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viernes, 29 de marzo de 2013

En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de nuestra salvación.

En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de nuestra salvación. Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor-Ciclo "C" -31 de Marzo de 2013 - La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana. En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de nuestra salvación. Por eso, la celebración de la fiesta de la Resurrección es la más grande del Año Litúrgico, pues si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe ... y también nuestra esperanza.. Y esto es así, porque Jesucristo no sólo ha resucitado El, sino que nos ha prometido que nos resucitará también a nosotros. En efecto, la Sagrada Escritura nos dice que saldremos a una resurrección de vida... o a una resurrección de condenación, según hayan sido nuestras obras durante nuestra vida en la tierra. La Resurrección del Señor recuerda un interrogante que siempre ha estado en la mente de los seres humanos, y que hoy en día surge con renovado interés: ¿Hay vida después de esta vida? ¿Qué sucede después de la muerte? ¿Queda el hombre reducido al polvo? ¿Hay un futuro a pesar de que nuestro cuerpo esté bajo tierra y en descomposición, o a pesar de que tal vez esté hecho cenizas, o de que pudiera quizá estar desaparecido en algún lugar desconocido? La Resurrección de Jesucristo nos da respuesta a todas estas preguntas. Y la respuesta es la siguiente: seremos resucitados, tal como Cristo resucitó y tal como El lo tiene prometido a todo el que cumpla la Voluntad del Padre. Su Resurrección es primicia de nuestra propia resurrección y de nuestra futura inmortalidad. La vida de Jesucristo nos muestra el camino que hemos de recorrer todos nosotros para poder alcanzar esa promesa de nuestra resurrección. Su vida fue -y así debe ser la nuestra- de una total identificación de su voluntad con la Voluntad del Padre. Sólo así podremos dar el paso a la otra Vida, al Cielo que Dios Padre nos tiene preparado desde toda la eternidad, donde estaremos en cuerpo y alma gloriosos, como está Jesucristo y como está su Madre, la Santísima Virgen María. Por todo esto, la Resurrección de Cristo y su promesa de nuestra propia resurrección nos invita a cambiar nuestro modo de ser, nuestro modo de pensar, de actuar, de vivir. Es necesario “morir a nosotros mismos”; es necesario morir a “nuestro viejo yo”. Como nos dice San Pablo, nuestro viejo yo debe quedar muerto, crucificado con Cristo, para dar paso al “hombre nuevo”, de manera de poder vivir una vida nueva. Y así como no puede alguien resucitar sin antes haber pasado por la muerte física, así tampoco podemos resucitar a la vida eterna si no hemos enterrado nuestro “yo”. Y ¿qué es nuestro “yo”? El “yo” incluye nuestras tendencias al pecado, nuestros vicios y nuestras faltas de virtud. Y el “yo” también incluye el apego a nuestros propios deseos y planes, a nuestras propias maneras de ver las cosas, a nuestras propias ideas, a nuestros propios razonamientos; es decir, a todo aquello que aún pareciendo lícito, no está en la línea de la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. Es así como, muriendo a nuestro “yo”, podremos estar seguros de esa resurrección de vida que Cristo promete a aquéllos que hayan obrado bien, es decir, que hayan cumplido, como El, la Voluntad del Padre. La Resurrección de Cristo nos invita también a estar alerta ante el mito de la re-encarnación. Sepamos los cristianos que nuestra esperanza no está en volver a nacer, nuestra esperanza no está en que nuestra alma reaparezca en otro cuerpo que no es el mío, como se nos trata de convencer con esa mentira que es el mito de la re-encarnación. Los cristianos debemos tener claro que nuestra fe es incompatible con la falsa creencia en la re-encarnación. La re-encarnación y otras falsas creencias que nos vienen fuentes no cristianas, vienen a contaminar nuestra fe y podrían llevarnos a perder la verdadera fe. Porque cuando comenzamos a creer que es posible, o deseable, o conveniente o agradable re-encarnar, ya -de hecho- estamos negando la resurrección. Y nuestra esperanza no está en re-encarnar, sino en resucitar con Cristo, como Cristo ha resucitado y como nos ha prometido resucitarnos también a nosotros. Recordemos, entonces, que la re-encarnación niega la resurrección... y niega muchas otras cosas. Parece muy atractiva esta falsa creencia. Sin embargo, si en realidad lo pensamos bien ... ¿cómo va a ser atractivo volver a nacer en un cuerpo igual al que ahora tenemos, decadente y mortal, que se daña y que se enferma, que se envejece y que sufre ... pero que además tampoco es el mío? Y ¿qué significa resucitar? Resurrección es la re-unión de nuestra alma con nuestro propio cuerpo, pero glorificado. Resurrección no significa que volveremos a una vida como la que tenemos ahora. Resurrección significa que Dios dará a nuestros cuerpos una vida distinta a la que vivimos ahora, pues al reunirlos con nuestras almas, serán cuerpos incorruptibles, que ya no sufrirán, ni se enfermarán, ni envejecerán. ¡Serán cuerpos gloriosos! La Resurrección de Cristo nos invita también a tener nuestra mirada fija en el Cielo. Así nos dice San Pablo: “Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba... pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra”. ¿Qué significa este importante consejo de San Pablo? Significa que, siendo la vida en esta tierra la ante-sala de la vida eterna, debemos darnos cuenta de cuál es nuestra meta. Debemos darnos cuenta que no fuimos creados sólo para esta ante-sala, sino para el Cielo, nuestra meta, donde estaremos con Cristo, resucitados -como El- en cuerpos gloriosos. Así que, buscar la felicidad en esta tierra y concentrar todos nuestros esfuerzos en lo de aquí, es perder de vista el Cielo. Significa que si la razón de nuestra vida es que nuestra alma llegue al Cielo al morir, para después resucitar al final de los tiempos y seguir disfrutando la felicidad del Cielo -entonces en cuerpo y alma- es fácil deducir que hacia allá debemos dirigir todos nuestros esfuerzos. Nuestro interés primordial durante esta vida temporal debiera ser el logro de la Vida Eterna en el Cielo. La resurrección de Cristo y la nuestra es un dogma central de nuestra fe cristiana. ¡Vivamos esa esperanza! No la dejemos enturbiar por errores y falsedades, como la re-encarnación. No nos quedemos deslumbrados con las cosas de la tierra, sino tengamos nuestra mirada fija en el Cielo y nuestra esperanza anclada en la Resurrección de Cristo y en nuestra futura resurrección. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)

sábado, 23 de marzo de 2013

“ME AMÓ A MÍ Y SE ENTREGÓ A SÍ MISMO POR MÍ”

“ME AMÓ A MÍ Y SE ENTREGÓ A SÍ MISMO POR MÍ” Domingo de Ramos de la Pasión del Señor-Ciclo "C" -24 de Marzo de 2013 -Estamos ya entrando a la Semana Santa. En efecto, este Domingo de Ramos da inicio formal a la Semana de la Pasión de Jesús. Su persecución y condenación a muerte ya se había estado planeando desde antes, pero la revivificación de Lázaro en Betania, a poca distancia de Jerusalén que era el centro del poder civil y religioso, fue la gota que colmó el vaso, hasta tal punto que inclusive consideraron dar muerte también a Lázaro. La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, que precisamente hoy recordamos, fue un impresionante recibimiento, pues la población lo aclamó como el Mesías, el esperado por tanto tiempo por el pueblo de Israel. Esta aclamación de Jesús por la mayoría del pueblo fue ciertamente provocada por el apoteósico milagro realizado pocos días antes: el haber vuelto a la vida a un muerto ya sepultado y en franco proceso de deterioro. Hoy, Domingo de Ramos, además de recibir las palmas benditas, la Liturgia nos introduce en los detalles de la Pasión de Cristo. En efecto este año leemos la Pasión según la narra San Lucas (Lc. 22, 14 - 23, 56). Meditar la Pasión del Señor es siempre un ejercicio muy provechoso para nuestra vida espiritual. Y resulta más provechoso cuando podemos personalizar los efectos de la Pasión, es decir, cuando podemos percatarnos de que cada sufrimiento de Jesús fue por mí y para mí. Caer en la cuenta de que yo personalmente estuve en el corazón y en la mente de Cristo en esos momentos es muy conveniente para aprovechar las gracias de redención que emanan de la Pasión salvadora de Jesús. Parece que así lo reconoce San Pablo cuando escribe en primera persona: “me amó a mí y se entregó a sí mismo por mí” (Gal. 5, 2). Y se entregó al extremo, de manera que su cuerpo mortal quedó vacío de toda sangre y agua, al punto de que sus huesos podían verse y contarse a través de su piel (Sal. 22, 18). Valga esto para resumir los sufrimientos físicos extremos que padeció por cada uno de nosotros... (Personalicemos) por mí, para salvarme, para pagar mi rescate. Y, como leemos en la Primera Lectura, los sufrió sin quejarse en ningún momento. “No he opuesto resistencia ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No respondí a insultos y salivazos...” (Is. 50, 4-7). Pero quedan también los sufrimientos morales... ¡En qué medida también los sufrió! Para muestra, como introducción basta con detenernos en la oración en el Huerto de los Olivos, la noche antes de su muerte. ¡Qué sufrimiento tan atroz, pues esa noche pudo vislumbrar en qué consistiría su Pasión y Muerte! Podemos decir que sufrió su pasión por anticipado. Allí Jesús, velada su divinidad, en oración ante su Padre, siente la angustia horrorosa de su próxima muerte en el mayor de los sufrimientos. La medida de su dolor debe haber sido la misma medida de su amor. Y su Amor es infinito, sin medida. Pensemos solamente en que por su divinidad -aunque medio escondida en estos terribles momentos- Jesús podía conocer todas las ofensas que nosotros los seres humanos habíamos hecho y habríamos de hacer a Dios desde el principio del mundo hasta el final. Como El cargó con todas nuestras culpas, deseaba entonces reparar por nuestros pecados ante el Padre y que así quedaran satisfechas todas nuestras ofensas. El ofendido era Dios; los ofensores, humanos. Sólo Dios-Hombre podía repara tal ofensa. La falta a un ser Infinito por parte de nosotros los seres humanos, requería una satisfacción infinita que sólo Jesús, Dios y Hombre verdadero, podía dar. A esta carga se unía el que, dado su infinito Amor por cada uno de nosotros, le invadía una mayor tristeza aún por vernos ofendiendo al Padre. La agonía no quedaba allí, sino que a esto se agregaban nuestros desagradecimientos y falta de correspondencia a todos estos sufrimientos suyos. El ver que ¡tantos! desperdiciarían los indescriptibles tormentos que El padecería en su inminente Pasión y Muerte, pudo haber sido la mayor causa de esa lucha. ¡El desprecio nuestro a su amor y a su entrega tiene que haber sido insoportable! Tal fue el sufrimiento que tuvo que venir un Ángel para animarlo en su oración. ¿Qué misterioso consuelo traería el Ángel a su Dios? Algunos han especulado que, ante la angustia por todos los que desperdiciarían las gracias de redención, el consuelo angélico pudo haber sido el recuerdo de los muchos que sí se salvarían por su sufrimiento. De allí que, nuevamente, por tercera vez, Jesús repite: “Padre, si es posible que pase de mí esta prueba, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Modelo de oración para todo momento: en alegrías y en tristezas, en las dificultades y cuando no las hay, para uno mismo y para los demás. Modelo de oración para poder cumplir la petición que hizo a sus Apóstoles esa noche: “Velen y oren para no caer en tentación”. Cristo es real en el dolor y la gloria. Por lo mismo, Cristo no es un ilusorio sonido esotérico-un cristo interior- que se hace propio-yo soy un cristo- por alguna pronunciación de frases con significados ocultos o mágicos. El dolor es una realidad que afecta radicalmente a una persona, lo mismo el pecado. Hoy son negados de una manera engañosa por la Nueva Era y sus Sectas implicadas, que niegan la realidad del pecado y supuestamente superan el dolor presentándolo como una ilusión que se vence con meditaciones o técnicas de auto-control. En democracia toleramos estas creencias, pero también tenemos una lectura crítica sin dejar de respetar la conciencia de las personas. Afirmamos que solamente Cristo es nuestro salvador y él, en la Eucaristía y Reconciliación nos purifica, consuela, perdona y con él podemos perdonar, pero nunca podemos manipularlo como si fuera una energía de un supuesto mundo panteísta. Dios nos salva y necesitamos cree en él como un ser personal que no es parte natural de nosotros. Nos ama y se une a nosotros, sin dejar de ser Dios y nosotros sin dejar de ser Creaturas, aunque hijos en el Hijo. En el fondo, es el sentido de todos los sacramentos: nos hacemos seres consagrados en el ser y en el hacer y servicio. Solamente el perdón de Cristo nos salva y es un hecho histórico en medio de su Iglesia, en medio de los seres humanos débiles, pecadores, pero también, humildes penitentes que son transformados por el amor de Dios. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)

lunes, 18 de marzo de 2013

EL NUEVO PAPA FRANCISCO Y LA REFORMA DE LA IGLESIA.

EL NUEVO PAPA FRANCISCO Y LA REFORMA DE LA IGLESIA. “Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes. De corazón les doy la bendición en silencio, respetándoles, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios” Esto les dijo el Papa Francisco a los miles de periodistas congregados en el aula Pablo VI del Vaticano. Una bendición tolerante y bondadosa. Un lenguaje conocido con un espíritu nuevo. Muchas esperanzas despierta el nuevo Papa Argentino. El entusiasmo se asoma de nuevo en la Iglesia. Es otro signo de los tiempos actuales. Alguien dijo: “Decidir llamarse Francisco en sí mismo tan revelador como escribir una larga y sesuda encíclica”. “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”, ha asegurado. Admitió que la Iglesia tiene “sus virtudes y sus pecados”. Jorge Mario Bergoglio Sívori, tiene gestos de sencillez y actitudes que están marcando una renovación, desde los primeros momentos de ser elegido Papa. No se hablará de entronización del Sumo Pontífice, sino de Iniciación del “Ministerio Pretino”, porque la Jerarquía de la Iglesia es Espiritual y no política o monárquica. Un Papa latinoamericano (por vez primera), jesuita (por vez primera), de una orden religiosa y llamado Francisco (por vez primera). “En síntesis, un Papa franciscano-jesuita-roncalliano”. Todos signos de una proyección inmensa que se propaga por toda la Iglesia. Un Papa sencillo que conecta con el pueblo. “Parece como nosotros”, dice la gente. Escribe un articulista: “Un Papa que trae aire fresco a la Iglesia y que, como Juan XXIII, aparta a los “profetas de calamidades” y confía la barca de Pedro a las sencillas manos de Francisco. Un Papa que arroje el miedo a las tinieblas exteriores, que vuelva a dar confianza a los teólogos, que ilusione a los curas, monjas y frailes, que ponga a remar a los laicos, que democratice la Iglesia y que coloque en el sitio que le corresponde a la mujer. El Papa de la revolución tranquila. El Papa de los pobres y de los sencillos. El Papa Francisco”. Fuente: Artículo de José Manuel Vidal en elmundo.es Impresiona un poco, (conociendo su radicalismo ideológico) lo que afirma Leonardo Boff, un Teólogo liberacionista, del Papa Francisco. No acepta la campaña de ciertos sectores políticos argentinos contra el Papa. Dice: “Él salvó a muchos perseguidos” “No me constan las denuncias sobre él y su relación con los militares. Hasta ahora, no se investigó nada concreto. Al contrario, (él) salvó y escondió a muchos perseguidos por la dictadura militar” “Me oriento por las palabras de Pérez Esquivel, (premio nobel de la Paz) quien fue duramente torturado y conoce bien a Bergoglio”. Afirmó el ex-sacerdote franciscano. Espera que el tema del celibato sea revisado. Y sostiene que la reforma de la Iglesia es lo que se puede esperar del Papa Francisco. No lo califica de conservador y cuestiona la utilidad de hablar de conservador o progresista. Son muchas las expectativas que se están configurando entre los fieles católicos y personas no-católicas. Esto hay que discernirlo bien. A mí me dice mucho el nombre Francisco, el año pasado publiqué un ensayo donde me refiero a la situación de la Iglesia en el mundo: “En estos momentos en Chile hay unas 400 familias que reúnen todo el poder económico del sector privado y que determinan en buena medida la política nacional. ¿Qué importancia puede tener que esta gente crea en un Dios que sea amor y toda bondad? ¿Qué le podría decir esta pretendida creencia religiosa a los chilenos(as) más pobres, incluso que viven en la extrema pobreza y que se sienten maltratados por la vida y olvidados por un Dios amor? Esto lo vio muy bien san Francisco en el siglo XIII, y siendo hijo de un rico mercader o comerciante burgués se hizo pobre con los pobres, no se disfrazo de pobre. La Iglesia de hoy necesita el reflorecimiento de un franciscanismo auténtico que le cambie no tan solo el rostro sino la praxis de muchas de sus áreas pastorales y sobretodo el cambio espiritual y ético de muchos que han hecho de las prácticas rituales una mera apariencia que no tiene nada de autentico espíritu de pobreza. Sin embargo, no podemos desconocer los diversos testimonios de vidas solidarias que están presentes en la Iglesia Contemporánea”. De mi libro: “Cantos y Anti-Cantos del ungido y de la Última Cumbre”. Poemas y Ensayos. pág. 33. Para mí, repito, es muy significativo el nombre Francisco que adoptó el nuevo Papa. Pero, no hay que olvidar que por reforma de la Iglesia, entienden algunos algo muy diferente a lo que representa un San Francisco o el Concilio Vaticano II. Un ejemplo, concreto: recuerdo a un joven estudiante universitario que calificaba de retrógrados a los católicos que no aceptaban las relaciones sexuales entre simples pololos, usando preservativos. Decía ser coordinador juvenil de una Parroquia, donde, según él, era natural entre los jóvenes tener una vida sexual muy activa. Para este catequista, el Papa Benedicto XVI, era “un viejo de mierda”. Este líder juvenil promovía entre sus compañeros un lenguaje violento y descalificador. Afirmaba estar en la Iglesia para luchar contra la “derecha católica”. Otros que participan en grupos de Iglesia, muy parecidos, se dicen progresistas porque siguen un supuesto “magisterio paralelo”, donde los temas sociales o morales tienen una valoración muy diferente a la Enseñanza de la Iglesia Universal. Esto estará presente en este proceso que está emergiendo, pero se siente en el ambiente, que la voz profética del Papa Francisco tiene una fuerza asistida por Dios. Es un signo de estos tiempos. La Iglesia inicia una nueva etapa de renovación. El desafío es de todos los católicos del mundo. ¡Qué así sea! Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)

viernes, 15 de marzo de 2013

“AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA PECADO, QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA”.

“AQUÉL DE USTEDES QUE NO TENGA PECADO, QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA”. DOMINGO 5 de Cuaresma - Ciclo "C" -17 de Marzo de 2013 - En tiempos de Jesús a las mujeres que cometían adulterio se les daba muerte lanzándoles piedras. Hay algunas religiones que aún en la actualidad siguen con estas costumbres. ¡Horrible castigo morir apedreado! Esto nos hace recordar a San José, hombre bueno, esposo virginal de la Virgen María, quien al notar que ella estaba embarazada, sin saber que el bebé en su vientre era el Hijo de Dios, engendrado por el Espíritu Santo, pensó “dejarla en secreto para no ponerla en evidencia”. Distinto fue el caso de los acusadores de la mujer adúltera, que nos trae el Evangelio de hoy (Jn. 8, 1-11). Estos hombres llevaron a la mujer pecadora, arrastrada hasta donde se encontraba Jesús, con la intención -nos dice el Evangelio- de “ponerle (a Jesús) una trampa y poder acusarlo”. ¿En qué consistía la trampa? Si ordenaba apedrearla, ¿dónde quedaban el perdón y la misericordia?, y si no accedía al castigo mortal, ¿dónde quedaba el cumplimiento de la Ley que lo estipulaba? Pero Jesús, con su Sabiduría infinita por ser Dios, no hace ni una cosa, ni la otra, sino todo lo contrario. Nos cuenta el relato de San Juan que sin siquiera levantar la mirada para ver a la mujer culpable, ni tampoco a sus acusadores, comienza a escribir sobre el polvo del suelo. Como creen que Jesús no les está haciendo caso, vuelven a insistir. Entonces el Señor se incorpora y les responde: “Aquél de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Luego se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Poco a poco, uno tras otro comenzaron a retirarse. ¿Cuál sería esa escritura misteriosa que con aparente desdén Jesús hacía sobre el polvo? Algunos piensan que escribía los pecados de los acusadores. Por supuesto, no les quedó más remedio que escabullirse. Vemos, entonces, que Jesús propone algo absolutamente nuevo no contemplado por la Ley: sólo el que esté libre de pecado puede lanzar piedras. ¿Y quién es el único libre de pecado? Solamente El, el Inocente que cargó con todos los pecados: los que posiblemente escribió en el suelo, los de la mujer adúltera y los de cada uno de nosotros. Y El no pronuncia sentencia, no condena a la mujer. Se quedan solos la pecadora y Jesús. ¡Qué conmovedora escena! Ella no se excusa, se sabe culpable, está de pie frente a El. Jesús vuelve a levantarse y le pregunta: “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado? ... Tampoco yo te condeno. El, que sí hubiera podido tirar la primera piedra, no la condena, la perdona. Pero agrega algo muy importante: “Vete y no vuelvas a pecar”. Jesús no la apoya en su pecado. Muy por el contrario: le ordena que no peque más. Muchas enseñanzas en este impactante relato bíblico. Dios conoce todos nuestros pecados, hasta nuestros más escondidos pecados. Y sólo espera que estemos a sus pies para perdonarnos y pedirnos que no volvamos a pecar. No debemos temer, por más grave que pueda ser nuestro pecado, por más grande o más fea que pueda ser nuestra falta. Dios lo único que desea es aceptemos nuestra culpa y que nos arrepintamos. La mujer adúltera no le dijo nada a Jesús, pero su silencio fue la aceptación de su falta; su mejor actitud fue que no buscó excusarse. ¿Cuántas veces nos buscamos nos buscamos y damos excusas para nuestras faltas, en vez de reconocernos culpables? Jesús escribió las faltas de los acusadores sobre el polvo. Así escribe las nuestras. No las escribe en algo permanente. Quedan allí, en el polvo, hasta que la gracia del perdón, obtenida por el reconocimiento de nuestros pecados, humedece el polvo, y nuestras faltas perdonadas pasan al olvido. El Señor no quiere acusar, ni llevar la cuenta, sino perdonar y olvidar. Espera que nos arrepintamos de veras y que nos acerquemos a El en el Sacramento de la Confesión. Nadie tiene derecho a condenar a nadie. Nadie puede tirar la primera piedra. Todos somos culpables de algo. Reconocer nuestras culpas nos ayuda a no estar pendientes de las de los demás. No acusar es ya el camino hacia la compasión y el perdón de los demás. Dios, Quien sí podría acusarnos, no lo hace, pero espera que nos acerquemos arrepentidos a la Confesión para perdonarnos. Reconocimiento de nuestros pecados, sin excusas, arrepentimiento, Confesión e intención de no volver a pecar es lo único que Dios nos pide. Y así el Señor hace “algo nuevo”, como nos dice la Primera Lectura (Is. 43, 16-21). “No recuerden lo pasado, ni piensen en lo antiguo; Yo voy a realizar algo nuevo”. ¿Qué es ese “algo nuevo”? Lo que va haciendo la gracia de Dios en nosotros cuando, aceptando nuestras culpas, nos arrepentimos y nos enmendamos de veras. “Voy a abrir caminos en el desierto y haré que corran los ríos en la tierra árida”. Así puede fluir su gracia, abriendo caminos e irrigando el desierto de nuestra alma. Ese “algo nuevo”, dejando atrás lo viejo es lo que nos explica San Pablo en la Segunda Lectura (Flp. 3, 8-14). Dejar atrás lo viejo es lo que pidió Jesús a la mujer adúltera: “No peques más”. Para ella, en ese momento, era dejar su vida de pecado. El comienzo es no pecar más. La continuación puede ser mucho más que eso: es preferir a Dios por encima de cualquier otra cosa o persona. Con mucha crudeza lo expresa San Pablo, pero con mucha veracidad: “Nada vale la pena, en comparación con el Bien Supremo... he renunciado a todo, y todo lo considero como basura, con tal de estar unido a Cristo”. Ese “todo basura” de San Pablo no es sólo el pecado. Es todo lo que no nos lleva a amar a Cristo. San Pablo renunció a todo para amar a Dios sobre todo lo demás y sobre todos los demás. Nosotros debemos comenzar por el “no peques más” de la adúltera, pero no debemos quedarnos en eso. Una vez ubicado “el Bien Supremo”, ¿qué hacemos tras otras cosas que no nos llevan a El? No creamos, sin embargo, que el amar a Dios sobre todas las cosas y personas, sea una acción automática. Preferir a Dios se convierte en un proceso que suele llevarnos toda una vida. En eso consiste el camino de la santidad, bien descrito por San Pablo: “No quiero decir que haya logrado ya ese ideal... pero me esfuerzo en conquistarlo... Todavía no lo he logrado. Pero, eso sí, olvido lo que he dejado atrás y me lanzo hacia adelante, en busca de la meta y del trofeo al que nos llama Dios desde el Cielo”. En el Salmo 125 reconocemos “las grandes cosas que hecho por nosotros el Señor”, cómo nos regresa del “cautiverio” del pecado, cómo cambia nuestro dolor en júbilo, referencias de lo que es la conversión y el perdón. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)

viernes, 8 de marzo de 2013

ANACRONISMO POLÍTICO.

ANACRONISMO POLÍTICO. Un anacronismo (del griego ἀνά ‘contra’ y χρόνος ‘tiempo’) se refiere a algo que no se corresponde o parece no corresponderse con la época a la que se hace referencia. Aplicándolo más específicamente a nuestro tema: anacronismo político, es proceder fuera del tiempo político-administrativo que corresponde al Chile de hoy: año 2013. Hay líderes políticos que parecen desconocer la legislación vigente. Hablan como políticos de los años 60, cuando el Estado tenía un poder de control y fiscalización mucho más efectivo o real que el que tiene el actual sistema legal neo-liberal que determina nuestra vida civil, social y económica. ¿Conocen estas personas el alcance del poder del sector privado de la economía? ¿Están informados de lo que puede hacer una autoridad en el área empresarial? ¿Han estudiado alguna vez que es lo que es fiscalizar en la economía neo-liberal de mercado chilena? Algunos aparecen haciendo declaraciones por tv y radio contra los empresarios y funcionarios públicos relacionados con temas económicos. Otros se desgastan escribiendo críticas políticas en diarios contra todo lo que se realiza en la agenda de los políticos. Pareciera que nada está bien. Al conocerlos de cerca son tan consumistas como la mayoría. No tienen un modelo de vida alternativo. La post-modernidad los aplastó hace tiempo. No tienen nada. Un ejemplo, concreto. Algunos queriendo canalizar las quejas ciudadanas por el alza de pasajes en 200 pesos, de los traslados Linares-Talca, reajuste que incluye tramos a Colbún y zonas rurales, como Melozal en 100 pesos, emplazaron al SEREMI del transporte del Maule, César Muñoz, para que interviniera en este tema de mercado. El aludido respondió: “no podemos regular tarifas de empresas privadas de buses”. “las tarifas y su valor, están sujetas a decisiones de mercado. Aclaro que las fiscalizaciones a los buses de pasajeros, tanto entre ciudades, localidades y en el radio urbano, son permanentes, no existe despreocupación”. Junto con esto, el personero de Gobierno Regional criticó que los privados decidieran aumentar tarifas justo en marzo, el mes más complicado para la economía familiar. ¿Qué más podía hacer? No tiene más atribuciones administrativas. Mientras tanto la gente afectada escucha, lee y comenta este intercambio de declaraciones y contradeclaraciones. Es un espectáculo repetitivo. Las personas que aparentemente tienen poder, en realidad no lo tienen. ¿Entonces? Existe un problema visible: necesidad de una mayor regulación y fiscalización a las empresas de buses interprovinciales. ¿Para qué? Para evitar que suban los pasajes. Parece lógico. Pero no funciona así el sistema chileno. Hay una libertad de precios y un mercado sobre el cual el Estado no tiene un control centralizado. No estamos en Cuba o en Venezuela. Pero, no es necesario estar bajo una dictadura comunista o “democracia caudillista” o “fascismo de izquierda” para tener un control necesario sobre estas situaciones económicas que afectan negativamente al ciudadano común. ¿Entonces? A veces se forman movimientos con ciertos fines. Se protesta, se reclama, etc. El sistema está lo suficientemente consolidado y puede tolerar estas expresiones de descontento. Permite una “dramatización social”, deja que se vivan momentos de “espejismos de poder”, pone límites a hechos violentos más o menos extremos, establece ciertos espacios de diálogo, reparte soluciones sectoriales, aísla a los sectores más radicalizados y espera el desgaste del conflicto. ¿Entonces? Mientras no se realice un cambio político en el mismo sistema estatal chileno seguiremos con estas declaraciones y contra declaraciones. En la Concertación se funcionó de igual manera. El sector privado operaba con todo el poder capitalista. ¿Por qué la señora Bachelet es querida por mucha gente de la derecha económica que está detrás de la política partidaria de este sector? Incluso es deseada por gente de este sector de una manera que impresiona. Porque, la alta clase empresarial chilena no perdió nada realmente sustancial con ella. Las grandes fortunas de capitalistas chilenos que están entre las primeras en todo el mundo, siguieron creciendo y esta simpática señora repartió subsidios y otros regalos para los más pobres, igual como se hace hoy. Algunos dicen que el tema es quién reparte más de estos regalos. Según estas personas, la centro-izquierda lo hace siempre mejor. Es algo mágico. ¿y el centro liberado de la censura izquierdista? Hay gente que está ansiosa por recuperar puestos y sueldos y salir a repartir estos regalos, saludando de paso a los que tienen cada vez más. Porque tenemos ricos cada vez más ricos y pobres que no han salido realmente de una situación precaria y a veces miserable. El sector privado tiene más poder que el pueblo chileno. Tiene más poder que el Estado. Más poder que Parlamento. ¿Entonces? No hay un pueblo organizado masivo. No hay un Estado regulador. El individualismo está masificado. Lo solidario, por ejemplo, se hace dentro de este paradigma. La gente es ocasionalmente solidaria, pero no se organiza para ser solidaria en forma permanente. La teletón, aparentemente, mueve a todo el país. Pero, muchos empresarios que parecen muy generosos, pagan bajos sueldos a sus trabajadores amparados por la ley. La misma gente de una población popular que reúne dinero con mucho sacrificio, con rifas y otras actividades, etc. para cooperar con la teletón, discrimina a personas de otras poblaciones que sienten como inferiores o más pobres. Los grupos socio-culturales territoriales o funcionales no representan al pueblo masivo. Una cultura de la solidaridad organizada es mínima. En resumen: se hace agitación social pero no se construye un nuevo tejido social solidario o comunitario popular permanente. Se producen protestas masivas que desaparecen al poco tiempo. Y lo peor, se cuestiona a la autoridad, desconociendo el poder real que esta tiene frente al sector privado. ¿Qué puede hacer un senador realmente? ¿Qué puede hacer un consejal o un alcalde en este sistema neo-liberal que impera hoy en Chile? Por lo menos hay que tener esto claro, cuando se hace una crítica política. En el pasado los conservadores y los liberales se atacaban mutuamente. Era un problema de poder y en segundo lugar ideológico: católicos contra anti-clericales, pero, la explotación en los campos se mantenía intacta y lo mismo en el resto de la población urbana. Hoy esta confrontación se da entre la concertación y la derecha. Dentro del sistema que impera se puede gritar, insultar, etc. con límites, pero todo queda igual. Se escucha una respuesta: no tengo atribuciones para impedir un alza de pasajes. Pero, se aparece en la tv, en la radio y en el diario. Eso es todo. Hacer política en Chile hoy es cambiar esto. ¿Cómo? primero, reconociendo que esto está pasando y segundo, partir de lo local, paso a paso, construyendo cosas concretas que de todas maneras estarán dentro del sistema. La gente necesita cosas concretas y no mera agitación. Ejemplo, que el Estado vía la municipalidad, tenga una locomoción alternativa más barata mientras los privados no bajen las tarifas. Dentro del sistema de mercado. Esto supone una ley, un proceso legislativo,etc. y bastante dinero. Porque, una mera agitación es un nuevo consumismo que se desgasta según los mecanismos del sistema establecido. Nada más. MARIO ANDRÉS DÍAZ MOLINA: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)

UN PADRE MISERICORDIOSO QUE NO DEJÓ DE ESPERAR EL REGRESO DE SU HIJO.

UN PADRE MISERICORDIOSO QUE NO DEJÓ DE ESPERAR EL REGRESO DE SU HIJO. DOMINGO 4 de Cuaresma - Ciclo "C" -10 de Marzo de 2013 -Las lecturas de este Cuarto Domingo de Cuaresma siguen teniendo como tema la conversión, idea central de toda la Cuaresma. El Evangelio nos trae la muy favorita parábola del Hijo Pródigo. La Primera Lectura del Libro de Josué (Jos. 5, 9-12) nos presenta la celebración de la primera Pascua de los hebreos ya en la Tierra Prometida. “Todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo” (2 Cor. 5, 17-21), nos dice San Pablo en la Segunda Lectura. En efecto, atrás quedó la purificación de 40 años en el desierto y el maná como alimento diario. Dios ha perdonado las infidelidades de su pueblo y les ha dado un suelo del que comerán frutos sacados de la tierra. En el Evangelio, también “lo viejo pasa y ya todo es nuevo” al regresar el hijo pródigo a la casa del padre y al ser perdonado por ese padre terrenal de esta bella historia, con el cual Jesús trata de describirnos cómo es su Padre, nuestro Padre, Dios. ¡Qué lección tan bella nos ha dejado Jesús en su Evangelio con esa historia del hijo pródigo para explicarnos cómo es con nosotros nuestro Padre, Papá Dios¡ (Lc. 15, 1-3 y 11-32). Esa parábola, junto con la de la oveja pérdida, nos hablan con maravillosa elocuencia sobre el Amor y la Misericordia de Dios. La del hijo pródigo tal vez sea una de las parábolas más conocidas del Evangelio. El hijo que gastó toda una herencia, que ni siquiera le correspondía. Es la historia de cada uno de nosotros cuando hemos desperdiciado las gracias que Dios nuestro Padre nos ha dado, y que ni siquiera merecemos. El hijo, lleno de egocentrismo, de deseos de libertad, sin pedir opinión -mucho menos permiso- y sin importarle cómo se sentiría su padre, se va de la casa con el mayor desparpajo. Y ya sabemos la historia. Tenía que sucederle lo que le sucedió: despilfarró todo y llegó a la indigencia total. Tan grave era su necesidad que quiso comer de la comida de los cerdos, pero no lo dejaban. No le quedó más remedio que regresar a casa. Regresa el hijo a casa y la verdad sea dicha que no regresa por amor, sino por pura necesidad. Y aquí nos da Jesús la escena más conmovedora: “Estaba todavía lejos cuando el padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él y, echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos.” ¡Cuántas veces no se habría asomado el padre triste al camino para ver si por acaso al hijo se le ocurría regresar! ¡Cuántas veces no se asoma nuestro Padre Dios y nos ve descarriados por los caminos de nuestra indiferencia para con El, de nuestras preferencias por todo lo que nos aleja más de la casa y, triste, se vuelve para otearnos desde lejos en algún otro momento! (Es lenguaje figurado, pues Dios conoce hasta nuestros más insignificantes movimientos y nuestros más íntimos pensamientos. Podríamos decir que nos tiene “en pantalla” constantemente). Y lo que esperaba de su padre el hijo que regresa, no sucede. El hijo temía el rechazo de parte de su padre. Pero no. ¡No recibe lo que merece su culpa! No hay reprensión, ni el más mínimo reclamo: sólo amor, perdón y ternura. Lo mismo pasa cuando nosotros, cual “hijos pródigos”, nos levantamos de nuestro error, de nuestras andanzas lejos de casa y decidimos regresar. Por eso hemos cantado en el responsorio del Salmo: Haz la prueba y verás ¡qué bueno es el Señor! ¿Qué sucede, entonces, si arrepentidos, pedimos perdón a Dios en el Sacramento de la Confesión? Dios nos perdona, y nos perdona de tal manera, que ni siquiera nos reclama, ni nos pone a pagar lo que despilfarramos. Sin tomar en cuenta nada, nos invita a comenzar de nuevo. Todo es amor y ternura para con el hijo que vuelve. Ropas nuevas que se nos dan con la absolución de nuestras culpas en la Confesión. Y celebraciones y fiesta, “porque este hermano tuyo estaba muerto (muerto por el pecado) y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”. Por cierto San Pablo en la Segunda Lectura (2 Cor. 5, 17-21) nos habla del “ministerio de la reconciliación”, clara alusión al Sacramento de la Confesión. En efecto, el Catecismo de la Iglesia Católica así lo ve, y al referir esta cita de San Pablo, (CIC #1442) nos dice que Cristo “confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico (Obispos y Sacerdotes), que está encargado del ‘ministerio de la reconciliación’ (de que nos habla San Pablo). El Apóstol es enviado ‘en nombre de Cristo’ y ‘es Dios mismo’ quien a través de él, exhorta y suplica: ‘Déjense reconciliar con Dios’”. Y termina San Pablo su súplica a todos nosotros de arrepentimiento y confesión de esta manera: “Les suplicamos que no hagan inútil la gracia de Dios que han recibido... Este es el momento favorable, éste es el día de salvación” (2 Cor. 5, 1-2). La Cuaresma es tiempo propicio para convertirnos y “volvernos justos y santos”, como también nos pide San Pablo en esta lectura (2 Cor. 5, 21). Dios siempre espera, usando un lenguaje alegórico, pero el ser humano tiene que querer regresar a la casa del Padre. No está determinado a regresar o no regresar. Es libre para decidir pedir perdón y cambiar de vida. Esto se manifestará en un estilo de vida centrado en Dios y en una apertura al Otro, basado en el amor y la verdad divina. La presencia del mal no se supera visualizando una llama violeta o pronunciando ciertos sonidos con significados esotéricos. Necesitamos arrepentirnos de nuestras desviaciones morales y pedir y aceptar el perdón de Dios por los méritos de Cristo. Esto es la conversión y el sentido de la confesión sacramental. MARIO ANDRÉS DÍAZ MOLINA: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)

martes, 5 de marzo de 2013

REFLEXIÓN FUNDAMENTAL

REFLEXIÓN FUNDAMENTAL LOS CATÓLICOS EN LA FE TENEMOS UN FUNDAMENTO COMÚN BIBLÍCO Y APOSTÓLICO; EN LA MORAL TENEMOS UN FUNDAMENTO COMÚN DISCERNIDO POR EL MAGISTERIO Y LOS FIELES; EN LA VIVENCIA DE CADA VOCACIÓN NECESITAMOS DISCERNIR CON LOS CRITERIOS COMUNES DEL EVANGELIO Y EN LA POLÍTICA Y RELATIVIDAD DE LOS PROYECTOS TEMPORALES O CIVILES TENEMOS DERECHO A UNA DIVERSIDAD DE OPCIONES Y VISIONES IDEOLÓGICAS O TÉCNICAS, QUE SIN ANULAR LA LIBERTAD PERSONAL NUNCA DEJAN DE FUNDAMENTARSE EN LO ESENCIAL DEL CRISTIANISMO. POR LO MISMO, HAY QUE APRENDER A DISCERNIR LO FUNDAMENTAL Y LO OPINABLE; LO QUE ES COMÚN Y EL LEGÍTIMO PLURALISMO QUE PROMUEVE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA. NO BASTA IR A MISA EL DÍA DOMINGO PARA SER UN CATÓLICO ADULTO, EN ESTA SOCIEDAD DE LA DIVERSIDAD DONDE VIVIMOS, NECESITAMOS NO TAN SOLO CREER EN ALGO ABSOLUTO, HAY QUE DISCERNIR LAS APLICACIONES CONCRETAS DE UNA VERDAD REVELADA; SE HACE ÉTICAMENTE NECESARIO TOLERAR LO QUE NOS PARECE ERRONEO, PERO OTROS LO ASUMEN COMO JUSTO O VÁLIDO; EN DEFINITIVA HAY QUE RESPETAR LO QUE SE CAPTA COMO VERDADERO, ADMIRAR LO QUE SE SIENTE COMO MUY VALIOSO Y TOLERAR POR UN BIEN MAYOR LO QUE SE CAPTA Y SIENTE COMO UN ERROR Y SI ES NECESARIO DENUNCIAR LO QUE HA CONCIENCIA SENTIMOS QUE HAY QUE DENUNCIAR, SIEMPRE HACERLO APELANDO A LA CONCIENCIA DE LOS DEMÁS Y AL RESPETO DE LOS DERECHOS HUMANOS COMO UN VALOR UNIVERSAL. NO ES LEGÍTIMO TENER UNA DOBLE MEDIDA EN TEMAS DE MORAL CIVIL: LA TORTURA ES TORTURA EN TODAS PARTES, POR EJEMPLO, EN CUBA Y EN CHILE, ETC. MARIO ANDRÉS DÍAZ MOLINA.

viernes, 1 de marzo de 2013

LAS 9 COSAS QUE HAY QUE SABER SOBRE LA «PROFECÍA DE LOS PAPAS» DE SAN MALAQUÍAS

LAS 9 COSAS QUE HAY QUE SABER SOBRE LA «PROFECÍA DE LOS PAPAS» DE SAN MALAQUÍAS Desde el verdadero San Malaquías hasta la lista supuestamente profética pasan 450 años. Y curiosamente, desde la aparición de la lista, no acierta casi ninguna predicción. Con el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI, mucha gente habla de "la profecía de los Papas" atribuida a San Malaquías. Pero ¿qué importancia tiene esto? ¿Es algo que deba inquietar o quitar a la paz a los creyentes? 1. ¿Qué es la "la profecía de los Papas"? Es un documento que publicó en 1595 un benedictino llamado Arnoldo de Wyon dentro de una historia de la orden benedictina que estaba escribiendo. Se trata de una lista de 112 frases cortísimas y enigmáticas en latín, que se supone que representan a papas desde la época del obispo irlandés San Malaquías, del siglo XII, en adelante. Es Wyon quien dice el autor es San Malaquías. También él dice que no le consta que nunca antes se hubieran publicado en forma impresa. Además del listado de frases enigmáticas, Wyon añade una serie de interpretaciones y análisis que él atribuye al historiador y dominico español en Roma Alfonso Chacón (c.1530-1599). 2. ¿Quién fue San Malaquías? ¿Es fiable? San Malaquías (1094-1148) fue el arzobispo de Armagh, en Irlanda. Fue monje, abad, obispo y finalmente Primado de Irlanda, un gran reformador de la Iglesia y avivador de la fe. Murió en Claraval, Francia, en brazos de San Bernardo de Claraval, en 1148, quien le admiraba y escribió de él, de sus obras y de sus milagros. Por él sabemos que en 1139 el irlandés visitó Roma y se entrevistó con el Papa. Que San Malaquías es santo y modelo de pastor y reformador no lo duda la Iglesia. Pero San Bernardo, que tanto lo quiso y que tanto escribió sobre su amigo, milagros incluidos, nunca escribió nada sobre ninguna profecía, visión, ni lista enigmática que hubiera dejado este santo. Ni rastro de esta lista profética hasta 450 años después. 3. ¿Por qué la gente habla de San Malaquías y la supuesta profecía estos días? Porque la lista se acaba con el papa 112º. Benedicto XVI sería el número 111 de la "lista de San Malaquías". Y para el 112, la última anotación, en vez de un par de palabras, encontramos esta frase: "Pedro el Romano, que nutrirá las ovejas en muchas tribulaciones; cuando acaben, la ciudad de las 7 colinas será destruida, y el juez terrible juzgará a su gente. Final." Así, el Papa que surgiera del Cónclave actual sería el último, Roma sería destruida, llegaría el juicio final, etc... Por eso la gente repasa listas de papables que se llamen "Pedro", a saber: Péter Erdo(arzobispo de Budapest), Peter Turkson (africano, de Ghana, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz) y, como segundo nombre, Odilo Pedro Scherer (arzobispo de Sao Paulo). 4. Pero, ¿qué credibilidad da el Magisterio de la Iglesia a esta "profecía"? Ningún documento del Magisterio ha aprobado de ninguna manera nada de esta profecía ni se le ha dado ningún reconocimiento. 5. ¿Hasta qué punto podemos hablar de que sea "auténtica"? San Malaquías murió en 1148, era un personaje bien conocido y popularizado por su amigo, San Bernardo de Claraval, el eclesiástico más influyente de su época. Pero ni San Bernardo ni nadie habló jamás de ninguna profecía de San Malaquías hasta que en 1595 la publicó Arnoldo de Wyon, casi 450 años después. Quizá Arnoldo de Wyon se la inventó. O quizá un bromista o estafador falsificador creó efectivamente la lista misteriosa en el siglo XVI, la puso en un archivo romano y ahí la encontró Arnoldo, documentándose para su historia benedictina. 6. Pero ¿la profecía acierta en los 111 papas que ya ha cubierto? Los investigadores se han dado cuenta que acierta mucho con los papas anteriores a 1590. Y acierta poco con los papas posteriores. Eso refuerza la idea de que el autor la escribió en 1590. Esto ya lo veía el historiador y benedictino gallego Benito Jerónimo Felijóo en su Teatro Crítico Universal (1724–1739). Jimmy Akin, popular bloquero y apologista católico, hizo recientemente el experimento personal de repasar cada papa con su "profecía": hasta 1590, el 95% de las profecías aciertan claramente, y solo un 5% son vagas o dudosas. Desde 1590, sólo un 8% aciertan claramente (un 41% fallan y un 51% son vagas e indemostrables). Curiosamente, los aciertos (¡y sobre todo los fallos!) de las frases anteriores a 1590 coinciden sospechosamente con un libro de historia de los Papas que escribió en 1557 el historiador agustino Onofrio Panvinio, bibliotecario del cardenal Alejandro Farnesio. Parece que el verdadero autor de las profecías usó ese libro. 7. ¿Ejemplos de "profecías" que aciertan? "Ex castro Tiberis" (de un castillo en el Tiber) se refiere evidentemente a Celestino II (1143-1144), nacido en Citta di Castello, al lado del río Tiber. "Frigidus abbas" es Benedicto XII (1334-1342), que fue abad de Fontfroide (Fuentefría). "De parvo homine" (De un hombrecito), es Pío III (1503), cuyo apellido era Piccolomini (en italiano, de piccolo y uomo, hombre pequeño). 8. ¿Ejemplos de "profecías" que encajan sólo forzadas? "Aquila rapax" (águila rapaz) correspondería a Pío VII (1800-1823). ¿Por coincidir con el reinado de Napoleón? Pero entonces la frase no define al Papa sino a alguien más o algo más que actúa durante su papado... y entonces cualquier cosa sería aplicable: ¡siempre habrá algún gobernante rapaz como un águila en el mundo! Las profecías anteriores a 1590 se refieren a los Papas, no a eventos de su tiempo. "Religio depopulata" (religión destruida) correspondería a Benedicto XV (1914-1922); de nuevo, no habla del Papa. Sí, la Revolución Rusa en 1917 dañó la religión en Rusia (pero no en Italia). Siempre hay algún poder que daña la fe en alguna parte del mundo. 9. ¿Y Jesús y la Iglesia que dicen de todo esto? Jesús, respecto a calcular días del fin del mundo o el Juicio Final dice, básicamente: "Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora" (Mateo 25,13); y sobre cómo vivir teniendo en cuenta el futuro Jesucristo enseña esto: "No estéis ansiosos sobre el futuro, que tiene sus propias ansiedades. Cada día ya trae su propia preocupación" (Mateo 6, 34). El Catecismo de la Iglesia, en su párrafo 67, habla de las "llamadas revelaciones privadas, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia". Incluso las reconocidas cumplen una condición: "su papel no es mejorar o completar la Revelación definitiva de Cristo, sino ayudar a vivir más plenamente en un cierto periodo de la historia". Tratar de ligar papas y frases enigmáticas es una curiosidad intelectual o incluso supersticiosa, no algo que ayude a vivir la fe con plenitud. Sería más útil, por ejemplo, conocer al verdadero San Malaquías, ver sus obras y celo evangelizador en la Irlanda del siglo XII y tomarlo como modelo, en vez de perder el tiempo con lo que con toda seguridad es una falsificación del siglo XVI. Fuente: religionenlibertad. P.J. Ginés. MARIO ANDRÉS DÍAZ MOLINA: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)

SI BIEN DIOS NOS AMA COMO SOMOS, NOS AMA DEMASIADO PARA DEJARNOS SOMETIDOS AL MAL: NOS PIDE UN CAMBIO DE VIDA!

¡SI BIEN DIOS NOS AMA COMO SOMOS, NOS AMA DEMASIADO PARA DEJARNOS SOMETIDOS AL MAL: NOS PIDE UN CAMBIO DE VIDA! DOMINGO 3 de Cuaresma- Ciclo "C" -3 de Marzo de 2013 -El tema de la Liturgia de este Domingo es la llamada a la conversión, tan propia de este tiempo de Cuaresma. En la Primera Lectura (Ex. 3, 1-15) vemos el relato del llamado de Dios a Moisés para preparar la salida de Egipto del pueblo de Israel y guiarlo a través del desierto a la Tierra Prometida. Destacan en esta lectura del Libro del Éxodo, entre otras cosas, la identificación de Dios como “Yo-soy “. ¿Qué significado tiene este misterioso nombre? Esta revelación de Dios a Moisés -y a nosotros- nos informa sobre la naturaleza y la esencia misma de Dios. Nos dice que Dios existe por Sí mismo y existe desde toda la eternidad. Dios siempre fue, Dios es y Dios siempre será. Dios no depende de nada ni de nadie, y todos los demás seres deben su existencia a Él y dependen de Él. Esto se llama en Teología “aseidad”, es decir, aquel atributo en virtud del cual Dios existe por Sí mismo y subsiste por Sí mismo y no por otro. Dios es la “Causa Primera” de todos los demás seres, y El no tiene causa. Todos los demás seres proceden de otro; Dios no. Dios se basta a Sí mismo. La “aseidad” es la fuente de todas las demás perfecciones de Dios. Entre otras cualidades, Dios es el Ser que subsiste por Sí mismo y que no tiene límites. Es dogma de fe, entonces, que Dios es el “Ser increado”; mientras nosotros somos creados. Es, además, el “primer Ser”, de donde derivan su existencia todos los demás. Es, también, el “Ser independiente”, que de nadie depende, mientras nosotros dependemos de Él. Es el “Ser necesario”, cuya no-existencia es imposible, mientras que nuestra existencia no es necesaria. Gran lección de humildad meditar sobre los atributos divinos contenidos en esa misteriosa frase: “Yo soy”. Además, el pensar en que Dios se identifica como “Yo soy” nos mueve también a tener más confianza en El, sobre todo en el sentido de vivir el presente, sin angustiarnos por el futuro y sin estar afectados por el pasado. Cuando pensamos en el pasado, con sus errores y en lo que pudo ser y no fue, no estamos en Dios, pues El no se identificó como “Yo era”. Cuando pensamos en el futuro con sus angustias e incertidumbres, no estamos en Dios, pues El no se identificó como “Yo seré”. Cuando vivimos en el presente, dejando a Dios la carga del pasado y las preocupaciones del futuro, sí estamos en El, pues El se identificó como “Yo soy”. Dios, entonces, prepara la salida de su pueblo de la opresión de los egipcios para hacerles atravesar el desierto durante 40 años antes de llegar a la Tierra Prometida. Y ese recorrido por el desierto tiene como fin ir purificando sus costumbres, ir domando su rebeldía, ir desapegando su corazón de los ídolos y de los bienes terrenos. En fin de cuentas, el paso por el desierto no sólo fue para llevar al pueblo de Dios a la Tierra Prometida, sino para enseñarlo a depender solamente de Él. De allí que el paso por el desierto tenga para nosotros también un sentido de conversión, porque si bien Dios nos ama como somos, nos ama demasiado para dejarnos así. Por eso nos llama a la conversión, especialmente en este tiempo de Cuaresma, y nos hace pasar por las vicisitudes del desierto. Para nosotros el paso por el desierto es una ruta de desapego, de cambio, de conversión profunda, para llegar a la total dependencia de Dios, a la total dependencia de Quien se identificó como “Yo soy”, el Ser Supremo, independiente, infinito, de quien dependemos totalmente... aunque a veces hayamos creído lo contrario. Nos portamos igual que el pueblo de Israel en el desierto, el cual nunca se decidió a una total entrega a Yavé, sino que tuvo sus vaivenes entre la obediencia a la Voluntad Divina y el reto a Dios, entre la confianza en la Providencia Divina y el reclamo a Dios, entre la fidelidad a Dios y la idolatría... La historia del pueblo de Israel en el desierto es muy parecida a nuestra propia historia personal. Por eso San Pablo en la Segunda Lectura (1 Cor. 10, 1-12), refiriendo los favores inmensos que Dios dio a los hebreos en el desierto, nos advierte contra una seguridad un tanto atrevida que solemos tener por el hecho de pertenecer al “nuevo” pueblo de Israel que es la Iglesia de Cristo. No basta esa pertenencia “oficial” a la Iglesia, sino que debemos intentar comportarnos de manera diferente a los israelitas en el desierto. Dice San Pablo que todos esos israelitas recibieron las mismas gracias: cruzaron el Mar Rojo, comieron el Maná, bebieron del agua de la Roca, etc. Pero, sin embargo “la mayoría de ellos desagradaron a Dios y murieron en el desierto”. San Pablo es claro: “Todas estas cosas le sucedieron a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros y fueron puestas en las Escrituras como advertencia para los que vivimos los últimos tiempos”. Así como San Pablo cataloga de “advertencias” las cosas que sucedieron en el desierto, el Señor nos trae otras “advertencias” en el Evangelio de hoy (Lc. 13, 1-9). Y ¿qué son esas “advertencias”? Son llamados de Dios a la conversión. Jesús mismo nos aclaró esto al menos en dos oportunidades. Una de ellas nos la presenta el Evangelio. Y veamos la reacción del Señor al ser informado acerca de una masacre “cuando Pilato había dado muerte en el Templo a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios”. Ante la información que le traen, Jesús no toma una posición de defensa nacionalista ante el poderío romano, sino más bien da una enseñanza que va más allá de las consideraciones humanas y políticas. Y aprovecha la ocasión para mostrar que ese sufrimiento no tiene nada que ver con la condición de los fallecidos. Y más importante aún: para hacer un dramático llamado al arrepentimiento, advirtiendo del riesgo que corremos si no nos convertimos. ¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que los demás galileos?, les pregunta. Y El mismo contesta: “Ciertamente que no”. Como para continuar el tema de la culpabilidad y el castigo, Jesús trae otro ejemplo similar a la discusión. “Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no”. Pero, mientras no seamos capaces de tomar las situaciones de persecuciones, de accidentes o de enfermedades como advertencias para cambiar de vida, para convertirnos, para arrepentirnos de nuestras faltas y pecados, estamos desperdiciando estas llamadas que Dios nos está haciendo para nuestra salvación. Dios nos habla claro: “Si mi pueblo se humilla, rezando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, Yo, entonces, los oiré desde los Cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7, 14). MARIO ANDRÉS DÍAZ MOLINA: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Título en trámite)