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miércoles, 1 de diciembre de 2010

EL CHILENO-MASA ACTUAL.

“Estoy en completo desacuerdo con tus ideas,
pero daría gustoso mi vida por defender tu derecho a expresarlas” (Voltaire).

Los cambios históricos, científicos y tecnológicos que chile ha experimentado en las últimas décadas se están produciendo con gran rapidez y el ritmo de vida se acelera mucho más que en épocas anteriores en una medida que no tiene precedentes. Sin embargo la vida individual y colectiva del chileno común no ha evolucionado de la misma forma. Se conoce más y se hacen más cosas pero ese saber y ese hacer no está en armonía con una humanización que tiene al ser por sobre el tener o el hacer no es iluminado por el ser y su sentido. El chileno-masa surge como una realidad residual de ese desnivel entre el progreso de la época y el desarrollo integral humano. Las masas no se refieren solamente a las clases obreras chilenas, que en chile son una minoría dividida y contradictoria. En el inconsciente del marxismo chileno esta minoría obrera es el grupo social protagonista del cambio social con el propósito de arrebatarle a las clases altas chilenas y extranjeras que viven en el país, sus privilegios y poder transnacional. Sin embargo, el problema es mucho más amplio, porque el concepto de masa no es cuantitativo sino cualitativo y además es una cualidad individual que tiene necesariamente una dimensión también social. El hombre masa, para Ortega y Gasset, “es el que no está al mismo nivel de si mismo, el que se encuentra a mitad de camino entre el ignorante y el sabio, que cree saber y no sabe, y el que no sabe lo que debería saber.” Esta mentalidad colectiva es el enemigo más grande del chileno actual, porque permite que la clase política del país manipule a sectores importantes de la población, usando los medios de información. Cada gobierno “vende una imagen” de cambio y transformación social, mintiendo ideológicamente. La realidad es que el mercado en chile no tiene contrapesos para minimizar su egoísmo congénito. Nuestra sociedad es injusta y no hay una alternativa para crear una cultura social-política que organice al pueblo con mecanismos de control y regulación del proceso económico. Es un tiempo de irreverencia por creer que es la cumbre del proceso civil chileno: hoy es posible creer que se puede hacer, por ejemplo, la gran reforma educacional o cambios radicales en los servicios de salud, etc. Pero no hay una moral pública en la mayoría de la población. Cuando se puede abusar se abusa, se roba, ejemplo, durante el último terremoto del 27 de febrero, la ocasión hizo al ladrón en demasiadas situaciones, entre los mismos vecinos. Y hay demasiada corrupción en la clase política y sector privado.
En la democracia chilena recuperada por la Concertación, se intentó concretar una aspiración social, la presencia pública y decisiva de la mayoría, cambio que no se realiza de un día para otro sino que es lento, porque nada en la realidad se hace y se deshace en poco tiempo. Cuando desaparece el protagonismo de la Iglesia tendría que haber surgido la culturalización de una ética social basada en un consenso posible, sin embargo, el poder espiritual siempre fue utilizado hipócritamente por la Concertación, sobre todo por el sector marxista. El acuerdo se tradujo en administrar el sistema económico de la derecha chilena. Se ha producido una inmensa riqueza para algunos, pero ha empobrecido la conciencia moral del chileno común, además de las carencias materiales de miles de pobladores. “En lugar de la ética en la sociedad priman el interés y la utilidad, objetivos que no alcanzan para el mantenimiento del equilibrio social sin la posibilidad de generar un poder espiritual.”El día que para el chileno común hacer dinero no sea más la preocupación absolutamente central de su vida, tendrá un nuevo Proyecto Político Nacional, la oportunidad de forjar una nueva categoría de chilenos (as) más sabios que podrán alcanzar su propia altura en un nuevo Chile más justo y equitativo para todos. Entonces podremos hablar de un Cambio real, ahora estamos en otra fase de la descomposición moral donde los poderosos abusan de los más débiles.


MARIO ANDRÉS DÍAZ MOLINA. Estudiante de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule
marioandresdimo@hotmail.com cel. (09) 77477825

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