fieles a la verdad cristiana. Pero, dejan mucho dinero, que se traduce en obras solidarias, según se dice y así será. Es más cómodo administrar no promover una renovación de esa religiosidad popular con la participación de los mismos fieles, sin imposiciones desde arriba. Reunir mucha gente en un santuario no es necesariamente un hecho que muestre una fe auténtica. Muchos van a estas celebraciones, pero “viven muertos entre los muertos”, es decir no son verdaderos cristianos, viven supersticiosamente, “superponen apariencias rituales” que no están vinculadas con una vida de fe, que realmente une a Dios. Viven con temores, culpas y no experimentan la libertad de los hijos de Dios. Pero, también hay que decir con claridad, que entre estos fieles hay valores espirituales y no son pocos los que viven una fe-esperanza-amor y animan una renovación entre sus hermanos y hermanas. 5.- Los verdaderos agentes pastorales se caracterizan por vivir realmente la centralidad de Dios en la vida. No usan maliciosamente el anuncio del castigo divino, porque ellos mismos viven la libertad cristiana que es una consecuencia del Reino que viene y que no se impone por el miedo o terror religioso. La verdad revelada es fruto del amor de Dios. Dios es padre, no un castigador y nos adopta como hijos en el Hijo. En Lc 9, 57-62 se dice que Cristo, lo pide todo para seguirlo. Solamente él lo puede pedir todo sin oprimir y al contrario nos hace libres y nos nutre con su verdad. Su verdad nos posee, nosotros no la poseemos. Sabemos que él es la verdad, pero también sabemos que no se impone a nadie, se acepta libremente con todo el ser. 6.- Cantemos con el salmo 15. Enséñanos, Señor, el camino de la vida. “Protégeme, Dios mío pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que Tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos. Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente; Tengo siempre presente al Señor y con El a mi lado, jamás tropezaré. Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti”. El temor no le canta alegremente a Dios. Solamente la alabanza verdadera tiene el signo del gozo del Espíritu que por sí mismo habla de la renovación de la vida de fe. La superstición de pagar con dinero o tormentos físicos la paz interior es un auto-engaño. Solo el seguimiento del único salvador del mundo nos hace libres y felices. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.

viernes, 21 de junio de 2013

CRISTO, NO ES UN HOMBRE QUE SE HIZO DIOS.

1.- Nuestra relación con Cristo, depende en alguna medida de la identidad que le atribuyamos. ¿Es un maestro ascendido, reencarnación de otros maestros del pasado? ¿Es otro Buda o equivalente? ¿Es un revolucionario preocupado de lo social con una mentalidad exclusivamente política que no se refleja en la biblia, porque esta estaría falsificada? Es impresionante la cantidad de lecturas ideológicas, esotéricas y seudocientíficas que hoy deforman la visión sobre Jesucristo y a veces con la complicidad de gente que se dice creyente. Pero, de estos intentos de utilización de la figura de Cristo queda muy poco o casi nada que nos acerque realmente a su presencia salvadora en el mundo de hoy. Cristo no es un hombre que se hizo Dios. Su salvación asume la integridad del drama humano y no es parcial como una ideología clasista o cerrada a la trascendencia. Cristo es Dios encarnado o humanado. Esto es lo que lo hace absolutamente diferente a Buda, Platón y a cualquier sabio de todos los tiempos. Los que “tutean” a Cristo como si fuera un simple profeta, maestro o iluminado, no lo conocen. Viven una alienación autocomplaciente. 2.- Jesucristo, no se reduce a un tema teológico o metafísico. La cristología más profunda, reconoce su limitación, cuando pide ser complementada o enriquecida con un conocimiento que supera la racionalidad y hace necesaria la oración contemplativa para seguir creciendo en la comunión con la divinidad trinitaria, que nos revela Cristo como el Verbo encarnado de Dios. Un creyente que no ora con amor a Cristo, simplemente no es cristiano. Un Cristo que es solamente hombre y no es Dios, no es Cristo. Es una caricatura usada para intentar validar un “nuevo arrianismo” con fines ideológico-políticos o seudo-religiosos. 3.- Cristo es el mesías, el Ungido de Dios, esperado por Israel y presentido, deseado o buscado por la humanidad de todos los tiempos. Hoy se le busca en medio de la crisis actual del mundo hedonista, secularizado y a la vez falsamente religioso. El mayor escándalo moral que está marcando radicalmente nuestro tiempo no es solamente el ateísmo o agnosticismo, es la mediocridad, de no pocos, que dicen creer en Dios, principalmente de miles de cristianos, que han hecho del cristianismo una superstición más, donde no se ama realmente al prójimo y que en su última versión deformante hace una dicotomía entre la fe y lo socio-económico-cultural, para terminar privatizando el evangelio y así confundir una recta tolerancia con una relativización de los valores cristianos y humanos. Así se apoya la legalización del aborto, la ideología de género, se entrega poder a líderes políticos que tienen como objetivo “descristianizar” el medio social y cultural, lo que más se pueda, etc. ¿Dónde se ubica a Cristo que pide una total aceptación de su verdad o cambio radical de vida? Potencias o países económicamente desarrollados, con una población que mayoritariamente se dice cristiana, por mantener su calidad de vida están sacrificando a miles de seres humanos que mueren de hambre; tienen toda la tecnología y recursos para hacer efectiva una solidaridad internacional y nada hacen realmente efectivo. 4.-En Lc 9, 18-24 está expuesto lo esencial de Jesucristo como salvador o mesías. Jesús, preguntó a sus discípulos: “¿quién dice la gente que soy yo?” (Lc 9, 18). Como hoy hay muchas respuestas sobre esta pregunta. Pero, la pregunta de fondo es la que Jesús hace a sus discípulos: “y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” (Lc 9, 20) Jesús hace hoy a cada cristiano esta pregunta: “tú, ¿quién dices que soy?”. Pedro, tiene la respuesta verdadera: “Tú eres el Mesías de Dios”. Jesús, conoce el mesianismo político y triunfalista que hay entre los judíos y con toda intención les habla de su pasión, muerte y resurrección y esto es duro de asimilar para sus discípulos. La idea de un Mesías sufriente que purificaría al Pueblo de Dios de sus pecados había sido anunciada por los Profetas. Eso lo vemos en Zc. 12, 10-11; 13, 1. El Profeta Isaías, (cf. Is. 53) es elocuente en su descripción de los sufrimientos del Mesías esperado. El sacrificio de Jesús, se realiza dentro de un contexto de opresión, aparentemente no busca cambiar esta situación de injusticia y al contrario parece que fue vencido por el mundo. Pero, no es así, en realidad la radicalidad del Sacrificio de Cristo hace posible la transformación del mundo. El cristiano cambia el mundo con el poder de este Cristo que sufrió, murió y resucitó. “el que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga” (Lc 9, 23), y “el que pierda su vida por mi causa, la salvará” (Lc 9, 24). El nuevo mundo solamente se construye después que se deja de odiar, de asesinar, de explotar, de mentir, de utilizar, etc. De las dictaduras de los ex-oprimidos que usan la fuerza, el odio y la opresión que los hace repetir las injusticias que cuestionaban, se sigue generando el mal que deshumaniza y destruye los valores del espíritu que enriquecen al hombre y mujer redimidos por Cristo. Anunciar y promover con hechos esta concepción de la liberación puede significar la muerte, pero la muerte fue vencida por Cristo y de la sangre de los mártires, siempre emergerá una sociedad más justa. Para una obra de esta naturaleza se necesita ser realmente cristiano y vivir bajo el Espíritu de Dios. 5.- En Gál 3, 26-29 San Pablo, nos dice que el bautismo “nos reviste de Cristo” y las diferencias raciales y sociales son superadas por Cristo. Este es un germen de una nueva fraternidad que desde la Iglesia de los bautizados se incorpora en el mundo. Sin tener como misión directa fomentar el bienestar temporal, la Iglesia es signo de purificación y transformación de las realidades temporales. Un cristiano no puede ser un rico explotador o un pobre egoísta que vive sin compartir sus bienes con los demás. 6.- Cantemos con el Salmo 62. Señor mi alma tiene sed de Ti. “Señor, Tú eres mi Dios, a ti te busco, de ti está sedienta mi alma. Señor, todo mi ser te añora como el suelo reseco añora el agua. Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor te alabarán mis labios. Podré así bendecirte mientras yo viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma. Te alabaré con jubilosos labios”. Sin orar, sin alabar al señor, no podemos nutrirnos de su fuerza liberadora que vence la radicalidad de la muerte y del mal. Al pie de la cruz de Cristo, se reúnen todos los sacrificios liberadores y hechos solidarios que los creyentes realizan para transformar al mundo y hacer cercano el Reino definitivo de Dios. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.

viernes, 14 de junio de 2013

ARREPENTIMIENTO, PERDÓN Y TRANSFORMACIÓN DEL MUNDO.

1.- Sin arrepentimiento no hay perdón de Dios y sin la luz de Dios no hay arrepentimiento. Arrepentirse es hacer un cambio respecto a formas de pensar y actuar previas que son consideradas ideologías erróneas o malas acciones o conductas indebidas. No es un simple remordimiento que no pide perdón ni hace un cambio de vida. En griego arrepentimiento significa “cambio de mente” (metanoeo) que lleva a un cambio radical de vida. El perdonar y el pedir perdón no están entre los objetivos fundamentales de algunas formas actuales de vida que pretenden entender la sociedad humana y la historia, como un campo de confrontación a veces muy violento, entre personas que oprimen a otras más frágiles o sin poder suficiente para oprimir a su vez, como respuesta o reacción fatal. En esta situación no hay perdón ni arrepentimiento. El amor sería ilusorio y el odio o la fuerza es lo que mueve o motiva la vida y los cambios sociales. Esta visión histórica es la negación más radical del cristianismo y pretender vincularla con la fe cristiana, es la falsificación más monstruosa de los valores cristianos. Al contrario, el arrepentimiento hace posible volver a retomar una vida de justicia y fraternidad. Aceptar que nos pidan perdón, perdonar y reconciliarnos con los demás, hace posible la continuidad de la historia humana en su sentido más profundo: construir el Reino de Dios, que es don y que se consumará más allá de la historia. 2.- El arrepentimiento no se queda oculto en la conciencia o en la intimidad más personal, se manifiesta en la vida social. De la misma manera como el mal cometido afecta directamente las relaciones humanas. David, Rey de Israel, abusó de su poder consumando un crimen. Se arrepintió sinceramente, pidió perdón a Dios y fue perdonado, quedaron consecuencias que no anularon este perdón: en su casa se hizo presente la violencia, como lo registra la Escritura. A pesar de esto, su arrepentimiento quedó como un prototipo para todos los tiempos, porque fue realmente perdonado por Dios y se cumplió el sentido mesiánico de su reinado, el plan de salvación se consumó en Jesús, el “hijo de David”, siglos después. 2ª Sam 12, 7-10 “dijo el Profeta Natán al Rey David: “Así dice el Dios de Israel: ´Yo te consagré rey de Israel y te libré de las manos de Saúl, te confié la casa de tu Señor y puse sus mujeres en tus brazos; te di poder sobre Judá e Israel, y si todo esto te parece poco, estoy dispuesto a darte todavía más. ¿Por qué, pues, has despreciado el mandato del Señor, haciendo lo que es malo a sus ojos? Mataste a Urías, el hitita, y tomaste a su esposa por mujer. A él lo hiciste morir por la espada de los amonitas. Pues bien, la muerte por espada no se apartará nunca de tu casa, pues me has despreciado, al apoderarte de la esposa de Urías, el hitita, y hacerla tu mujer´”. David, se arrepiente y Dios lo perdona. 2ª Sam 12, 13 “David le dijo a Natán: “¡He pecado contra el Señor!”. Natán le respondió: “El Señor te perdona tu pecado. No morirás”. El arrepentimiento y el perdón de Dios, ambos dones asumidos libremente por el creyente que pide ser perdonado, se hacen concretos en la realidad temporal donde vivimos todos los días. Son realidades históricas y trascendentes a la vez. 3.- El perdón de Dios, cambia la vida, transforma el diario vivir. Reconocer el mal que nos oprime y del cual somos responsables y creer en la salvación de Jesucristo, que nos purifica y transforma nuestro ser personal, no es un hecho intimista. Tampoco podría ser un cumplimiento de normas o rituales, que nos permitieran salvarnos por nosotros mismos. La ley de moisés o cualquier otra ley o técnica esotérica no salvan a nadie ni trasforman radicalmente a un hombre o mujer. Gál 2, 16. “Sabemos que el hombre no llega a ser justo por cumplir la ley, sino por creer en Jesucristo. Por eso también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por cumplir la ley. Porque nadie queda justificado por el cumplimiento de la ley”. Es Cristo, el único salvador del mundo. Salvador que no se impone a nadie, libremente se acepta y se ama y se tiene como centro transformador de la vida. Él vive en cada creyente, y hace posible la transformación del mundo. Esto no es alegórico, es real. Cristo, nos salva en medio del mundo y lo transforma. La forma de ser de un cristiano repercute en la sociedad civil, en el mundo, porque en su vida se manifiesta Cristo, salvador del mundo. Gál 2, 19-21 “Por la ley estoy muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo. Vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Pues mi vida en este mundo la vivo en la fe que tengo en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí. Así no vuelvo inútil la gracia de Dios, pues si uno pudiera ser justificado por cumplir la ley, Cristo habría muerto en vano”. 4.- Sin el arrepentimiento y el perdón salvador de Dios, nuestras vidas perderían el sentido cotidiano y final. La fe, esperanza, amor, bondad, gozo, etc. el mismo arrepentimiento y don de perdonar y ser perdonados, son más concretos de lo que cierto espiritualismo seudo-cristiano intenta hacer creer. Si resulta evidente que en el fondo de la visa social, política, económica, cultural, etc. se da un conflicto de intereses, egoísmo, falta de amor, etc. La reconciliación fruto del perdonar y ser perdonado, del arrepentimiento en definitiva, son siempre necesarios para hacer posible la solidaridad, los derechos humanos, el respeto en todas sus formas, la democracia, la justicia, la vida de Iglesia, de comunidad, etc. 5.- En Lc 7, 36 – 8, 3 una mujer que necesitaba ser perdonada, rompe las costumbres establecidas y Jesús que también las rompe o sobrepasa encontrando lo esencialmente humano, le dice que sus pecados fueron perdonados. Le explica al fariseo Simón, que había sido perdonada por lo mucho que había amado. Luego le dice a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”. Esta paz, fruto del perdón y el arrepentimiento es un germen de un nuevo mundo según la voluntad de Dios. Es la reconciliación el fundamento de una nueva convivencia fraternal, no cambiarse al lugar del opresor y no superar los mecanismos de dominación y explotación. La dominación de los ex-oprimidos es tan nefasta e inhumana como cualquier otra opresión, porque se nutre del odio, violencia y no del mutuo perdón y arrepentimiento que nos hace a todos responsables y necesitados del perdón salvador de Dios. 6.- Cantemos con el Salmo 31. Perdona, Señor, nuestros pecados. “Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado. Dichoso aquel en el que Dios no encuentra ni delito ni engaño. Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y tú me has perdonado. Por eso, en el momento de la angustia, que todo fiel te invoque, y no lo alcanzarán las grandes aguas, aunque éstas se desborden. Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos, y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo”. Para transformar al mundo, necesitamos perdonarnos mutuamente y ser perdonados por Dios. De la violencia, odio, falta de perdón y venganza, nacen nuevas opresiones, que no son frutos de un cristianismo auténtico. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.

viernes, 7 de junio de 2013

LA SANACIÓN DE JESUCRISTO.

LA SANACIÓN DE JESUCRISTO. 1.- Lo que la cultura judía, donde Jesucristo nació, vivió y anunció el Reino de Dios, entendía por enfermedad, curación o sanación, no es equivalente a lo que hoy la ciencia médica moderna define como enfermedad o curación o salud. Se pensaba que la enfermedad era consecuencia del pecado o de la acción del demonio o espíritus del mal. Esto tenía consecuencias sociales y religiosas, de hecho hacía de un enfermo una persona marginada de la sociedad civil-religiosa de la época. La misma persona enferma se sentía maldita o castigada por Dios. En este contexto hay que entender el ministerio de sanación de Jesucristo. En Mt 11,2-6 y Lc 7,18-23 se presentan las curaciones de Jesús como signos de su mesianidad. El mismo Jesús se refirió a sí mismo dos veces utilizando la imagen del médico (Mc 2,17; Lc 4,23). Se puede afirmar que la salvación de Cristo asume todo lo que oprime al ser humano. De lo contrario no sería el verdadero y único salvador del mundo. 2.- La antropología bíblica no es dualista como la griega y no se reduce a un espiritualismo que desprecia lo material. Esto hay que tenerlo asumido para no leer algunos textos bíblicos con un filtro dualista que está en el fondo de ciertas lecturas erróneas de la biblia que hablan de lo espiritual como una negación de lo terrenal o sensible o estructurado culturalmente. Esto significa que Dios tiene que ver con la realidad corporal y no solo espiritual del ser humano. Esta concepción de un Dios sanador y restaurador del hombre total está en la biblia. En el nuevo mundo de Dios, toda la creación será perfeccionada, no solo el alma humana. La resurrección es del cuerpo humano para unirse a un alma vivificada por la vida divina. Inmortalidad y resurrección terminan fusionándose en el nuevo testamento. La sanación de Jesucristo es del cuerpo y del alma y sobre todo es una reincorporación a la sociedad fraternal de los “sanados integralmente”: la Iglesia. 3.- Jesús fue un sanador popular al estilo de Elías, y se entendió a sí mismo como mediador de la sanación que viene de Dios. En 1ª Re 17, 17-24 se describe con mucho detalle el ministerio de sanación divina de Elías. La muerte, resultado final de una enfermedad grave, es superada por el poder misericordioso de Dios. Solamente Dios resucita a un muerto. Hemos puesto en la penumbra este aspecto salvífico-sanador de Dios. Cristo aparece en algunas visiones deformadas de su persona, como un maestro parecido a Buda o un sabio cualquiera. O un revolucionario atrapado en una ideología de emancipación socio-política. Cristo asume todo esto, pero es mucho más, porque tiene que salvar a todo el hombre, no solo su periferia. La muerte no está sobre el poder de Cristo. La muerte es el límite de toda liberación temporal. Solamente el Resucitado puede incorporar las legítimas liberaciones realizadas en la historia, en la salvación eterna y final, de la nueva humanidad restaurada en Cristo, superando el límite de la muerte 4.- En Lc 7, 11-17, Jesús, resucita al hijo de una viuda. Desde nuestra mentalidad podemos hacernos estas preguntas ¿por qué no la consoló recordándole las palabras de los Profetas y así dejarla tranquila y resignada? La muerte es natural y hay que aceptar esta realidad dramática e inevitable. ¿Por qué no le dijo que se resignara y esperara el día de la resurrección, según la creencia judía? Cristo, es el salvador. El es la vida eterna en ese mismo momento. Sana y libera de la muerte. El joven resucitado volverá a morir, pero la muerte fue vencida y la resurrección está vinculada a la inmortalidad vivificada por Cristo, único salvador. Cristo supera una muerte alejada de Dios, en espera del salvador prometido. En este sentido podemos entender, la purificación o sanación más allá de la muerte, como un fruto de la acción redentora de Cristo. No es un lugar de purificación, es el mismo amor de Dios el que sana las heridas que quedan del pecado, después de la conversión y cambio de vida. En este mismo sentido la santificación de la gracia, es una sanación definitiva. 5.- “Las sanaciones de Jesús muestran su cercanía a los marginados. Los enfermos, y por causa de ellos sus familias, tenían que soportar una situación de sospecha y marginación. La idea que entonces se tenía de la enfermedad acentuaba esta condición social de marginación (recordemos p.e. la situación de los padres en el relato de la curación del ciego de nacimiento de Jn 9). El hecho de que Jesús se acerque a ellos y se deje tocar por ellos, o de que los cure de formas poco ortodoxas, era un atentado contra las normas de pureza que gobernaban la sociedad palestina del siglo primero. Jesús no tuvo inconveniente en transgredir estas normas, pues sólo así podía acercarse a los que estaban en situaciones más marginales. Finalmente, sus curaciones son un signo de que el Reinado de Dios está empezando a llegar. Los profetas habían anunciado que la curación de los cojos, ciegos, sordos, etc. sería el signo de que se cumplían las promesas de Dios. Jesús se refiere a esta profecía para explicar sus curaciones (Mt 11,2-5 = Is 35,5-6)”. 6.- En Gal 1, 11-19 el apóstol Pablo insiste en el carácter divino de su conversión y apostolado. Llama la atención la relación que Pablo tiene con Pedro, estuvo 15 días con él. Lo carismático auténtico siempre se armoniza con lo jerárquico de la Iglesia. Lo jerárquico es una autoridad espiritual que no se fundamenta en la opresión. Sería contradictorio con la naturaleza fraternal de la Iglesia. No sería una Iglesia sanadora o liberadora, signo sacramental universal de salvación. Los signos de sanación están siempre presentes en la vida cristiana. Pedro, realizó sanaciones por el poder de Cristo. Lo mismo los demás apóstoles. Anunciar a Cristo está vinculado a los signos mesiánicos de sanación y liberación de malos espíritus. Esto es posible por estar unidos a Jesús resucitado. Lo que se dice del Evangelio, se dice de los signos que se manifiestan en su propagación. Es la Iglesia, magisterio y fieles, la que debe discernir la autenticidad de una sanación por el poder de Cristo. Es decir, en el orden espiritual o religioso hay “sanaciones y sanaciones” y es necesario saber discernirlas. 7.- Cantemos con el Salmo 29 la presencia salvadora, sanadora, de Dios. Te alabaré, Señor, eternamente. “Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte. Alaben al Señor los que lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y y su bondad dura toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; y en la mañana, el júbilo. Escúchame Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente”. Cristo sana hoy, lo más esencial de nuestro ser marcado por la muerte y nos incorpora a su Cuerpo místico y eterno. La sanación definitiva es la que nos da la vida eterna, por los méritos de Cristo. La Iglesia sanadora, asume el dolor y enfermedad, principalmente en el sacramento de la Unción de los Enfermos, los otros sacramentos y en las obras de solidaridad y servicio. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.

lunes, 3 de junio de 2013

LA VISIÓN CRÍTICA DEL PADRE FELIPE BERRÍOS SOBRE EL MOMENTO QUE VIVE LA IGLESIA CHILENA.

Se puede estar completamente o parcialmente de acuerdo o en total desacuerdo con Felipe Berrios, pero quedar indiferente frente a lo que dice este sacerdote jesuita, no parece ser posible a juzgar por las múltiples reacciones que han provocado sus palabras. Algunos usarán sus declaraciones para seguir fomentando sus ataques a la Iglesia, otros dirán que hizo una caricatura de la Iglesia, incluso pedirán perdón por sus generalizaciones y los que desde su parcialidad política siempre han criticado la Teología de la liberación, volverán con oportunismo a promover su crítica. Otros sacarán agua para sus “molinos políticos y sectarios”; pero la gente humilde, los pobres y los que han vivido la discriminación a la que él se refiere, seguramente tienen otra opinión, porque tienen otra experiencia. Para mí Felipe Berrios es una voz profética que incomoda como toda voz profética. Parece necesario leer lo esencial de las declaraciones de Berrios y hacer un discernimiento ético sobre la realidad que él observa y con honestidad y un buen razonamiento, resolver en conciencia en que se está de acuerdo o no y porque. Personalmente, concuerdo mucho con el Padre Berrios, porque he vivido y vivo o conozco situaciones concretas que él describe muy bien. Me parece evidente que en la Iglesia se da un secretismo que es contraproducente. A veces hay poca diligencia frente a abusos que son “secretos a voces”, esto hace perder “autoridad moral” a personas que necesariamente fundan su función en la credibilidad moral y no solo canónica, porque su ministerio no radica en la fuerza. Algunos creen que la Jerarquía de la Iglesia es equivalente a un Regimiento. Hoy no basta ser un “legítimo pastor”, hay que tener un testimonio de caridad y respeto por los fieles. El daño moral que hace un mal sacerdote no se mide por la cantidad de gente que se retira de la Iglesia. Un católico que tiene una experiencia de fe sólida, nunca se apartará de la comunión de los fieles, porque su espiritualidad no depende de lo que otros hagan o no hagan. El daño más grave que hace un mal agente pastoral es “corromper” a personas o formar redes de protección. Esta gente seguirá en la Iglesia, pero será cómplice de diversos abusos. Otros serán presionados a guardar silencio. En relación a esto último, hace unas semanas, escuchamos con mi esposa a una abuela que con mucho dolor nos contaba que su nieto había sido abusado sexualmente por un sacerdote de esta diócesis, hace unos años atrás, tenía unos 15 años. Este adolescente quedó muy mal sicológicamente. Ella lo vio sufrir y llorar. Nosotros no sabíamos nada y al parecer mucha gente lo sabe. Por vergüenza no se atreven a darle publicidad a esta situación. No le tienen confianza a la Jerarquía, piensan que nada se hará. Cuando un sacerdote cobra $ 25.000 o más por bautizar y la gente le dice: no tengo mucho dinero ¿le podría pagar la mitad? y la respuesta es no. Eso es un abuso. Cuando un sacerdote llega a una casa y se emborracha con un “amigo muy amigo” y la señora de este le pide que no siga bebiendo, que es tarde y el aludido, totalmente ebrio, le dice que no y lo tiene que expulsar con insultos y por esto pelea con su esposo, que quiere seguir tomando con su invitado, esto es corromper (en el sentido religioso y moral). Cuando un grupo de campesinos católicos pobres, le pide una audiencia a una autoridad eclesiástica para denunciar lo que ellos ven como algo muy negativo y esta autoridad por ser poco ilustrados los trata con cierto desprecio que ellos notan y no los escucha con respeto, esto es un abuso y el resultado es un daño para esta gente sencilla que quedará marcada de por vida con una mala impresión. Estos no son ejemplos. Son casos concretos. Si no se supera el secretismo y sobre todo el autoritarismo en la Iglesia, estos casos tendrán en el tiempo efectos demoledores. El Papa Francisco no concuerda con la opinión de algunos que supuestamente se preocupan por la “imagen de la institución” y así justifican el secretismo. El Papa Francisco es rotundo en afirmar que a los sacerdotes que abusan de menores: en estos casos, hay que quitar las licencias, no permitir ejercer más el sacerdocio al culpable, e iniciar un juicio canónico en el tribunal diocesano correspondiente. Dice: “Para mí, ésa es la actitud a tomar, no creo en las posiciones que plantean sostener cierto espíritu corporativo para evitar dañar la imagen de la institución. Esa solución creo que se propuso alguna vez en los Estados Unidos: cambiar a los curas de parroquia. Eso es una estupidez porque, de esa manera, el cura se lleva el problema en la mochila. La reacción corporativa lleva a tal consecuencia, por eso no estoy acuerdo con esas salidas”, Esto lo dijo cuando era el cardenal Bergoglio. El ex capellán de Un Techo para Chile, cargo que dejó en 2010, mantiene hoy un taller de carpintería en que intenta enseñar ese oficio a los pobres en la República Democrática del Congo, y en un cruce a Ruanda para renovar su visa de residencia fue entrevistado por Juan Manuel Astorga para el programa El Informante de TVN. En el diálogo explicó su partida de Chile, su visión de la Iglesia Católica en su relación con los pobres y con la elite más pudiente, el rol de los jóvenes en la actualidad política, las dificultades que teme en el pontificado de Francisco. Aquí, segmentos seleccionados de la entrevista: ¿POR QUÉ TE FUISTE DE CHILE? “Yo creo que la Iglesia ha caído en un lenguaje hace tiempo de secretismo, de verdades a medias y la gente se ha acostumbrado a estar leyendo entre líneas, y estar viendo complots y cosas así. Eso yo creo que ha perjudicado a que no crean que me vine porque yo creo que la situación que vivía la misma iglesia hace que tengamos que volver a sus fuentes, y volver a las fuentes es volver al servicio, estar junto a los más pobres, los desamparados, a cargar las pilas. Eso es lo que me trajo a venir acá, lo más genuino de un jesuita es la misión, que puede hacerse en Chile también, pero yo quería estar acá que son los más abandonados del planeta”. En un momento de la conversación, Berríos le pide a Astorga que nombre a 7 obispos de Chile. De inmediato responde que no puede hacerlo porque nadie los conoce: “No son líderes”. Más adelante apuntó: “Estos obispos son gente buena que no ha hecho nada malo, pero tampoco han hecho nada bueno. No son capaces de jugársela por los que sufren, por los pobres, haber detectado la desigualdad en Chile y haberla dicho, salvo en la última conferencia episcopal que hablaron del tema; más bien son católicos de los católicos y eso también lo percibimos los curas que no tenemos un pastor donde podemos jugarnos y ser críticos. (Yo) bendigo el anillo a una persona casada por segunda vez y al día siguiente tengo un llamado del arzobispo de Roma, pero si se bendice una sucursal bancaria que está chupándole la sangre a los chilenos no decimos nada, eso le resta credibilidad y jerarquía a la Iglesia”. “Hay grupos dentro de la iglesia que le han hecho daño tremendo a la elite chilena que ha hecho que se preocupe de unos ritos sin contenido buscando una salvación que Dios se la da gratuita, pero que quieren comprarla con buenas acciones, pero cuando tocan sus intereses económicos dejan de ser buenas acciones. Los culpables son los que les han enseñado un Dios que no le cuestiona eso”. “Si la Iglesia pudiese sacudirse de toda esa pompa y pudiera predicar el evangelio con gestos concretos, tendría mucho que decir. Pero los líderes eclesiásticos en Chile y en el extranjero que tenemos, han sido creados con eso de no quebrar ningún huevo, entonces no harán nunca tortillas”. DISCRIMINACIÓN EN COLEGIOS CATÓLICOS “Los colegios católicos no debieran ser excluyentes, deben ser abiertos a todos, a niños sin dinero, con papás separados o a quienes tengan otra creencia”. “Se ha puesto el acento en defender la libertad de la educación, pero no se ha puesto el acento en la liberad de poner a mi hijo donde yo quiera, eso hoy no es así”. “La Iglesia discrimina y la prueba de la blancura es, como lo dijo el Papa, que la iglesia debe ser de los pobres, y no lo está siendo, los pobres son visita, son motivo de caridad”. LOS JÓVENES. “(A los jóvenes) les hemos mostrado un Dios tan, por usar un término juvenil, tan rasca, insípido, un Dios que es más bien una moralina, que hace que los chiquillos prescindan de Dios, que no sea tema para ellos (…), pero cuando un chiquillo anda buscando la igualdad anda buscando a Dios”. “Los jóvenes están hechos para gastarse, para dar la vida, a soñar por sus ideales, pero hacemos que sean planificados, los llenamos de miedo, están todos endeudados, les hemos limado las garras (…) Me gustaría decirle a los jóvenes que no se metan en la maquinaria del consumo desenfrenado”. “El joven quiere cambios, no tienen los traumas nuestros y por eso estoy contento que Giorgio (Jackson) y Camila (Vallejo) se metan en política y creo que esta fuerza de cambio hay que transformarla en movimientos políticos para que sean reales los cambios”. LOS LIDERAZGOS Y EL COMPROMISO CON LOS OTROS: EL CASO DE LAGOS “Se ha ido buscando lo que yo quiero, mi propio interés, mi propia comodidad, y se ha ido perdiendo eso de que puedo hacer yo por los demás. Para mí fue muy interesante lo que pasó en la elección del Presidente (Ricardo) Lagos, en la primera vuelta. Lagos era un candidato que ofrecía un sueño, ofrecía sacrificio, pero casi pierde y en la segunda vuelta dijo, bueno yo ofrezco lo que la gente pide. Eso suena bonito, pero es complicado, porque la gente pide su propio confort, su propia estabilidad y no lo que es mejor para los otros”. EL “DIOS” DEL CONSUMO: EPISODIO EN TVN Berríos fue requerido respecto de que es lo que, a su parecer, creen los chilenos, en qué piensan, a qué se aferran. Respondió con un ejemplo de un diálogo en TVN: “Cuando estaba en Un Techo quisimos hacer una propaganda en la Navidad de una persona que imitaba a San José y a la Virgen y que golpeaban puertas pidiendo alojamiento, lo que tenía que ver con la Navidad, y el director de Televisión Nacional en ese tiempo me dijo que no porque Televisión Nacional era el canal de todos los chilenos y no podía comprometerse con ninguna tendencia política y ningún credo y eso era comprometerse con el credo. Le dije que era ridículo si la Navidad es un feriado justamente porque se celebra el nacimiento de Cristo. No lo pude sacar de eso y nos prohibió hacer ese comercial, pero yo le dije ´bueno saquen entonces al Viejo Pascuero porque el Viejo Pascuero es el Dios del consumo’. Yo creo que la mayoría de la gente está creyendo en el Dios del consumo, y eso produce un vacío enorme, dicen que creen en Jesucristo, pero en el fondo nuestro Dios se ha transformado en el Dios del consumo representado en el Viejo Pascuero”. Fuente: lanacion.cl Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.

sábado, 1 de junio de 2013

LA EUCARISTÍA ES UN FRUTO DEL MISTERIO DE CRISTO.

1.- En la Biblia la palabra no se usa para engañar, la verdad está contenida en la palabra. Esto tiene que ser asumido realmente para superar la mentalidad que hoy nos rodea y a veces nos penetra: separar la palabra de la verdad. Hoy se dicen mentiras para vender un producto de consumo. Se le dice a una persona “sueña un mundo hermoso y constrúyelo con tu propio esfuerzo”, es un decir que no pasa de una ilusión alienante y alucinógena. ¿Dónde están esos mundos o mejor dicho a quien sacan realmente de la realidad de este mundo? Es otro engaño de ideologías seudo-místicas y peor, es una forma de ganar dinero utilizando la sed de absoluto del ser humano actual, que acumula una “insatisfacción tras otra insatisfacción”. Cristo conoce el fondo de los hombres y mujeres de todos los tiempos. Juan 6, 51: “Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este Pan vivirá para siempre”. Cristo, es realmente Pan y es posible comer de este Pan y vivir para siempre. Es la Palabra de Cristo, camino, verdad y vida. No es mera retórica o mero simbolismo lingüístico. 2.- Jesucristo es “Dios que se hizo hombre, no un hombre que se hizo Dios”. Su encarnación es el fundamento de todo su misterio divino-humano. Su Resurrección, Ascensión y presencia mística en medio y dentro de nosotros, sobrepasa la naturaleza y la explicación científica de la realidad. Los argumentos racionalistas que niegan la Presencia real de Cristo en la Eucaristía no pertenecen al mundo Bíblico y al usarlos consecuentemente, terminan por negar la esencia misma del cristianismo. 3.- La Eucaristía tiene un fundamento bíblico muy sólido. En Gn 14, 18-20, hay una referencia sobre el pan y el vino que se ofrecen en la adoración a Dios, antes de la Ley de Moisés. No es ciertamente la Eucaristía, pero sí su figura. Gn. 14, 18-19 “ En aquellos días Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, y bendijo a Abram, diciendo: "Bendito sea Abram de parte del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra”. Cristo, Dios-hombre, es el significado final de este ritual, que es superado por su propio sacrificio en la cruz, donde ofrece su cuerpo y sangre para la salvación del mundo. En 1ªCor 11, 23-26, San Pablo, relaciona la Eucaristía con la Cruz de Cristo. Habla de una transmisión o tradición que viene desde la última cena. Dice: “Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: Que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él". Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva”. La muerte del Señor: la cruz de Cristo, su sacrificio para nuestra salvación. 4.- Creer en la presencia real de Cristo en la Eucaristía no es magia, como no es magia la Encarnación o Ascensión del Señor. El misterio de la Eucaristía se encuentra en el mismo misterio de Cristo. En Lc 9, 11-17, se nos narra un hecho de Cristo, que no es accidental a su forma de ser: hace un milagro de amor, porque él mismo es amor. No ama a veces, como sucede entre los seres humanos. Ama siempre. En él no hay pecado. Los apóstoles le dicen a Jesús, que hay una multitud de personas que necesita comer algo y le sugieren que las despida para que vayan a las aldeas, donde puedan encontrar alimentos y alojamiento. Pero, él no las despide. Lc 9, 13-15 “El les contestó: "Denles ustedes de comer". Pero ellos le replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente". Eran como cinco mil varones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta". Así lo hicieron, y todos se sentaron”. Luego dice: Lc 9, 16-17 “Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, para que ellos los distribuyeran entre la gente. Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos”. ¿No puede él mismo ser Pan bajado del cielo como lo dice expresamente? 5.- Cristo es el “Cordero que está de pie, a pesar de haber sido sacrificado” en pleno centro del Trono Celestial. Y es por él y a el que cantan y alaban todos los Ángeles y Santos del Cielo (Ap. 5, 6-14). Este mismo Cristo-cordero es el que está realmente en el Pan y el Vino consagrados, que son el cuerpo y sangre de Cristo en la Eucaristía. En la Misa se manifiesta el misterio de Cristo, que no es un enigma o un arcano esotérico. Cristo venció la muerte y vive en nosotros. “¡Qué sublime humildad: Que el Señor de todo el universo, Dios e Hijo de Dios, se humille así bajo la forma de un trocito de pan para nuestra salvación!”, nos dice San Francisco de Asís. “Reconoced en el Pan de la Eucaristía a Aquél que colgó de la Cruz”, nos dice San Agustín. ¿No podemos ver a Jesús? Cara a cara no lo podemos ver igual como lo vieron los apóstoles. Pero, nos dice San Juan Crisóstomo que sí lo vemos, que lo tocamos. ¡Que hasta lo comemos! “El se da a ti, no sólo para verlo, sino también para ser alimento y nutrición para ti”. La Madre Teresa de Calcuta expresa muy bien la muestra de Amor de Dios que es la Eucaristía: “Cuando vemos el Crucifijo, podemos comprender cuánto nos amó Jesús entonces. Cuando vemos la Sagrada Hostia comprendemos cuándo nos ama Jesús ahora.” Sin la fe teologal y la acción del mismo Cristo en nosotros, confirmada por el Espíritu Santo, no podemos expresar lo que dijeron los santos mencionados. La Eucaristía ilumina toda la profundidad del cristianismo. Es luz en la luz del misterio de Cristo. 6.- Cantemos al sacerdocio eterno de Cristo con el Salmo 109. Tú eres Sacerdote para siempre. “Esto ha dicho el Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha; Yo haré de tus contrarios el estrado donde pongas los pies". Extenderá el Señor desde Sión tu cetro poderoso y dominarás al enemigo. Es tuyo el señorío; el día en que naciste en los montes sagrados, te consagró el Señor desde el alba. Juró el Señor y no ha de retractarse: "Tú eres Sacerdote para siempre, como Melquisedec". La Misa no es un simple ritual: es Cristo mismo en medio de nosotros. Celebramos con Cristo lo que hemos vivido y vivimos con él, lo que hemos celebrado. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.