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domingo, 18 de octubre de 2015

El Matrimonio, como signo de Cristo y consagración del amor. Reflexiones Teológicas Dominicales. 18-Octubre-2015.

A.- Toda la vida de un cristiano, está relacionada o unida con Dios. En el cristianismo lo profano y lo sagrado, lo temporal y lo eterno, lo material y lo espiritual, lo mental y lo corporal, lo político y lo eclesial o pastoral, se pueden diferenciar con claridad, pero en la vida interior y personal e interpersonal, son aspectos que existen, operan y funcionan dentro de una unidad que emerge de lo personal y se proyecta en lo social. El misterio divino se manifiesta en lo profano y toda la vida humana de un creyente queda unida a la acción transformadora de Dios. Esto se hace concreto en la vida sacramental de la Iglesia y en su proyección cotidiana. En el sacramento del matrimonio, esto se hace muy concreto o tangible y un cristiano consciente lo vive como una espiritualidad sacramental en medio de la sociedad civil. B.- La sexualidad en el cristianismo no es sagrada en un sentido panteísta, (no somos dioses del sexo, somos creaturas que participamos en la acción creadora de Dios, somos “pro-creadores en Cristo”) y lejos de ser un mal, es una vitalidad que es asumida, consagrada reiteradamente por todos los sacramentos; porque todo el ser de un hombre o de una mujer es sexuado. Nuestra sexualidad es redimida en el Bautismo, santificada en la Eucaristía, purificada en el sacramento de la Reconciliación, ungida santamente en la Unción de los enfermos, fortalecida por el Espíritu Santo en la Confirmación, consagrada en el sacramento del Orden, porque un sacerdote sigue siendo un ser sexuado y el celibato es una forma de consagrar todo el ser sexuado de un Presbítero al servicio de Dios y de los hermanos; pero donde la sexualidad se hace un signo sacramental que une a un hombre con una mujer, es precisamente en el sacramento del Matrimonio. Solamente dentro de este misterio divino, se puede entender porque el Matrimonio sacramental es indisoluble en el cristianismo. Porque solamente con Dios es posible vencer el mal que el ser humano por sí mismo no puede superar o vencer. En este espíritu podemos leer este versículo referido al matrimonio: Efesios 5:32 “Grande es este misterio; más yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia”. (RVR 1960) 1.- Un fruto de la encarnación del Verbo de Dios, de Cristo, es la permanente presencia de Dios en la vida de cada ser humano. La soledad absoluta solamente existe en el infierno. El infierno no es otra cosa que la ausencia total de Dios. El amor supera la soledad y el egoísmo. No se puede amar sin la existencia del Otro. Y el Otro es Dios, el prójimo, toda la creación. Un hombre aislado en un lugar apartado de la civilización, puede estar solo, sin la compañía de otros seres humanos, pero en su interaccionar con el medio, proyecta su vida interior y su afectividad. No deja de amar de una u otra manera: a la naturaleza que lo rodea, a los animales, a los seres que alguna vez amó o recuerda, incluso puede amar profundamente a Dios y en Dios amar espiritualmente a toda la humanidad y consagrarse a la oración solidaria. Esto último, no lo valora adecuadamente un materialista que niega lo mistérico o lo sobre-natural y sólo ve la acción material como única forma de solidaridad. Esta misma forma de ideología, tampoco valora-aunque tiene la obligación de tolerar a quien piensa y vive de otra manera sin obligarlo a aceptar creencias o valores-el sentido de una consagración del amor y la sexualidad. Hablar de un sacramento o de un signo de Cristo, es hablar de la encarnación de Dios. Y si Dios vive en nosotros y con nosotros se hace posible lo que es humanamente imposible. Este es el sentido más fundamental de la “religación del cristianismo”, porque no tiene sentido después de la encarnación, una creencia meramente abstracta o ritualista en el nivel mismo del cristianismo. En este contexto, el matrimonio cristiano es un misterio de Dios. Y por ser un signo de Cristo, es indisoluble, porque Cristo es la esencia misma de la unidad de un hombre y mujer que se consagran a amarse en el matrimonio y participan en la acción creadora de Dios y Cristo, no puede ser dividido por el mal, al contrario lo venció y hace posible nuevas creaturas y un nuevo mundo, que tiene su crecimiento y plenitud en Dios. 2.- El amor, puede ser una construcción biológica-cultural, incluso depende en algún grado limitado, de una energía “química corporal-síquica”, pero su fuente primera y sentido pleno se concretiza en la trascendencia divina. Amar es participar de la vida de Dios. El cuerpo, es un bien esencial del ser humano. Para el cristianismo amar el cuerpo hace posible amar a la esposa, porque es un amor que no se queda en lo etéreo, es real, se preocupa del dolor del ser amado, se “hace carne” en el reconocimiento y necesidades del cónyuge. En el cristianismo la “consagración del amor encarnado” es un signo del matrimonio como sacramento y el mismo Cristo une y santifica lo que une y lo que Cristo une, es indisoluble. Un hombre y una mujer cristianos, unidos en matrimonio, son un signo de Cristo en medio de la sociedad humana. “Vosotros, los maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola mediante el lavado del agua con la palabra, a fin de presentársela a si gloriosa, sin mancha o arruga o cosa semejante, sino santa e intachable. Los maridos deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, y nadie aborrece jamás su propia carne, sino que la alimenta y la abriga como Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. ‘Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán dos en una carne’. Gran misterio es éste, pero yo lo aplico a Cristo y a la Iglesia. Por lo demás, ame cada uno a su mujer, y ámela como a sí mismo, y la mujer reverencie a su marido)” (Ef 5, 22-33). Conclusión: Vivimos en una cultura de lo desechable, donde vivir, para millones, es un mero consumir y digerir placenteramente la existencia. Esta cosificación del placer por el placer, penetra por todas partes, pero las mismas víctimas de esta adicción generada para maximizar las ganancias de un capitalismo atrapado en una producción de bienes de consumo, sin otro objetivo que enriquecer a unos pocos, experimentan una y otra vez el vacío de un placer cosificado, de un sexo sin amor, de una satisfacción limitada a lo sensorial sin atender a la necesidad de captar lo espiritual y desarrollarlo como un aspecto esencial de la vida. En este contexto, el cristianismo como un auténtico humanismo abierto a la trascendencia, rescata y consagra la sexualidad y hace del matrimonio un signo de una nueva humanidad que goza los placeres de la vida, del cuerpo, del sexo y del diario existir, en comunión con el Señor de un Nuevo Mundo, donde el gozo en su plenitud es santo y es el mismo amor que redime lo humano y lo une a Dios. (*)Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule (Este comentario fue publicado en El Heraldo, diario local de Linares, el domingo, 18 de octubre del 2015)

Temor supersticioso y fragmentación de la vida eclesial de los fieles laicos. Reflexiones Teológicas Dominicales. 11-octubre-2015.

A.- Una señora que vive en Cueva del León, un lugar rural de la comuna de San Javier, hace un tiempo, comentaba que el párroco de Melozal le había dicho: “con esta mano (izquierda) maldigo y con esta mano (derecha) bendigo”. Según ella le tiene miedo, porque la puede maldecir. Otras personas le han escuchado decir lo mismo. Hay un temor supersticioso alrededor de este cura, que deforma su figura de “padre espiritual”. Algunos para “estar en la buena”, como dicen, le pagan misas privadas y así “capean el miedo” si es que le tienen miedo y es cómodo, porque no tienen que ir a las capillas o al templo (Es lo que dicen). Pero, la mayoría sigue practicando una “religión de rituales”, asistiendo en forma pasiva a funerales, bautizos, primeras comuniones y en otras ocasiones, perdiéndose por meses u años del templo parroquial o capillas. Los católicos de este lugar rural, no existen como una comunidad fraternal que se esfuerza por cohesionarse como una “Iglesia unida que se preocupa de sus miembros”. B.- Pero, esto no es muy diferente a lo que ocurre en todas partes. Las pocas comunidades de fieles laicos contrastan con una masa de creyentes que viven sus creencias en forma individual y sin sentido de pertenencia a una Iglesia como familia de Dios. Incluso, estas comunidades no están relacionadas entre sí. Algunas organizaciones laicales, se relacionan una que otra vez, pero ¿existe una conciencia eclesial que tenga como un objetivo, entre otros, conocerse mutuamente y cultivar un constante acercamiento entre los fieles organizados, de otras parroquias, diócesis, países, etc.? Es evidente que miles de creyentes no se pueden conocer o relacionar como los miembros de una pequeña comunidad parroquial o de una capilla. Es humanamente imposible que miles se conozcan íntimamente y vivan en la vecindad, pero en esto hay un aspecto que muy pocas veces se menciona: el Espíritu Santo. La unidad de la Iglesia es un don divino y los cristianos conscientes, lo cultivan en la medida humana de lo posible y el Espíritu Santo, alma de la Iglesia, hace lo que falta para que todos los fieles tengan un mismo sentir y esto necesariamente, sin conocerse. Pero, hay que buscar siempre minimizar las distancias entre las comunidades cristianas, en lo posible. 1.- En la medida que los laicos se relacionen entre si y se organicen para hacer de la Iglesia una organización global, que promueva una conciencia de pertenencia, a pesar de las distancias territoriales y dificultades para comunicarse, incluso por sobre naciones, razas y sistemas político-económicos, se podrá rescatar la “Religión cristiana” del poder de los que usan la superstición de la gente para dominar y abusar. La unidad cristiana efectiva, tiene como desafío superar la fragmentación clasista y egoísta de la actual sociedad neo-liberal. Han sido los intereses más sórdidos los que han dañado la misión de la Iglesia, debilitando su fuerza transformadora, evitando que se construya una civilización inclusiva, fundada en la misericordia cristiana, tolerancia civil, formas comunitarias de vida y solidaridad. Los peores enemigos de la Iglesia, siempre son los internos. Un mal sacerdote hace más daño moral y espiritual que un anti-cristiano o anti-clerical. Un grupo de laicos que se adueñan de una comunidad cristiana impidiendo la diversidad, hacen más daño que una televisión materialista y promotora del sexo como libertinaje y evasión. 2.- En el mismo caso de los abusos sexuales, los laicos conscientes tienen que organizarse como redes de prevención, denuncia y reparación a nivel mundial, relacionándose con entidades o fundaciones que se han especializado en este tema. Hoy es posible organizarse en redes, gracias a la moderna tecnología digital. A través de la red, se hace posible promover una Iglesia masiva de laicos. Un laicado adulto consecuente y fiel a Cristo, hará posible depurar y renovar la vida interna y pública de la Iglesia y un fruto muy importante, será un nuevo modelo de sacerdote, obispo o cardenal, que no siga perpetuando el clericalismo y apoye la construcción de una Iglesia fraternal, comunitaria e inclusiva, que sea una organización de la misericordia que a su vez, ayude a que la sociedad civil, sea una organización de la tolerancia y el pluralismo centrado en el valor de la persona y en sus derechos y deberes de alcance universal. 3.- Contra este ideal de creyente cristiano e Iglesia, se opone una forma alienante de religiosidad, que no es una relación de personas libres en lo espiritual y mental. Hay creyentes que ya hemos mencionado aquí, que no se relacionan con los demás y con Dios sanamente: comprar o creen comprar lo sagrado y alguien se los vende, tienen miedos pseudo-religiosos, se hacen cómplices de abusos, etc. Pierden su integridad personal. Un caso concreto, es la víctima de un abuso sexual que no denuncia a su abusador y deja que este siga abusando de otras víctimas. No importa que se siga abusando de otros niños o adolescentes, el abusado se transforma en un cómplice. Es un círculo vicioso que hace posible la impunidad. Conclusión: Los laicos católicos, que viven su fe-esperanza-amor, y son conscientes que son Iglesia, tarde o temprano sienten que tienen que organizarse desde donde viven, para compartir la vida espiritual que llevan en su interior y necesitan discernir, ojalá con el apoyo de sacerdotes sanos y santos, consagrados a una vida religiosa auténtica. Si no hay sacerdotes cercanos y sanos en sentido espiritual, de todas maneras tienen que organizarse y crecer en conciencia eclesial, su perseverancia tendrá como fruto el desarrollo de la Iglesia y el surgimiento de vocaciones sacerdotales que completarán la vida sacramental. Así fue en la Iglesia primitiva, primero se generó la santidad de la familia que hizo posible ambientes, donde germinaron las vocaciones a una vida consagrada en castidad y virginidad de hombres y mujeres. Los primeros obispos, presbíteros y diáconos eran casados en su mayoría. Basta leer el Nuevo Testamento. Un celibato sano y santo es fruto de una Iglesia de familias cristianas sanas y santas. (*) Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule (Este comentario fue publicado en El Heraldo, diario local de Linares, el domingo 11 de octubre del 2015)

domingo, 4 de octubre de 2015

La mejor manera de defender a la Iglesia ¿Es el encubrimiento del abuso de algunos de sus miembros? Reflexiones Teológicas Dominicales. 4-octubre-2015.

La mejor manera de defender a la Iglesia ¿Es el encubrimiento del abuso de algunos de sus miembros? Reflexiones Teológicas Dominicales. 4-octubre-2015. Hace unos años, mientras terminaba mi carrera de pedagogía en Religión y Filosofía en la UCM, Talca. Publiqué una carta abierta que tenía como objetivo motivar a un párroco de Linares que me había revelado la “doble vida” de otro párroco de esta Diócesis. En esta publicación le pedía que formalmente denunciara a este sacerdote, que él, caracterizaba como un abusador sexual, homosexual, borracho, corrompido por la sed de dinero, un mal ejemplo para la sociedad, especialmente para los jóvenes y sobre todo un peligro permanente para los niños y adolescentes que pudieran estar a su alcance. Nada hizo este párroco, que a su vez fue acusado de ser un abusador. Aparentemente todo quedó en nada. La desconfianza entre muchos fieles de Linares, es evidente. No me refiero a los que atacan a la Iglesia desde afuera, sino a los creyentes que necesitan creer, esperar y amar en un ambiente, fraternal, sagrado y seguro, como podría decirlo el papa Francisco. También, es evidente la “sensación de impunidad” que miles de personas sienten como un “lastre que oscurece la forma” como algunos clérigos están abordando o han abordado estos graves delitos y el dolor moral asociado a una “sensación de impotencia”, de “no poder hacer algo efectivo” que muchos católicos hemos experimentado o experimentamos frente a hechos de esta naturaleza que a veces encontramos en el camino de nuestra vida. ¿Qué hacer? 1.- Con no poca repugnancia recuerdo el comentario de un sacerdote, que reaccionó con un “espíritu de cuerpo”, frente al caso que menciono al inicio de este artículo: “él no puede denunciar a un colega” y un “profesor de religión tampoco debe denunciarlo”, “la gente ama a su Iglesia y no quiere dañarla más de lo que está”. Es decir el secretismo es casi un deber y “tapar los vicios de algunos curas” es un acto de “amor a la Iglesia”. ¿Y las víctimas de abusos? Un cardenal dijo: refiriéndose a “unos abusados” que no eran niños o menores de edad “sabían lo que hacían, comentó”. ¿Eso es todo? ¿Denunciar estos abusos es traicionar a la Iglesia? ¿No se hace irrespirable el ambiente moral de la Iglesia, el saber que hay un abusador en el clero y que es un secreto a voces y pareciera que nada se puede hacer? ¿No es esto lo que está dañando a la Iglesia católica? 2.- La Iglesia Católica, ha sido siempre perseguida y esta constante se terminará al final de la historia. Los sacerdotes y consagrados en general, son objeto de ataques y calumnias. Pero, no todo es persecución o calumnia. Encarcelar al “cura tato” por abusos sexuales, no fue una persecución. “Enclaustrar” en un convento o monasterio a un abusador, con la pena o penitencia de rezar diariamente por sus víctimas, se siente como una burla o una “caricatura de castigo”. No es una calumnia. ¿Qué testimonio de conversión y penitencia está dando el tristemente famoso “cura Karadima” viviendo en un ambiente bastante cómodo? Este siniestro personaje era considerado como un santo por sus discípulos. Y es probable que algunos de ellos lo sigan considerando una víctima, a juzgar por sus “cartas apologéticas” que enviaron al Vaticano y solamente “acataron” las “órdenes verticales de arriba” y “convenientemente guardan silencio” de lo que realmente piensan de su “formador”. Esta es la duda que no pocas personas tienen hasta el día de hoy. Los enemigos de la Iglesia son oportunistas y evidentemente usan estos casos. ¿El secretismo se justifica por este motivo? 3.- El 13 de abril del 2013, una abuela muy afectada nos reveló a mí y a mi esposa, que “su nieto había sido abusado sexualmente por el segundo párroco que se menciona aquí”. Su nieto fue monaguillo. Escuchamos con mi señora, los detalles y como quedó este adolescente. Nos comunicó que habían intentado comunicarse con el Obispo, pero no supieron llegar y al parecer esto hizo abortar el intento. Le sugerimos que denunciara este hecho ante un tribunal civil. Quedó de hablar con su nieto. Desde entonces he hablado con sacerdotes, para compartir este hecho y poder hacer algo efectivo y abordarlo como corresponde. Pero, han pasado los largos meses y siento que nada he podido hacer. No he podido hablar personalmente con esta persona, que ahora es un joven y cuando sufrió este abuso era un adolescente. Siento a la Iglesia que está más cercana, como un “ambiente de impunidad”, donde podemos estar rodeados de cientos de católicos, pero completamente solos para asumir estos casos de conciencia que “golpean brutalmente el corazón mismo de la moral” que se dice que hay que vivir o intentar vivir. Estoy muy decepcionado por lo que está ocurriendo en la Iglesia y “soy católico gracias a Dios y al testimonio que desde niño recibí de mi santa madre” y comparto con mi esposa, el “dolor moral” de la impotencia que se siente por no poder hacer algo efectivo frente a estos hechos tan nefastos. Me siento más en la frontera de la Iglesia, que en una “Iglesia institucional” demasiadas veces muy poco fraternal y si muy verticalista y autoritaria, controlada por unos pocos. Conclusión: Creo sinceramente, que el ocultar un abuso de un sacerdote y ver las denuncias por abuso sexual o de otro tipo, como un querer hacer daño a la Iglesia o al prestigio de los sacerdotes o grupos parroquiales, etc. es un grave error y además, es una complicidad y así lo ven millones de personas. ¿Por qué el Papa Francisco ha creado un tribunal en el Vaticano para investigar estos abusos sexuales de miembros del clero? ¿Será por querer ser simpático o porque hay demasiado secretismo que está “pudriendo” de alguna manera, la vida interna y pública de la Iglesia? El sacerdote, que me comentó con “espíritu de cuerpo” sobre los dos párrocos mencionados aquí, es un formador y publica comentarios de documentos de la Iglesia. Lo leo a veces, pero es como si leyera a un fantasma, me cuesta llamarlo “padre”, prefiero decirle señor. ¿Cómo podría considerarlo un “padre”? ¿Qué valor tiene su supuesta “paternidad espiritual o pastoral”? Este sentimiento, no parece ser marginal entre los católicos de hoy. ¡Qué se entienda alguna vez: el secretismo eclesiástico, que es un encubrimiento o una complicidad, está matando la “paternidad espiritual de los curas, obispos y cardenales” y la “maternidad de la iglesia” y esto, es grave, porque necesitamos “padres espirituales” y la Iglesia, “cuerpo místico de Cristo”, tiene que ser depurada para ser “fiel Esposa del Señor y Madre, en Cristo, de todos los creyentes”! (*) Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. (Este comentario fue publicado en El Heraldo, diario local de Linares, el domingo 4 de octubre del 2015)

jueves, 14 de mayo de 2015

Confesar los pecados y recibir el perdón de Dios, tiene como fruto la paz y el crecimiento espiritual en Cristo. Reflexiones Teológicas Dominicales. 17-mayo-2015.

Confesar los pecados y recibir el perdón de Dios, tiene como fruto la paz y el crecimiento espiritual en Cristo. Reflexiones Teológicas Dominicales. 17-mayo-2015. Todos hemos pecado, y una de las consecuencias del pecado es la culpa. Los sentimientos de culpa son sanos en la medida que nos llevan a buscar el perdón, la paz y recuperar el equilibrio interior. Al momento en que una persona se vuelve del pecado para poner su fe-esperanza-amor en Jesucristo, inicia un proceso de arrepentimiento que pasa por la confesión sacramental y hace posible un cambio de vida. El arrepentimiento, que es don de Dios, conduce a la salvación (Mateo 3:2; 4:17; Hechos 3:19) y a la paz interior y social. 1.- En Cristo, aún los pecados más viles son purificados (ver en 1 Corintios 6:9-11 la lista de hechos perversos que son perdonados). La salvación es por gracia. Siempre será posible el arrepentimiento y recibir el perdón y paz de Dios. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1 Juan 2:1). 2.- “La liberación del pecado, sin embargo, no siempre significa liberación de los sentimientos de culpa. Aún cuando nuestros pecados son perdonados, todavía los recordaremos. Cuando un cristiano experimenta sentimientos de culpa, se propone hacer lo siguiente: a) Confesar todos los pecados conocidos y que no se hayan confesado. En algunos casos, los sentimientos de culpa son apropiados, porque la confesión es necesaria. Muchas veces, nos sentimos culpables ¡porque somos culpables! (Ver la descripción que hace David de la culpa y su solución en el Salmo 32:3-5). Un buen confesor, tiene que apoyar a un cristiano a acercarse a Dios. b) Pedirle al Señor que le revele cualquier otro pecado que necesite ser confesado. Ten el valor de ser totalmente abierto y honesto ante el Señor. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad.” (Salmo 139:23-24). c) Confía en la promesa de Dios de que Él perdonará los pecados y quitará la culpa, basándose en la sangre de Cristo (1 Juan 1:9; Salmo 85:2; 86:5; Romanos 8:1). d) En ocasiones, cuando surgen los sentimientos de culpa sobre pecados ya confesados y abandonados, rechaza tales sentimientos como una culpa falsa. El Señor ha sido fiel a Su promesa de perdonar. Lee y medita en el Salmo 103:8-12. El Salmo 32 es un estudio muy provechoso. Aunque David había pecado terriblemente, él encontró la libertad, tanto del pecado como de los sentimientos de culpa. Él lidió con la causa de la culpa, y la realidad del perdón. El Salmo 51 es otro buen pasaje para investigar. El énfasis aquí es la confesión del pecado, la manera en que David ruega a Dios con un corazón lleno de culpa y dolor. Los resultados son la restauración y el gozo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17)”. 3.- a) Cristo, no salva sin hacernos participar libremente en nuestra restauración espiritual. La presencia de Dios en nuestra realidad más humana, no nos hace pasivos, esto no significa que merezcamos nuestra salvación. Pero, sería contradictorio, después de tener claro, que necesitamos ser salvados por Dios, pretender ignorar nuestro crecimiento espiritual en Cristo. Porque Dios realmente nos purifica, podemos crecer en santidad y amor profundo a los demás y así ir transformando el mundo, esperando la manifestación definitiva del Reino de Cristo. b) El sacramento del Perdón, es Cristo mismo, que nos persona, nos purifica en medio de su Iglesia y de la humanidad. El pecado tiene consecuencias sociales y en medio de la sociabilidad humana, se nos da el perdón. El pecado no está en nosotros, porque seamos seres podridos que “secretamos pecado”. Un pesimismo hamartiológico (voz griega "hamartia" que significa pecado) no es necesario para justificar la salvación de Jesucristo. Basta que el pecado afecte la vida humana e impida el crecimiento espiritual en comunión con Dios, para quedar fuera del alcance humano, la salvación. Cristo, es nuestro único salvador. La salvación se hace efectiva en medio de este mundo, pero no desarrolla su plenitud en este mundo. El cielo, es la plenitud de la salvación. 4.- El cristiano no es un creyente sumido en la culpa. Decir esto de un cristiano, es un discurso anacrónico, que busca administrar los pre-juicios que han sembrado por décadas, los enemigos más deshonestos del cristianismo. La paz interior es una característica de todo auténtico cristiano. La felicidad interior en medio de todas las presiones del mundo es el sello de todos los santos y santas del cristianismo católico. Esto se puede entender, porque el equilibrio interior, fruto de una vida ordenada, es una fortaleza espiritual que permite soportar, a veces, heroicamente, la persecución de un mundo contrario a Dios. Este mundo logra penetrar en la Iglesia, pero hasta el momento no ha logrado deformar o tergiversar el cristianismo. Los santos son los testigos de una profecía siempre actualizada en la historia de la Iglesia: el mal no prevalecerá sobre la Iglesia. Solamente las sectas que buscan falsificar el cristianismo, hablan de una supuesta tergiversación que se hunde en una nebulosa mítica, que solicita una credulidad que ignora la sana racionalidad. La fe en cambio, ilumina la razón y la eleva al misterio, sin pretender racionalizar lo que no puede ser alcanzado por la razón. Al hacer esto, la razón puede reconocer su grandeza delimitada dentro de la lucidez. Conclusión: el perdón de Dios, es el fundamento de una sociedad más justa y fraterna, de una Iglesia reconciliada y que puede hacer efectivos los frutos de una familia que tiene como padre, al mismo Dios; como hermano, al único salvador del mundo, el Verbo encarnado y como amor transformador, al mismo Espíritu Santo, que renueva la fisonomía moral de la tierra y hace venir el Reino de Dios, que llegará a su plenitud al final de la historia y más allá de la muerte. Somos llamados a vivir la bienaventuranza de la paz en medio de esta sociedad plural y babilónica en sus anti-valores. Cristo, es el Señor de toda la creación y no el espíritu del mal. Nuestra paz interior, corazón de la paz social, es un sello que denuncia la maldad del mundo enemigo de Dios y del ser humano: hombre y mujer. El perdón de Dios nos da esa paz tan deseada por la humanidad. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

jueves, 2 de abril de 2015

Jesucristo y la Nueva Creación

La Resurrección de Jesucristo y la Nueva Creación.------------------------------------ Reflexiones Teológicas Dominicales. 5-abril-2015.----------------------------------------------- Creer en la resurrección es creer en Dios y en el ser humano. Sin Dios no se puede entender el sentido más profundo de la realidad y en particular la muerte, sin Dios, es absurda. Sólo el Hijo de Dios, puede quitar el aguijón doloroso de la muerte y recrear al mundo en armonía con Dios. La resurrección de Jesús es el supremo don humano-divino que el cristianismo anuncia a toda la humanidad, a todas las culturas y sistemas socio-político-económicos que configuran la diversidad planetaria de nuestra civilización global. Dios es salvador, porque es la única soberanía absoluta que no aplasta la libertad humana. 1.- la resurrección de Jesús es el inicio de la resurrección de los seres humanos. Es el fundamento de todo lo que una mujer y un hombre pueden hacer de bueno, justo y santo. Lo mejor de cualquier persona, en Cristo tiene su raíz. Todas las otras religiones, buscan superar o aliviar la angustia de la muerte, pero sólo el cristianismo tiene un fundador que trascendió la muerte y la iluminó con el gozo eterno de su resurrección. Si bien todas las otras religiones fueron fundadas por hombres, las buenas acciones de sus creyentes, lo santo que puedan tener, son posibles porque Cristo resucitó y los efectos de su resurrección, se hacen una constante invitación a descubrir en Cristo, al único salvador que desde lo profundo y sin conocerlo claramente, nos ama y nos enseña en la medida de nuestra razón, la voluntad de Dios. En este anuncio e invitación a la conversión, la Iglesia viviente que tiene como Cabeza al mismo Jesucristo, con tolerancia y diálogo propone a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que Dios es trino y que envío a su Hijo para rescatarnos del mal y por medio del Espíritu Santo, renueva la tierra, hasta llegar a su plenitud en la Nueva Creación, al final de la historia. El paso necesario para recibir este don y tarea histórica, es la conversión de nuestros errores y pecados que nos hacen egoístas y nos separan de Dios y de una vida fraternal. 2.- En 1 Corintios 15, Pablo explica en detalle la importancia de la resurrección de Cristo. Algunos en Corinto no creían en la resurrección de los muertos, y en este capítulo, Pablo da seis consecuencias desastrosas si es que no hubiera resurrección; 1) No tendría sentido el predicar a Cristo (v.14); 2) la fe en Cristo sería vana (v. 14); 3) todos los testigos y predicadores de la resurrección serían mentirosos (v. 15); 4) nadie sería redimido del pecado (v. 17); 5) todos los creyentes que nos precedieron, habrían perecido (v. 18); y 6) los cristianos serían la gente más digna de compasión en el mundo (v. 19). Pero Cristo, sí, se levantó de entre los muertos y “primicias de los que durmieron es hecho.” (v. 20), asegurando que lo seguiremos en la resurrección para vida eterna, si libremente queremos entrar en su Reino, reconociendo nuestra responsabilidad y culpabilidad en lo que corresponde y cambiando de vida. Consecuencia de nuestra conversión verdadera, es nuestra paz y liberación del pecado. El perdón de Dios, tiene como fruto una vida de libertad, fraternidad, alegría y fortaleza frente a las dificultades de la vida, que a veces son muy duras y mortificantes. Pero, la alegría tiene como fuente el gozo de Cristo resucitado. 3.- La inspirada Palabra de Dios escrita y no-escrita, que el Magisterio y todo el pueblo cristiano interpreta de acuerdo a su espíritu, nos asegura que la muerte ha sido radicalmente superada y ahora, es un tránsito hacia la vida eterna, que diariamente caminamos como peregrinos de lo divino. Pablo en 1 Corintios 15:55, “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” ¿Cómo describen estos versos la importancia de la resurrección? Pablo responde, “...sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (v. 58). Él nos recuerda que sabiendo que seremos resucitados a una vida nueva, podemos sufrir persecución y peligros por amor a Cristo, tales como Él padeció (vv. 29-31), y al igual que miles de mártires a través de la historia, quienes gustosamente fortalecidos por la gracia se dejaron matar o martirizar, porque en sus vidas estaba el germen de la vida eterna. Porque no murieron para desaparecer, sino para entrar en la comunión definitiva con Dios trino. Conclusión: Dios no se impone en nuestra vida, contra nuestra libertad. Libremente lo aceptamos. Pero, él siempre nos ama primero, siempre nos facilita nuestro acercamiento a él, sin presionarnos ni atemorizarnos con un castigo. El castigo eterno será siempre consecuencia de una vida perversa, egoísta y contraria al amor y mandamientos universales de Dios. Esta es una verdad importante que no se pude ocultar, pero tampoco deformar. Hay una condenación eterna que es una consecuencia directa de nuestros actos malos, deliberadamente cometidos. Dios, siempre busca que, a través, de la conversión y cambio de vida, el mal sea erradicado por la gracia y, una vida de justicia unida a Dios y a los Otros que son nuestros prójimos, sea el fruto del Reino que ya está entre nosotros y que se manifestará en su plenitud, en la gloria de la humanidad restaurada en Cristo, que es lo que la biblia llama Reino de los Cielos. No podemos olvidarnos de esta verdad revelada: así como existe la vida eterna, también existe una muerte eterna, que no es una aniquilación o desaparición total de la persona, que vivió y murió en el pecado, que deliberadamente cometió, sino es una existencia donde Dios está ausente. Dios no puede obligar a su creatura racional y libre a amarlo y cumplir sus mandamientos y así como respetó su libertad y toleró el pecado cometido, deja que las consecuencias se hagan eternas: si se vivió y murió en el bien: vida eterna y si se vivió y murió en el mal: muerte eterna. Es la justicia en todo su sentido. La misericordia divina tuvo su momento, que es este mismo momento. Podemos tener algo de alegría, libertad, amor, esperanza, paz, etc. porque Dios, ahora mismo nos está tocando. Cuando Dios deja de tocar el alma-cuerpo de un ser humano, con amor y misericordia, es el infierno. No hay ningún ser humano, incluyendo al más perverso, que mientras viva en este mundo, no sea tocado con amor por Dios. Por lo mismo, nadie podrá decir, dentro de su situación cultural y religiosa, que no tuvo toda la gracia de Dios, para vivir en el bien y morir en el bien, que viene siempre de Dios y, que el hombre y mujer, no pueden generarlo sin Dios. Por eso se dice que la salvación no se merece o no se gana por méritos propios, es solamente gracia y misericordia de Dios, por los méritos de Cristo.-------------------------------------------- Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

viernes, 20 de marzo de 2015

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA.

EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. Reflexiones Teológicas Dominicales. 22-marzo-2015. Está universalmente demostrado que todo grupo religioso necesita de una autoridad para la defensa, conservación e interpretación de la propia doctrina. En el caso del cristianismo, la Palabra de Dios, constituye un patrimonio que no puede ser manipulado ni interpretado de cualquier manera. La Iglesia es un Sacramento de Salvación y tiene como deber y misión transmitir la Enseñanza de Jesús, de forma autentica y sin deformaciones. Por otro lado, la Biblia, al tener una estructura histórica o cultural diferente a los cánones sociales de nuestro tiempo, necesita ser interpretada. Hay muchos temas morales, económicos, técnicos, etc. que no están presentes en el mundo bíblico, esto hace necesario que la Biblia sea interpretada siguiendo la orientación esencial de su mensaje que es lo permanente. 1.- La obediencia al Magisterio se hace necesaria por estas razones mencionadas, en la medida que este Magisterio está constituido por personas que se dedican en forma especial a estudiar y comprender las fuentes y de esta manera asegurar que no se traicione la identidad misma del cristianismo. Frente a esta necesidad de un Magisterio se pueden dar diferentes posiciones: Una que cae en el inmovilismo negando el desarrollo, que ciertamente se da en la interpretación de las fuentes, cayendo en una actitud cerrada frente a este desarrollo de la verdad revelada. Otro extremo, es caer en un subjetivismo que desvaloriza la función de los Pastores. La actitud prudente parece ser la intermedia: Mantener la fidelidad al Magisterio y hacer una relectura del dato revelado, desde las nuevas situaciones que se presentan. 2.- Tradicionalmente, se ha sostenido que la Enseñanza de la Iglesia, se da en tres formas de declaraciones magisteriales; La primera, sería una Declaración infalible que requiere del asentimiento de la fe. La segunda, sería una Declaración necesaria, para entender la doctrina revelada y que requiere de una aceptación, obediencia y docilidad a pesar de que lo presentado no es definitivo. La tercera, Declaración seria propositiva, que también requiere ser respetada y valorada por los fieles. 3.- Se han intentado nuevas formas de “revelación” del Magisterio, pero la doctrina del Concilio Vaticano II, llama a una religiosa sumisión ante los pronunciamientos del Magisterio. Se ha planteado una relación respetuosa entre la teología y el Magisterio. Los teólogos tienen como función profundizar en las verdades de la fe, sin perder el vínculo con la Sagrada Escritura y la Tradición permanente de la Iglesia. Manteniendo este respeto, los teólogos están llamados a encontrar nuevas vertientes de la verdad revelada, incluso plantear nuevas propuestas teológicas que ayuden a comprender mejor la doctrina y la moral cristiana. Este trabajo de exploración y profundización de la verdad revelada, son propuestas que son presentadas a la Iglesia, para que sean corregidas o ampliadas en un diálogo fraterno, hasta que puedan ser asimiladas por toda la Iglesia. En esta dinámica teólogos y pastores no han de faltar los conflictos. 4.- Los pastores buscan transmitir y conservar la verdad. Los teólogos buscan más bien explicar y justificar la verdad. En esto se da muchas veces un conflicto no menor, que tensiona las relaciones con el Magisterio. Pero, el teólogo católico tiene la confianza de que tarde o temprano, sus aportes serán asimilados por la Iglesia en la medida que sean válidos y tengan consistencia. Por otra parte, se puede dar un “disentimiento respetuoso”. El pluralismo de opiniones es lícito y necesario, sin caer en la postura extrema de considerar que la propia posición es la única verdadera y ortodoxa. Estas opiniones se dan en unas condiciones básicas y fundamentales, para escuchar obedientemente al Magisterio: La primera, es superar la excesiva desafección hacia la Iglesia. La segunda, condición, sería el conocimiento de la doctrina presentada por el Magisterio. Se hace demasiadas veces, una lectura parcial y superficial de las declaraciones que la Iglesia propone sobre una determinada materia. No es prudente y sensato quedarse exclusivamente en el propio juicio. Nuestras propuestas deben ser razonables y comprensibles, cuando las presentamos a la Iglesia. En realidad, este proceso de diálogo fraternal con los Pastores nunca termina por afianzarse. Siempre habrá tensiones, pero, si realmente vivimos el amor de Dios, encontraremos maneras de mantener nuestra adhesión fraternal al Magisterio de la Iglesia y nuestra fidelidad al divino depósito de la fe. Conclusión: Nuestra adhesión es a la Enseñanza de Cristo. La humildad es necesaria, no como una forma de sumisión acrítica, sino, porque en las verdades reveladas no tenemos para comprobarlas, la inmediatez que puede tener a veces, el método científico, que se “objetiviza” y se hace observable exteriormente; en cambio el discernimiento y asimilación de las consecuencias de una verdad espiritual revelada o principio moral, supone un proceso a veces más o menos largo. Por lo mismo, toda verdad religiosa y caso de conciencia, que están siendo discernido o analizado, requiere de un tiempo y un contexto no tan sólo de racionalidad, sino también de oración o comunicación con la fuente de la verdad absoluta: Dios. Un teólogo, no es tan sólo un pensador crítico y metódico, es también un creyente. El resultado de este proceso de investigación, son las propuestas reflexivas, a veces inter-disciplinarias, que se dan a conocer al pueblo creyente y al Magisterio, para iniciar un diálogo fraternal. A conciencia se puede discrepar o disentir respetuosamente con algunas declaraciones o disposiciones del Magisterio. Esto a veces, es una necesidad de algunos creyentes o teólogos y los Pastores, son eso Pastores, y con caridad mutua, tienen que abordar con una prudente urgencia las discrepancias que se presentan. Hoy, esto se siente como un derecho, que supone paralelamente un deber; es decir, como creyentes tenemos derecho a expresar lo que de buena voluntad, hemos discernido sobre un tema puntual y tenemos el deber de escuchar y apreciar la respuesta del Magisterio legítimo de la Iglesia. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

jueves, 19 de marzo de 2015

El lastre de Karadima que está dañando la credibilidad y unidad de la Iglesia Chilena.

Lamentablemente, el Cardenal Ricardo Ezzati, gestionó muy mal los casos de abusos que le tocó abordar como pastor y no supo apoyar a las víctimas. Más bien es una autoridad vertical y hace retroceder a una forma de Iglesia controlada por grupos de poder. (Suponiendo que estábamos transitando a una Iglesia más inclusiva, con un laicado más activo, respetado por el Clero). Y lo peor, no asume que no es un hombre de unidad. Pareciera que todo lo negativo que lo está rodeando, se lo atribuye a un ataque contrario a su persona que es más bien ideológico. Sin negar, que siempre se está atacando a la Iglesia, desde un secularismo agresivo o un laicismo trasnochado, los hombres de Iglesia son legítimamente cuestionados, desde criterios éticos y pastorales; porque cometen errores o no han sabido asumir algunas situaciones internas y a la vez públicas, que han afectado a la institución eclesiástica y a personas de carne y hueso. 1.- El caso Karadima, está latente. Pensar que se terminó su efecto negativo sobre la Iglesia chilena es no ver lo que está pasando ahora mismo. Es una señal muy dañina que este abusador, viva en un ambiente más bien confortable y no en una cárcel, como fue el caso del cura tato. ¿Cómo se está “leyendo” este supuesto castigo “envuelto en seda” que se le aplicó a este abusador sexual, que para algunos de sus discípulos que ocupan puestos eclesiásticos, fue calumniado, como lo expresan en sus cartas de apoyo? Llegó el juicio del Vaticano que lo condenó, pero, pretender que por “decreto” estos defensores de Karadima, experimentaron un cambio de conciencia y volvieron atrás en el tiempo y cambiaron la historia y todo lo que dijeron que vieron o no vieron o vivieron, en este caso, quedó en nada y ahora son testigos de los abusos de Karadima, porque un poder vertical los obliga, es una falta de respeto a la inteligencia de las personas. La desconfianza está presente. 2.- En tiempos de los apóstoles, después de la resurrección-ascensión de Jesucristo, la Iglesia fue perseguida por las autoridades judías y por el imperio romano. Pero, no todo el mal que afectaba a los cristianos venía del “mundo”. Entre los mismos creyentes se dieron conflictos. Entre estos, el fundamentalismo de los judaizantes, que intentaron imponer costumbres judías, a los cristianos que venían de la gentilidad y que no tenían una relación directa con la fe cristiana. San Pablo, intervino enérgicamente, para corregir este exceso, que la gente seguramente, veía como una contradicción y muchos no pudieron ver con claridad la novedad cristiana y se alejaban de la posibilidad de una conversión a Cristo. La oportuna intervención de San Pablo impidió que la Iglesia se transformara en una secta judía. ¿Cuál es la lección de este hecho para nuestro tiempo? Tal vez la más importante: en la Iglesia se cometen errores que la dañan ante las personas que necesitan confiar en esta institución, para encontrarse con Cristo. No es honesto que la gente religiosa o líderes eclesiásticos, pretendan culpar al “mundo” o a la maldad de supuestos enemigos de la fe católica de la decadencia de la Iglesia. Es como culpar al demonio de los pecados personales o colectivos. En la Iglesia se cometen errores, a veces graves, y esto repercute en su llegada a la gente, en su credibilidad. 3.- En Chile, mucha gente dice que es católica y no pocos, dicen que han dejado de serlo o se han alejado de la Iglesia, sin dejar de decir, que son católicos, pero han perdido la confianza en los pastores y no se sienten acogidos ni respetados en los ambientes eclesiales. Esto se hace más manifiesto, en casos puntuales, como es el caso del Obispo Barros. Este religioso es acusado directamente por víctimas de Karadima, como cómplice. La desconfianza, por este caso, se propaga entre muchos laicos y consagrados y, esto producirá un grave daño a la unidad de los católicos chilenos. El apoyo de la Conferencia Episcopal de Chile al Obispo Barros, se agrega a este clima de desconfianza. Ignora al pueblo creyente y esto, para una sociedad que intenta ser democrática o una Iglesia que dice ser una comunidad fraternal, ¿no es un grave retroceso y no traiciona los principios que impulsó el Concilio Vaticano ll? Mencionan la obediencia al Papa Francisco. Es dudoso que el Papa esté bien informado de este caso. Lamento, que el Papa aparezca involucrado en esta situación que dividirá a los católicos chilenos y demuestra que hay grupos de poder en el Clero. La Iglesia como comunidad de todos los fieles es más teoría que realidad. Muy lamentable. 4.- Los laicos católicos chilenos no tienen una unidad orgánica, están dispersos en miles de grupos parroquiales, comunidades piadosas, movimientos, capillas, etc. a veces muy cerrados o pietistas, que se pierden en una masa, más individualista que comunitaria. No hay un liderazgo que los una y organice para, afrontar, entre otras cosas, los problemas valóricos, que cierto secularismo agresivo está instalando en el espacio público. Algunos se ocultan, detrás de hechos gloriosos del pasado. ¡Es hoy, cuando necesitamos una Iglesia con vitalidad espiritual y pastoral, para asumir la nueva situación que está viviendo el país! Esto lo ven personas, que están más afuera, que adentro de la Iglesia. Para ciertos “piadosos católicos” es muy difícil la auto-crítica, culpan al “mundo” de la decadencia de la Iglesia. Conclusión: La Iglesia se construye con todos los católicos, se escucha a toda la comunidad, a los laicos, no sólo al Clero o es una falsedad hablar de una Iglesia fraternal. Se tienen que desarticular los grupos de poder al interior de la Iglesia o tendremos que seguir lamentando el alejamiento de muchos laicos, hastiados del secretismo, redes de protección de abusadores, del clasismo en algunos sectores del Clero, en escuelas católicas, Universidades, Centros de salud que cobran millones que personas humildes no pueden pagar, etc. La crisis de credibilidad de la Iglesia, no se tapa con el Papa Francisco, menos ahora cuando, lo han involucrado, seguramente sin saberlo él, en un caso que divide a los católicos chilenos. Amamos a la Iglesia, pero también queremos que esta Iglesia sea más fraternal, comunitaria, con miles de laicos unidos orgánicamente y no fragmentados en grupos, bajo una dominación que infantiliza a los fieles, porque es más cómodo, para cierto clericalismo que aún sobrevive, y es un claro retroceso que contradice el espíritu renovador del Concilio Vaticano II. ¡Necesitamos que nuestra Iglesia sea más inclusiva y más fraternal! Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

sábado, 21 de febrero de 2015

Obispo Oscar Romero: una teología de la Liberación desde los pobres que caminan con Dios. Reflexiones Teológicas Dominicales. 22-febrero-2015.

Obispo Oscar Romero: una teología de la Liberación desde los pobres que caminan con Dios. Reflexiones Teológicas Dominicales. 22-febrero-2015. Lo importante, es que con el reconocimiento de Romero, se rescatará algo clave, para los cristianos latinoamericanos: la liberación, como praxis cristiana intrínsecamente bíblica, que por sí misma supone una teología pastoral y laical-cristiana, libre de una utilización ideológica sectaria y anti-pluralista. La lucha de clases, reconocida desde las primeras encíclicas sociales, no se tapa con palabras pacifistas, como lo hacen los promotores del neo-liberalismo que sacrifica a millones de personas, para mantener en el poder económico a una minoría; ni se fomenta con el odio y la violencia exacerbados, o la desconstrucción cultural que “desfigura ideológicamente” el cristianismo, como lo hacen los que se presentan como del otro extremo, justificando la exclusión de otras iniciativas liberadoras, y están atrapados en un materialismo que hasta el momento ha terminado generando sistemas opresivos. Tomar conciencia de la opresión de una clase dominante sobre los pobres, para un cristiano consecuente, es ubicar el mal que se comete contra los débiles y buscar una alternativa a la injusticia. Oscar Romero, optó por los pobres y marginados y era muy lúcido para denunciar y proponer hechos concretos de liberación y justicia. 1.- El secretario de Óscar Romero, Mons. Jesús Delgado, habla del futuro beato, al que conoció muy de cerca gracias a su trabajo. Los teólogos de la liberación visitaban a Mons. Óscar Romero y le dejaban sus libros, pero nunca los abrió, él estaba adherido a la doctrina de la Iglesia, afirmó Mons. Jesús Delgado, secretario del futuro beato, quien indicó además que el entonces Arzobispo de San Salvador “se vio jalado de un lado y de otro”, pues también la “izquierda” lo amenazó de muerte. En declaraciones a ACI Prensa, Mons. Delgado señaló que el asesinato del Arzobispo salvadoreño, ocurrido el 24 de marzo de 1980, “fue la oposición a una predicación que él hizo y que es la que Iglesia pide a todos: la conversión a Jesús, a un encuentro personal con Jesús”. Mons. Romero “pidió con el Concilio Vaticano II un encuentro personal con Cristo Jesús, lo cual implicó una opción preferencial por los pobres porque Jesús optó por los pobres para salvarnos a todos”. En ese sentido, el secretario personal abordó la presunta relación que durante años se quiso establecer entre Mons. Romero y la teología de la liberación: “cuando escribí su vida fui a revisar su biblioteca. Evidentemente, los teólogos de la liberación siempre que lo visitaban le dejaban un libro, sus libros”. “Los vi, estaban puros e inmaculados, nunca los abrió, nunca jamás, ni los leyó, ni los consultó nunca. En cambio todos los libros de los padres de la Iglesia estaban manoseados por aquí y por allá, eran la fuente de su inspiración”, afirmó Mons. Delgado. 2.- En ese sentido, aseguró que “Mons. Romero de la Teología de la Liberación no supo nada, no quiso informarse de eso, él estaba adherido fielmente a la Iglesia Católica y sobre todo a la doctrina de los Papas”. “Se fue abriendo el camino con el Evangelio a una teología de Dios presente en los pobres, que podíamos llamarlo así: ‘Dios presente viviendo con los pobres y caminando con los pobres’”, aseguró Mons. Delgado. El Prelado explicó que “este punto fue el que no lograron entender sus amigos de familias ricas en ese momento, y no es que no quisieran entender, es que estábamos en ese momento enfrascados en una lucha entre la Unión Soviética y los Estados Unidos”. Así pues, “la figura de Mons. Romero se vio jalada de un lado y de otro, y él quería permanecer y permaneció siempre en el mismo camino: predicar la palabra de Dios y llamarnos a todos a una conversión a Cristo y con Cristo a la gente más pobre”. En ese sentido, indicó que “la izquierda que se apoyaba en Mons. Romero, se apoyaba en él para sus fines, lo amenazaron de muerte porque bendijo, dicen ellos, el golpe de Estado y la reforma agraria que proponía el golpe de estado en 1979”. Por ello, “le declararon amante del reformismo y no de la revolución y le declararon la pena de muerte”, expresó. En esta situación, “la Navidad de 1979 la vivió bajo el miedo de los fuegos que lo amenazaban por parte de la derecha y la izquierda”. “Fue asesinado el 24 de marzo y yo siempre digo que cualquiera de los dos podía haberle matado, tanto la izquierda como la derecha. Le tenían odio por una u otra razón. Después, la Comisión de la Verdad demostró que fue la derecha la que lo mató”, indicó. 3.- Explicó que “el problema es delicado porque la izquierda lo tomó como bandera de batalla. Dijeron: ‘nuestro es San Romero’. Evidentemente la derecha levantó el grito y ya ven cómo lo usan porque ellos son los que lo arrastraron con él y lo ideologizaron, lo manipularon, los jesuitas lo manipularon, la izquierda lo manipuló, era un hombre que perdió su libertad, se volvió ‘loco’ y todo eso llegaba aquí como documentación de la extrema derecha”. Sobre por qué durante años llegaron informes negativos a la Santa Sede acerca de la figura del futuro beato, su secretario explica que entonces “las noticias que llegaban eran negativas y los Papas, que no conocían bien la situación latinoamericana, guardaban mucha prudencia frente a esto”. “Gracias a Dios ha llegado un Papa que conoce muy bien esta situación latinoamericana y se desbloqueó todo, ahí se abrió camino la justicia y la verdad”, subraya Mons. Jesús Delgado Acevedo. Comentario: Este testimonio, es muy importante, porque viene de una persona muy cercana al Obispo mártir. Es curioso, que personas que atacan a la Iglesia y sueñan con destruirla y sobre todo, piensan y viven oponiéndose a valores cristianos centrales, pretendan utilizar a este Obispo, que era más bien moderado y no un exaltado promotor del enfrentamiento violento contra los opresores. Por otro lado, el “reinado del pre-juicio anti-liberacionista” que promueven los que sospechan de toda búsqueda de mayor justicia, libertad, bienestar, etc. para los pobres, tendrá un desmentido concreto. Otra cosa es discernir y diferenciar la liberación como actitud moral-solidaria y cuestionar, su uso ideológico, que anula los valores cristianos, sometiéndolos a la supremacía del enfrentamiento y exacerbación violenta del conflicto social-político-económico-cultural o destruye por dentro la cultura cristiana. Conclusión: A pesar de todo la Teología de la Liberación, sigue desarrollándose en la Iglesia católica y en otras Iglesias hermanas. Nunca ha sido condenada como tal por ningún Papa, pero se cuestionó el uso de cierto análisis social que al no estar completamente separado de sus supuesto ideológicos, podía anular el mensaje central del evangelio que anuncia el amor, reconciliación, la trascendencia, etc., Algunos entendieron esta teología como socialismo, o una lucha de clases promovida como enfrentamiento y conflicto inevitable, que suponía la aniquilación de un sector de la sociedad, etc. Hoy, no faltan grupos que asocian la liberación con una desconstrucción cultural anti-cristiana o que “desfigura ideológicamente” el cristianismo. (Gramsci). Pero, la teología de la liberación nunca ha sido monolítica y tiene varias vertientes. Personalmente, me identifico con una de estas vertientes, desde hace muchos años y vivo mi fe como un católico latinoamericano. La liberación es clave en el tercer mundo, en África, Asia, etc. Me interesa cultivar una teología desde los pobres que caminan con Dios y espero que los teólogos de la liberación, especialmente los más lúcidos y que no están colonizados por sectores intolerantes, excluyentes y manipuladores, y marquen con claridad una distancia con estos grupos sectarios, puedan aportar a la renovación de la Iglesia y promover la liberación de nuestras sociedades oprimidas por clases dominantes insolidarias y depredadoras. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM

domingo, 15 de febrero de 2015

Papa Francisco: “No hay lugar para sacerdotes que abusan de menores”

Papa Francisco: “No hay lugar para sacerdotes que abusan de menores” Reflexiones Teológicas Dominicales. 15-febrero-2015. Pontífice informó a los obispos y superiores de todo el mundo que no se tolerarán más encubrimientos “para evitar el escándalo”. El Papa Francisco ha escrito el 02 de febrero pasado, una carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales y a los Superiores de los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica para informarles sobre la misión de la Pontificia Comisión para la Protección para los Menores. 1.- El Papa sobre los abusos sexuales es contundente y pide que la Iglesia sea una “casa segura” para proteger los niños: “no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo, porque no hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores”. “Las familias deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura” instó Papa Francisco al clero del mundo para que haga de todo para ayudar a las víctimas de abuso y prevenir nuevos episodios de violencia sexual por parte del clero. 2.- En la misiva publicada este 05 de febrero, el Obispo de Roma exhortó a “vigilar atentamente que se cumpla plenamente la circular emanada por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 3 de mayo de 2011, para ayudar a las Conferencias Episcopales en la preparación de las líneas maestras para tratar los casos de abuso sexual de menores por parte de clérigos”. Cabe recordar que en el mes de julio el Pontífice se reunió con algunas personas que han sido objeto de abusos sexuales por parte de sacerdotes. En la misma carta, el pontífice cuenta que se sintió “conmovido e impresionado por la intensidad de su sufrimiento y la firmeza de su fe”. Estos rostros de sufrimientos, dijo le confirmaron “una vez más” su “convicción de que se debe continuar haciendo todo lo posible para erradicar de la Iglesia el flagelo del abuso sexual de menores y adultos vulnerables, y abrir un camino de reconciliación y curación para quien ha sufrido abusos”. 3.- Responsabilidad del Obispo y Superiores: A las cabezas de la Iglesia en el mundo les invita a ser vigilantes contra el abuso de niños y ancianos. “Corresponde al Obispo diocesano y a los Superiores mayores la tarea de verificar que en las parroquias y en otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y los adultos vulnerables”. En la comunicación pide a las Conferencias Episcopales “de adoptar un instrumento para revisar periódicamente las normas y comprobar su cumplimiento”. Asimismo, insistió en la acogida de quien ha sufrido abuso sexual a través del tratamiento espiritual y psicológico. “Como expresión del deber de la Iglesia de manifestar la compasión de Jesús a los que han sufrido abuso sexual, y a sus familias, se insta a las diócesis y los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica a establecer programas de atención pastoral, que podrán contar con la aportación de servicios psicológicos y espirituales” escribe Francisco. Al final, el Papa solicitó explícitamente la “colaboración plena y atenta” del clero con “la Comisión para la tutela de los menores” instituida en el Vaticano. “La tarea que le he encomendado incluye la asistencia a vosotros y a vuestras Conferencias, mediante un intercambio mutuo de «praxis virtuosas» y de programas de educación, formación e instrucción por lo que se refiere a la respuesta que se ha de dar a los abusos sexuales”. 4.- Comisión para la protección de los menores: El Pontífice instituyó en marzo 2014 la realización de una dicasterio vaticano para proteger a los menores, iniciativa anunciada en diciembre de 2013, y que ahora es confirma para “ofrecer propuestas e iniciativas orientadas a mejorar las normas y los procedimientos para la protección de todos los menores y adultos vulnerables”. La Comisión ha anunciado el Obispo de Roma está conformada por “personas altamente cualificadas y notorias por sus esfuerzos en este campo”. La Comisión para la protección de los menores, en diciembre ha sido reforzada – por voluntad de Francisco- con nuevos miembros, “en representación de las Iglesias particulares de todo el mundo”. Precisamente, la Comisión se reunirá al completo en Roma, por primera vez, en los próximos días. Así es considera por el Pontífice como un instrumento eficaz que “ayudará a animar y promover el compromiso de toda la Iglesia en sus diversos ámbitos — Conferencias Episcopales, diócesis, Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, etc. — para poner en práctica las actuaciones necesarias para garantizar la protección de los menores y adultos vulnerables, y dar respuestas de justicia y misericordia”. Fuente: Ary Waldir Ramos Díaz. 05.02.2015. http://www.aleteia.org/es/internacional/noticias/papa-francisco-no-hay-lugar-para-sacerdotes-que-abusan-de-menores-5810921762979840 Conclusión: La hipocresía del encubrimiento de abusos, con el pretexto de evitar el escándalo, siempre ha sido cuestionada por el actual Papa. El encubrimiento es otra forma de abuso y falsedad. Pero, los abusadores y sus cómplices, tienen en no pocos casos, redes de protección, que estarán siempre conspirando contra la efectividad de las medidas anunciadas por el Papa Francisco. Décadas de post-concilio, demuestran que personas acostumbradas a mandar, a ser consideradas como portadoras de la última palabra y decisión en las comunidades de creyentes y que además, generan una pasividad complaciente de parte de feligreses que no son pro-activos sino obedientes pasivos y a veces alienados, seguirán siendo factores de retraso y tardanza en la necesaria renovación de la actual Iglesia Católica. Por lo mismo, la paciencia y esperanza, son actitudes necesarias para seguir perseverando en la fe-esperanza-amor en forma activa. Los laicos y consagrados conscientes de la gravedad de los abusos en la Iglesia, tienen una tarea que hacer, que no es fácil, pero que no se puede postergar o rehusar hacer, sin dañar gravemente nuestra autenticidad cristiana. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

viernes, 23 de enero de 2015

LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS. Reflexiones Teológicas Dominicales. 25-enero-2015.

LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS. Reflexiones Teológicas Dominicales. 25-enero-2015. La psicología moderna insiste en que desde el comienzo de la vida, el hombre necesita de una ley. No se madura ni se crece humanamente sin poner límites a los propios gustos e instintos. Esta misma ley brota de la dimensión comunitaria del hombre por lo mismo las instituciones reglamentan esta necesidad de poner límites a las pulsiones y deseos humanos. De lo contrario no sería posible la vida social. Sin embargo, la misma vida humana tiene una cierta evolución y dinamismo que hace necesario ir adecuando en el tiempo las leyes que regulan el equilibrio que se hace necesario mantener para ser posible la convivencia. En esto las leyes pueden fallar cuando se quedan muy atrasadas en el tiempo, bloqueando y obstaculizando en vez de favorecer un desarrollo normal de esta relación entre seres humanos. Esta situación anterior se proyecta en la dimensión religiosa. Aquí la ley adquiere un carácter sagrado. Pero también se corre el riesgo de caer en un legalismo y en una desviación narcisista que quita a Dios del centro de la vida, reemplazándolo por una auto-complacencia y auto-búsqueda egoístas. La ley en estos casos se confunde con la opresión y esclavitud interior. Ambas situaciones son incompatibles con la vocación cristiana a la libertad. 1.- El cristiano tiene una relación familiar con Dios. Es una relación de amor, de confianza, incluso ternura que hace de Dios a un padre amoroso con el cual se puede hablar de un tu a tu. Lo anterior fue anunciado por Jesucristo como un mensaje de salvación. Esto escandalizó al mundo judío. Pues los pecadores eran recibidos por Jesús como los predilectos del Padre. Él les pedía un cambio de actitud más bien que un cumplimiento de la ley mosaica. Sin embargo, esto no significa desvalorar la función de la ley sino ubicar sobre ella el valor central del amor transformante de Dios que la ilumina y le da su sentido. Tampoco la libertad se puede entender en un sentido meramente sociológico lo cual nos haría caer en otra forma de alienación que hace perder el sentido salvífico que tiene que tener el librarse de la ley como lo entiende San Pablo. Lo esencial en la enseñanza paulina es que Dios gratuitamente nos salva, nos redime y nos libera de la esclavitud del pecado y de la ley. Por nosotros mismos no podemos salvarnos. Necesitamos de una regeneración que viene de Cristo como fuente de purificación de nuestras raíces más profundas. Hay una fuerza interior que produce una nueva dinámica en la espiritualidad o moralidad humanas: El Espíritu Santo. Esta realidad trascendente hace posible ir más allá de las obligaciones generales, llega al fondo del hombre, donde ninguna ley puede orientar ni iluminar. Por eso, lo primero es tener una experiencia de Dios y no partir del cumplimiento de normas u obligaciones. 2.- Primero está Dios, nuestra libertad y después nuestra moralidad. Es importante el discernimiento y buscar siempre lo que agrada a Dios. Esto último se comprende por nuestra relación familiar con el creador. Es un dialogo que busca saber qué es lo que le agrada a nuestro Padre Dios a quien amamos y a la vez se hace presente en nuestras vidas por medio del amor. Esto supone siempre superar los esquemas humanos que están acomodados a los anti-valores de un espíritu contrario a Dios y que están alejados de su influjo transformador. El cristiano tiene una nueva forma de conocer y experimentar la vida moral. Se identifica con Dios y deja que este actué en su ser. Para hacer un discernimiento de la autenticidad de esta vida espiritual es necesario saber distinguir los signos de una elección acertada es la ortopraxis. En este proceso de discernimiento es posible detectar desviaciones, producidas más bien por debilidad que por malicia. Sin negar tampoco la posibilidad de una real transgresión. Esto justifica mantener una normativa moral, que sirva como guía o recordatorio permanente. Somos débiles y con demasiada facilidad cometemos errores morales. Las normas morales nos ayudan a reconocer esto. Nuestro estado actual es imperfecto. Existirá siempre el peligro de caer en dos extremos negativos: La esclavitud de la ley y el libertinaje. 3.- Toda moral supone optar por ciertos criterios de valoración y, para vivir los valores siempre se tendrá que asumir el límite de lo negativo-positivo que esta opción establece para hacer posible la realización de una vivencia moral. En el cristianismo, moral y religación están esencialmente unidas. El bien es un fruto de la relación del hombre o mujer con Dios. Todo bien verdadero que podamos encontrar en cualquier persona creyente o no-creyente o en cualquier cultura o religión, tiene su origen en Dios. Este bien deseado o realizado libremente, que se puede justificar por creencias o doctrinas diversas, para los cristianos será siempre un fruto de la redención de Jesucristo. En todas las culturas y religiones han existido hombre y mujeres que asumiendo la libertad personal y discerniendo para hacer el bien y evitar el mal, han crecido en espiritualidad y humanidad. Esto es posible porque el anhelo de verdad, bondad y belleza que hay en el espíritu humano es un impulso que viene de Dios, que por la acción redentora de Cristo, por quien fueron creadas todas las cosas, se manifiesta como hecho cultural moral y religioso. La pedagogía divina rescata a los seres humanos a través de sus errores y equivocaciones. Esto se desarrolla en la historia. La Iglesia es un sacramento universal de esta presencia de Dios en el mundo. Por esta razón se puede decir que el Evangelio, es una Buena Noticia de salvación y purificación que toda cultura y religión necesitan recibir como don divino para conocer el rostro verdadero de Dios. Conclusión: A pesar de nuestra fragilidad, por la acción redentora de Jesucristo podemos caminar hacia la libertad y el discernimiento y vivir el ideal evangélico en camino a la plenitud del Reino definitivo de Dios. La presencia salvífica de Dios es universal, todo hombre y mujer de buena voluntad, es tocado/a por el amor redentor de Jesucristo. En el cristiano esto es consciente como fe confesada y vivida, suponiendo la sinceridad y acción de la gracia de Dios. Libremente crecemos en la verdad espiritual y bien moral, Dios respeta nuestro ritmo y desarrollo personal y situacional. Necesitamos orar siempre y en todo momento, para discernir lo bueno y lo malo, en comunión con nuestro Dios-trino, creador y salvador. Sin la gracia de Dios no hay moral cristiana y nuestra libertad personal no logra su plenitud. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

domingo, 11 de enero de 2015

El Bautismo del Señor y la Santísima Trinidad. Reflexiones Teológicas Dominicales. 11-enero-2015.

El Bautismo del Señor y la Santísima Trinidad. Reflexiones Teológicas Dominicales. 11-enero-2015. San Juan Bautista predicada e impartía un Bautismo de conversión: ese Bautismo era como la aceptación de la conversión que se realizaba en aquéllos que, motivados por su predicación, deseaban cambiar de vida. Era un testimonio público de una vivencia interior que es fuente de una nueva forma de ser. De allí que llama la atención el que Jesús, el Hijo de Dios, que se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado, se acercara a la ribera del Jordán, como cualquier otro de los que se estaban convirtiendo, a pedirle a Juan, su primo y su precursor, que le bautizara. Tanto es así, que el mismo Bautista, que venía predicando insistentemente que detrás de él vendría “uno que es más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias” (Mc. 1, 7-11), se queda impresionado de la petición del Señor. 1.- ¡Jesucristo se humilla hasta pasar por pecador, hasta parecer culpable, pidiendo a San Juan el Bautismo de conversión! Pero esta humillación no pretende ser una negación de su naturaleza divina-humana. Nos cuenta el Evangelio que “al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía sobre El en forma de paloma y se oyó una voz desde el cielo”, la voz del Padre que lo identificaba como su Hijo, el Dios-Hombre. Es así como en este bellísimo pasaje de la vida del Señor y de su Precursor, no sólo vemos la revelación de Jesucristo, como Hijo de Dios, sino también la revelación de las Tres Divinas Personas de la Santísima Trinidad. San Juan Bautista nos da el testimonio de lo que ve y escucha: por una parte, puede ver el Espíritu de Dios descender sobre Jesús en forma como de paloma. Las palabras del Bautista describiendo el Espíritu Santo hacen recordar la mención del Espíritu de Dios en el Génesis, antes de la creación del mundo, cuando “el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Gen. 1, 2). Tal vez ese “aletear” del Espíritu Santo hace que San Juan compare ese “aletear” con el aletear de la paloma. Además, San Juan Bautista escuchó la voz de Dios Padre que revelaba quién era Jesucristo: “Este es mi Hijo amado” (Mt. 3, 17). Es decir, en este pasaje del Evangelio vemos a la Santísima Trinidad en pleno: el Padre que habla, el Hijo hecho Hombre que sale del agua bautizado y el Espíritu Santo que aleteando cual paloma se posa sobre Jesús. 2.- El Bautismo de San Juan Bautista no es igual al Bautismo Sacramento. El Sacramento del Bautismo vino después, a partir del momento que Jesús ordenó a los Apóstoles a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Bautismo que nosotros hemos recibido es mucho más que el bautismo de San Juan Bautista en el Jordán. Sin embargo, el Bautismo de Jesús nos recuerda nuestro Bautismo. Jesús es Dios. Jesús no necesitaba ser bautizado. Pero la revelación del misterio más íntimo de Dios: la trinidad de personas divinas, era un progreso de la revelación que debía ser revelado para bien de toda la humanidad. Dios se revela en Jesús como un ser vivo que no se reduce a una idea de lo perfecto. Tampoco Dios es un eterno solitario. Es en sí mismo un “amor amado que ama desde siempre” y por amor crea, salva, perdona, tolera o es misericordioso con los hombres y mujeres que cometen errores y se alejan de su verdadero destino que es encontrar en Dios la plenitud de vida y felicidad. El misterio de la Santísima Trinidad supera toda idea de Dios que se queda en un mero monoteísmo teórico. 3.- Recordar el Bautismo del Dios-Hombre es recordar nuestro bautismo. Pero también recordar la necesidad que tenemos de conversión, de cambiar de vida, para asemejarnos cada vez más a Jesucristo. Es recordar la necesidad que tenemos de purificar nuestras vidas concretas y no etéreas, en las “aguas del arrepentimiento y de la confesión de nuestros pecados”. Así podemos mantener “limpia la vestidura blanca de nuestro bautismo y mantener encendida la luz que recibimos ese día”. Esta simbólica es muy concreta y cotidiana, porque el bautismo no se reduce a un rito sin relación con la vida. Por el bautismo los cristianos son los ungidos de Cristo que viven congregados como una “comunidad trinitaria” que hace la voluntad del Padre. Recordar el Bautismo del Señor es también recordar nuestro futuro eterno, para que cuando nos llegue el momento de pasar a la otra vida, se “abran los Cielos” para nosotros como se abrieron en el Bautismo de Jesús y podamos escuchar la voz del Padre que, complacido, nos reconoce también como hijos suyos. Ser “hijos de Dios” no es un privilegio de un grupo cerrado que se diferencia de otra categoría inferior de creyentes. El bautismo cristiano es una “gracia” o un signo de salvación que Cristo instituyó para ser propuesto a todo ser humano. Su gracia se desarrolla libremente a lo largo de la vida. Conclusión: Lo divino es inefable, pero Dios no se queda en un misterio que opaca al ser humano. Dios no necesita vanagloriarse ante la humanidad, al contrario, se comunica con la creación, en especial con los hombres y mujeres, por amor a sus creaturas. La mente humana conoce a través de su sensibilidad. Lo espiritual humano emerge condicionado por la materia, incluso por lo orgánico. En otras palabras, lo invisible se hace presente a través de lo visible o palpable. El lenguaje humano reúne en su estructura fundamental esta doble característica: espiritual-material. Lo más trascendental se expresa en los límites de la neuro-biología humana. La Biblia está configurada dentro de esta realidad cultural-histórica y Dios asume esta situación y se revela asumiéndola. Dios nos habla con los símbolos creados y propagados por la cultura creyente. Ilumina nuestra sensibilidad y hace palpable para nosotros su presencia y acción salvadora. Así se manifiesta en el bautismo de Jesucristo. El Espíritu “aletea”, “se abren los cielos”, la luz resplandece, desciende el “Espíritu Santo en forma de paloma”, el amor de Dios se manifiesta, etc. Lo más espiritual no se manifiesta en forma etérea. El bautismo sacramental se hace posible en medio de nuestra naturaleza humana en todo sentido. Lo más “sobre-natural” lo vivimos en medio de la naturaleza creada por Dios. El mal afecta esta naturaleza, por lo mismo la redención, es una restauración y sanación de nuestras vidas y entorno. El bautismo cristiano nos vivifica para la vida eterna desde nuestra vida concreta y terrenal. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule. Estudiante de Magister en Ciencias Religiosas y Filosóficas. Mención Filosofía. UCM.

lunes, 5 de enero de 2015

Un santo con americana y corbata

Un empresario con 3.000 trabajadores, padre de nueve hijos y encarcelado por Perón, futuro santo Además fundó una organización empresarial, estaba comprometido en Acción Católica y era miembro de un partido político. Actualizado 30 agosto 2012 Álex Rosal/ReL Podría ser el primer empresario contemporáneo en subir a los altares. Se llamaba Enrique Shaw, era argentino y murió con 41 años en 1962. Aquejado de un severo cáncer, en los últimos meses de su vida eran los propios trabajadores de su empresa, la famosa Cristalerías Rigolleau, los que acudían voluntariamente al hospital para donar su sangre, y contribuir así con sus transfusiones a alargar la vida de su jefe. Un santo con americana y corbata "Enrique era un santo", decían muchos de él cuando murió en 1962, y esa llama de santidad no se apagó con los años. En 1997, el cardenal argentino Jorge Mejía soltó ante un grupo de empresarios la espoleta necesaria para emprender la causa de beatificación. "Creo que la vida de Enrique merece la apertura de una causa". Y con la aprobación del arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Bergoglio, se inició la causa diocesana de beatificación con la recogida de testimonios, que acaba de concluir estos días. A partir de ahora será la Santa Sede la que dictamine la santidad del empresario Shaw. ¿Un empresario santo? Enrique Shaw era un místico enfangado en los quehaceres de la vida diaria. Tenía que cuidar de su mujer y sus nueve hijos, dirigir una empresa de 3.000 empleados, atender la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) por él fundada, sacar tiempo para la Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano de Buenos Aires, dar conferencias y seminarios de formación por todo el país, así como participar en política a través del Partido Demócrata Cristiano. Su frenética actividad estaba impregnada por una honda espiritualidad que la expresaba de forma natural: “La gracia divina no me quita libertad; al contrario, la perfecciona y nunca me siento más libre que cuando estoy bajo el influjo de la suave energía que nace de la luz proporcionada por Dios”. “Cuanto más me creo amado por Dios -escribirá Shaw-, más me siento capaz de amar al prójimo, y de devolver a Dios amor por amor, dándole la única correspondencia que Él me pide: amor a nuestros hermanos”. ¿Un místico al frente de una empresa? Su modo de dirigir a los 3.000 trabajadores que tenía en Cristalerías Rigolleau estaba basada en su experiencia del Evangelio. Su manual de empresa era el propio Evangelio. A Shaw le gustaba repetir que “debemos aplicar la doctrina y el mensaje de Cristo a los problemas concretos de la función empresarial. El empresario ha de encarnar a Cristo en la empresa y la forma de hacerlo es aplicar sus enseñanzas. El problema más agudo es la carencia de gente cristiana capaz de actuar en los niveles más altos de las empresas”. Por eso, ante colegas empresarios que sólo se preocupaban por la rentabilidad económica de su negocio, sin atender a las condiciones de vida de sus empleados, les recordaba que “un empresario con sentido social moderará su espíritu de lucro, reconocerá el valor y la dignidad del trabajo ajeno, tratará al obrero con consideración, y se esforzará para que lleve su trabajo a la elevación económica y moral correspondiente a su dignidad”. Sin duda, toda una revolución para la Argentina de los años cincuenta. La empresa, una comunidad Para Shaw la función de director en la empresa no era ningún privilegio sino un don con el que posibilitar la creación de una comunidad que hiciera elevar la humanidad del trabajador: “Que en la empresa haya una comunidad humana; que los trabajadores participen en la producción y, por lo tanto, den al obrero el sentido de pertenencia a una empresa; que le ayude a adquirir el sentido de sus deberes hacia la colectividad, el gusto por su trabajo y de la vida, porque ser patrón no es un privilegio, sino una función”. O en otra ocasión recordaba a algún amigo empresario que se quejaba de los abusos que cometían algunos trabajadores: “Es indispensable mejorar la convivencia social dentro de la empresa. Hay que humanizar la fábrica. Para juzgar a un obrero hay que amarlo”. Y añadía: "Como empresario, hay que sembrar esperanza, ver la realidad, renunciar al beneficio del momento, ser un puente entre quienes conocen el problema y los sumergidos que piensan en su situación inmediata". Cristianizar a los empresarios Shaw quería implantar un nuevo modelo empresarial, basado en la Doctrina Social de la Iglesia, pero para eso debía "cristianizar la clase patronal argentina". Interpelado por unas palabras del Papa Pío XII, en las que reclamaba un tipo de empresario que mirara más allá de la cuenta de resultado, decide fundar la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE). El general Perón lo encarcela Todo hombre respetado por sus conciudadanos es un peligro para el poder, por eso no es de extrañar que el general Juan Domingo Perón, presidente de Argentina, acabará encarcelando a un personaje como Enrique Shaw en mayo de 1955. ¿La acusación? Conspirar para derrocar al Presidente de la República. Él y otros 18 dirigentes laicos de la Acción Católica son detenidos y encarcelados durante diez días tras ser señalados como responsables de un "complot político". Son obligados a dormir en el suelo, soportar interrogatorios de hasta 10 horas, sufrir presiones psicológicas para "reconocer" un "falso complot" y, con todo ello, la amenaza de la tortura sobrevuela por sus mentes por la insistencia de su carceleros en obtener una declaración jurada de su "delito"... además son incomunicados de sus mujeres y sus abogados. Al final, la presión internacional puso cordura en el Gobierno de la nación, y Shaw y sus compañeros de la Acción Católica fueron liberados sin mediar disculpa alguna. Participación política Pero este atropello de su libertad individual empuja a Shaw a comprometerse en la vida pública de su país colaborando con el Partido Demócrata Cristiano, de reciente creación. Su colaboración política no fue muy intensa. Sus escritos dejan claro lo que esperaba de la acción política: "El remedio a los problemas sociales en el orden espiritual es una vuelta sincera a las enseñanzas del Evangelio (...) En el reconocimiento de las prerrogativas reales de Cristo y la vuelta de los individuos y de la sociedad a la ley de su verdad y de su amor está el único camino de salvación". Agradecimiento a sus trabajadores La enfermedad se agrava y los médicos no se atreven a operar... sólo le mantiene vivo las continuas transfusiones de sangre que le donan sus trabajadores. Shaw, en una emotiva despedida con los empleados de Cristalerías Rigolleau, les agradece en público "la vida" que le están regalando entre todos. "Cuando alguien me hace un regalo- por ejemplo, una lapicera- yo le escribo en seguida para agradecer el obsequio. Pero en este caso he tardado en agradecer el regalo que me han hecho, porque no se trata de expresar mi agradecimiento por el obsequio de un objeto, sino de algo tan vital, tan lleno de sentido como símbolo de la propia vida como es su propia sangre para ser transferida a mis venas. Sólo ahora que estoy reunido con todos ustedes les puede decir con emoción: Gracias, mis queridos compañeros". Es posible que algún día podamos decir de este Siervo de Dios: san Enrique Shaw, intercede por nosotros... Más información: www.enriqueshaw.com.ar