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sábado, 4 de mayo de 2013

¡EL ESPÍRITU SANTO, NOS ENSEÑA A VIVIR EL EVANGELIO!

Domingo, 05 de Mayo del 2013- Domingo, 6º de Pascua - Ciclo C. Es el Espíritu Santo, no otra ley normativa lo que reemplaza a la Ley de Moisés. Es la libertad iluminada por el amor mismo de Dios, lo que hace posible una Jerarquía Espiritual en la comunidad creyente. Esta autoridad es incompatible con el autoritarismo que niega la fraternidad. Con Dios mismo transformando la vida personal y comunitaria, los valores espirituales se hacen historia concreta. La religación, vida religiosa, es una realidad histórica y cotidiana. En el Evangelio según san Juan 14,23-29 de este domingo o víspera de este domingo 6 de Pascua, se dice que el Espíritu Santo tiene como misión espiritual, enseñar en profundidad lo que Dios nos pide realizar voluntariamente, con plena libertad en la tierra. Es decir, en medio del bien y del mal de este mundo. Tarea que no es fácil, pero no imposible y absolutamente necesaria para nuestro proyecto de vida y salvación eterna. El ser humano es obra de Dios. No hay humanismo sin Dios. Los valores esenciales del cristianismo se viven en la historia. La fe, esperanza y amor se expresan en la cultura de los pueblos. Los errores cometidos sin mala intención o abusos graves son descubiertos, denunciados y sancionados por la única Justicia que conoce realmente a cada ser humano y su caso concreto. Cristo, enseñó la Verdad y como Dios nos sigue enseñando. Jn. 14, 26 “pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. No se aprende de lo divino como se aprende matemáticas o derecho o ciencias naturales o filosofía. Es un crecimiento interior y a la vez un conflicto con el mal, sobre el cual se vence con el primer resucitado que venció a la muerte, la ley y el mundo enemigo de Dios: Cristo. Necesitamos de Dios como sabiduría creadora, que conoce lo humano, para no alienarnos en la culpa, en leyes opresivas de la vida interior y de la fraternidad. En la Primera lectura de los Hechos de los apóstoles (15,1-2.22-29), podemos encontrar un ejemplo, de una legalidad superada que más bien oprimía y no expresaba la libertad moral de Cristo redentor del mundo. La Iglesia, cumplió su función de amor y liberó a los cristianos de una carga innecesaria. Hch. 15, 28-29 “Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud”. La moral liberadora es fruto del Espíritu de Cristo. Nunca el cristianismo será amoral. Pero, siempre será una ética del amor y de la libertad interior. Los resultados de esta interioridad repercuten en la sociedad civil, no tan solo en la vida interior de la Iglesia. En la Segunda lectura: Apocalipsis (21,10-14.21-23), contemplamos la consumación de esta transformación que Cristo realiza en el mundo, teniendo a su Iglesia, tan humana como este mundo, con personas imperfectas, a veces muy imperfectas, pero también con santos y santas que viven en Cristo y que nos anuncian a Cristo con hechos y con palabras que reflejan la verdad y como miembros de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, son un sacramento universal de salvación para este mundo muy amado por Dios, que nos ama con justicia y bondad. Ap. 21, 23 “La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero”. Esta ciudad es la Iglesia triunfante que reúne a la nueva humanidad, al nuevo mundo restaurado por Cristo y renovado por el Espíritu Santo por amor de Dios padre. Nuestra esperanza la vivimos en la historia concreta, en medio de los problemas de este mundo, donde somos consolados por el santo Espíritu de Dios. Es un don cantar a la gloria de Dios y sentir el gozo del poder de Dios que fortalece nuestras vidas. Cantemos movidos por el espíritu de verdad, bondad y vida. Sal 66,2-3.5.6.8. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. “El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe”. Así sea. Mario Andrés Díaz Molina: Profesor de Religión y Filosofía. Licenciado en Educación. Egresado de la Universidad Católica del Maule.

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