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miércoles, 27 de mayo de 2009

SARA ROSA CAMPOS CONCHA POESÍA INGENUA Y PROFUNDA (II Parte) POR: Mario Díaz Molina

Del libro “Diez mujeres en la historia de Chile” de Sara Campos (Libro que no alcanzó a publicar) “Diez mujeres en la Historia de Chile es una obra poética que ofrezco, en modesta contribución, al Año Internacional de la Mujer. Tiene como objetivo destacar las imágenes de diez mujeres que, en situaciones y épocas diversas, han tenido una actuación sobresaliente en el transcurrir de la vida nacional. Seleccioné a las que aquí figuran, por parecerme que representan una especie de rúbrica a la calidad y capacidad de la mujer chilena.” Algunos fragmentos del libro citado: “Arguye ferozmente y exaltada; que entrega el hijo a quien ahora es hembra y trocado en mujer, por su deshonra, tendrá que amamantarlo, como enmienda. Que no quiere ser madre de un infame, que de un infame padre haya nacido. Y dejando al pequeño renegado, huye al bosque insensible al cometido. Caupolicán es el jefe aniquilado y es trofeo en las huestes españolas, es el padre y varón que fue humillado y al que luego, el martirio, hará aureola… Y Fresia, quizá oculta entre la selva, exhausta en la explosión de su osadía, bajo el amparo agreste de algún árbol, sufrirá postrada y desvalida, cual trémulo huemul, cayendo inerte, con la flecha clavada en una herida, así, lela, quejosa y agobiada, con un dardo en el alma, llorará dolida” (Poema Fresia). “Del tiempo de la colonia, es una dama genuina, con alcurnias y abolengos, de alta cuna y distinguida. Es el cielo de sus padres, lucerito que encandila y de su trío de hermanos, la regalona y amiga. Es rosa que orna el hogar, una rosa que da vida; es cofre de la algazara y campana de alegría… Sola, pobre, atormentada, y el corazón hecho trisas, su espíritu vive en Chile, y su cuerpo en Argentina…Un día vuelve a la patria con baúles de vigilia, siendo ya la independencia, aurora reconocida.” (Poema Doña Javiera Carrera). “La más tierna y abnegada, que el mundo pueda brindar; darse entera por los suyos, sólo vivir para amar. Su vida entera es cariño con devoción y ansiedad, servir y ser necesaria: sólo vivir para amar…Ella mitigó dolores, dio alivio a la enfermedad, alentó a los decaídos, confortó la adversidad… Así, Rosario y su padre, fueron devueltos al lar, a recibir desagravios por su heroica soledad. Ellos volvieron ajados, tristes en fatalidad, pero no fueron vencidos, ¡por la patria, eso, jamás!. Y a ella, la dulce, la tierna, que vivió por los demás, trayendo al lado a su padre, le devolvieron su paz” (Poema Doña Rosario Rosales, Chilena, hija de Don Juan Enrique Rosales, Vocal de la Primera Junta de Gobierno. Acompañó a su padre al destierro de la Isla de Juan Fernández, después del Desastre de Rancagua). “…Pues, Valdivia traía a dos mujeres, en excelsa embajada a esta región; Inés de Suárez, desde España, María del Socorro, desde Dios. Dos mujeres, llegadas las primeras desde el mundo extranjero a una misión, portando en el mensaje de sus rangos, fe cristiana y civilización. Y fue una gracia de los cielos que en este recóndito rincón, los próceres de nuestra Independencia te ungieran Majestad de la Nación…Desde entonces Señora del Carmelo, has ganado de tu pueblo el corazón, porque cada chileno cedió el pecho, para alzarte ahí un trono de amor…” (Poema Nuestra Señora del Carmen) “Gaviota que naciste en playas de ladrillos cruzadas por la red; gaviota, floreciendo en raqueta de sueños, tus lances prodigiosos, virtuosa del set. Gaviota más veloz que tímida gacela, que jugaba a volar y un lucero alcanzar; gaviota, siempre alzando las alas más arriba en constante lograr. Gaviota del single victorioso, resistente y tenaz; gaviota del saque venturoso y del game triunfal. Gaviota, blanca novia del tenis, floreciendo modestia y sencillez; desde tu corazón ardían los copihues, ansiando descollar de intrepidez. Un día el cielo patrio fue pequeño y alzaste las alas más y más; y arribaste a Inglaterra tras la fama, gaviota de ultramar. Y en Wimbledon, en pos de aquella meta, el santuario del tenis, tu ideal, reinaste con el cetro de los ases y corona mundial. Lloraste en un copihue emocionado y el tricolor se alborotó triunfal; lograste el galardón que ansió tu sueño; ser estrella del tenis, ¡Gaviota sin igual!” (Poema a Anita Lizana, tenista chilena de categoría mundial que ganó en Fores Hill, Inglaterra)
Estos fragmentos de la poetisa Rosa del Campo, aunque insuficientes para apreciar toda la magnitud de su obra, reflejan con nitidez que su visión poética estaba constituida por una intuición creadora que fue generando una poesía romántica en el buen sentido de la palabra. Ella dice, refiriéndose a Gabriela Mistral: “Con profundidad y belleza, le cantó a la creación; inmensa en sus fundamentos, en principios y razón. Tejiendo ternura y rondas, en yunque de paz forjó: misterio, mística y ciencia, sentir, bondad y emoción”. Estos mismos versos se pueden aplicar a toda su creación literaria, que nos traen, desde el fondo de nuestra historia, la grandeza de nuestras madres, hermanas, esposas y colegas que siempre han estado presentes en el proyecto histórico de nuestra nacionalidad. El libro “Diez mujeres en la historia de Chile” de nuestra poetisa merece ser publicado en su totalidad. Seguramente, su impresión recuperaría para las nuevas generaciones linarenses, la riqueza literaria de una digna y egregia hija de esta tierra, profesora normalista, Maestra por vocación, un ejemplo tan necesario para el Chile de hoy.

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