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viernes, 4 de enero de 2013

¡Dios llama a cada persona de diferentes maneras, sea cual fuere su origen, raza, cultura, nación, creencia o convicción!

¡Dios llama a cada persona de diferentes maneras, sea cual fuere su origen, raza, cultura, nación, creencia o convicción! Solemnidad de la EPIFANIA DEL SEÑOR. Tiempo de Navidad - Ciclo "C" - 06 de Enero de 2013. Los Tres Sabios representan la manifestación de Jesucristo, Dios y Señor de todos los hombres, a todas las razas. Por eso la fiesta que recuerda la visita de los Sabios al Dios-Hombre, “camino, verdad y vida”, se denomina “Epifanía”, que significa “manifestación”. La importancia de esta festividad va mucho más allá de lo pintoresco y atractivo de esta historia que recoge el Evangelio de San Mateo. Dios-Padre ha inscrito en el corazón de todos los seres humanos el deseo de buscarle. Y Dios responde a ese anhelo que hay en cada uno de nosotros Sus creaturas. Y responde, mostrándonos cómo es El y cuál es el camino para llegar a El, con Su Hijo Jesucristo, que se hace hombre, y nace y vive en nuestro mundo en un momento dado de nuestra historia. (cfr. Juan Pablo II, En el umbral del Tercer Milenio). Jesucristo es la respuesta de Dios a nuestra búsqueda de El. Es el Salvador del género humano. Es el “Rey-Servidor de la humanidad”. Es el Dios humanado, el Dios-Hombre. Eso lo supieron los Sabios o Reyes Magos que vinieron de oriente hacia Belén, buscándolo. Dios se les reveló de alguna manera para estimularlos a realizar un largo viaje, no exento de muchas dificultades, cada uno desde su sitio de origen. Ellos habían recibido una inspiración del Señor que los impulsaba a buscar a ese “Rey” que era mucho más que ellos, ya que Su Reino era mucho mayor que todos los reinos de la tierra. (Mt 2, 1-12). Recibieron una llamada divina para ponerse en marcha y luego la Estrella del Señor los guiaba por el camino hacia Belén. Por eso dicen los magos: “Hemos visto Su Estrella en Oriente y venimos a adorarlo” (Mt. 2, 2). En efecto, después de muchas vicisitudes, llegaron “al lugar donde estaba el Niño”. Allí volvieron a ver “la Estrella y se llenaron de inmensa alegría” (Mt. 2, 10). “Vieron al Niño que estaba con María Su Madre y postrándose, le adoraron” (Mt. 2, 11). Es decir, al llegar ante la presencia de Dios-hecho-Hombre, caen postrados ante tal majestad y grandeza. Caen, adorándolo. Los Tres Sabios de oriente ofrecieron regalos al Dios-Hombre: oro, en reconocimiento de que era Rey, el Rey de Reyes; incienso, con que lo reconocían como Dios, y mirra, sustancia usada para ungir a los muertos, simbolizaba su muerte como Hombre para nuestra salvación. Esta breve historia de la Sagrada Escritura nos muestra que Dios se revela a toda raza, pueblo y nación. Se revela en Jesucristo, Dios Vivo y Verdadero, ante Quien no podemos más que postrarnos y adorarlo. La historia de los Magos de oriente nos muestra cómo Dios llama a cada persona de diferentes maneras, sea cual fuere su origen o su raza, su pueblo o su nación, su creencia o convicción. El toca nuestros corazones para que lo reconozcamos en Jesucristo como nuestro Señor, nuestro Dueño, nuestro Rey. Como a los Tres Sabios, Dios nos llama, nos inspira para que le busquemos, se revela a nosotros en Jesucristo. Y nuestra respuesta no puede ser otra que la de los Sabios: buscarlo, seguir Su Camino, postrarnos y adorarlo, ofreciéndole nuestra entrega a El, nuestra oración y nuestros trabajos. “Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado”. Salmo responsorial (71). Solamente centrando nuestra vida en Dios podremos caminar con la verdad y vida que nos trae el Señor. Sin saberlo, una persona no-creyente, que ama, fomenta la paz y el bien, ha sido tocada por el Salvador. En la segunda lectura, San Pablo. Nos recuerda la universalidad de la salvación de Cristo. (Ef 3, 2-3. 5-6) “Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado a favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son co-herederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo". La Iglesia es el pueblo universal por excelencia, que es señal de salvación, en medio de la humanidad. El mundo entra en su estructura interna y la afecta, con lo bueno y con lo malo que hay en la humanidad, pero el mal que traen los hombres y mujeres no puede sobrepasar la fuerza divina de su misterio. La Iglesia existe porque Cristo, resucitó y venció el pecado y el poder del mal. La vida de los cristianos y creyentes y no-creyentes de buena voluntad, se hace humanización histórica y camino de eterna salvación, en la medida que Cristo, ilumina, purifica, sana y salva. Esto es posible porque "Cristo revela el hombre al hombre" (GS 22). Tal cual: el hombre sabe lo que es, la antropología, y sabe su destino y vocación, la escatología, por la Persona del mismo Cristo, donde el hombre se descubre a sí mismo. El humanismo cristiano parece estar hoy incluso mal considerado. Algunos pretenden identificarlo con un culto al hombre por el hombre sin Cristo y lo rechazan; es más, la misma expresión "humanismo cristiano" se intenta proscribir como maldita. Atendamos a unas palabras del Papa: “Confiados en la posibilidad de la “razón humana”, en la fidelidad plena al inmutable depositum fidei, es necesario – como hizo el "Doctor Communis" [Santo Tomás] – recurrir siempre a las riquezas de la Tradición, en la constante búsqueda de la “verdad de las cosas”. Por esto, es necesario que las Pontificias Academias sean hoy más que nunca Instituciones vitales y vivaces, capaces de percibir agudamente tanto las preguntas de la sociedad y de las culturas, como las necesidades y las expectativas de la Iglesia, para ofrecer una contribución adecuada y válida y promover así, con todas las energías y los medios a disposición, un auténtico humanismo cristiano” (Benedicto XVI, Discurso a las Academias Pontificias, 28-enero-2010). En la búsqueda de la verdad de las cosas, en la investigación, en la respuesta a los interrogantes del hombre de hoy, hay que responder y crear un "auténtico humanismo cristiano". Éste debe englobar, como siempre englobó, diversos aspectos: 1.- Pasión por Cristo y por tanto pasión por el hombre (porque Cristo amó al hombre y lo redimió) 2.- Fomento de una cultura verdadera. 3.- La expresión artística que ennoblece y eleva al hombre: pintura, escultura, arquitectura, música, etc. También en el culto de la Iglesia. 4.- La valoración de quienes desde la fe están en los nuevos púlpitos de hoy: periodistas cristianos, escritores católicos, el mundo de Internet. Y lo que parece obvio: 5.- El humanismo cristiano defiende al hombre en su dignidad y en su vida (desde su concepción hasta su muerte natural). Nada de lo humano nos es ajeno porque el Verbo se ha encarnado. Hoy celebramos esta verdad manifestada en Cristo. Mario Andrés Díaz Molina: Educador Comunitario.

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