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lunes, 7 de febrero de 2011

Una Iglesia de Santos y Pecadores, de Intolerantes y Tolerantes.

Una Iglesia de Santos y Pecadores, de Intolerantes y Tolerantes.

“Para sorpresa de unos y para dolor de otros, la Iglesia católica y el Cristianismo actualmente están siendo blancos de persecuciones, de discriminaciones y de indiferencia. A tal grado, que se presentó al Consejo de Europa la propuesta de establecer una jornada europea a favor de los mártires cristianos. ¿El motivo de esta propuesta? Hacer ver la intolerancia de algunos contra el catolicismo y el Cristianismo por presentar a las sociedades sabores definidos y diferentes, verdades universales y principios intocables.” “En realidad, la Iglesia está siendo perseguida por ser “blasfema”. En los lugares donde se banaliza y pisotea la dignidad humana, haciendo del hombre un mero instrumento en las manos de la economía y del hedonismo, la Iglesia defiende “la blasfemia” del valor de cada persona y la inviolabilidad de su integridad. Para los oídos de los que hacen riqueza utilizando al hombre como medio y no como fin, la postura de la Iglesia les suena como una “herejía” que atenta contra el progreso económico y científico”.

“Donde un laicismo mal entendido quiere desterrar del mundo a Dios para vivir en el horizonte de lo inmediato, la Iglesia predica la blasfemia de la trascendencia que da la fe.
Donde se propugna el relativismo moral basado, como dice el Papa Benedicto XVI, en un mero cálculo de consecuencias, la Iglesia enseña que la verdadera libertad y la realización humana están en la búsqueda de la verdad del hombre y del mundo, en la vivencia de unas virtudes y valores que no saben ni entienden nada de utilitarismos. ¡Esta es una blasfemia muy dura de entender para los paladines del libertinaje!” “Allí donde el ser diferente es “pecado” contra la nación, la Iglesia es condenada a la muerte y persecución por creer en la blasfemia de la comunión fraterna.”Hasta aquí
estas citas. Fuente: Catholic.net
Sin embargo, no es el momento de pretender hacer creer que todos los que se dicen católicos, sean clérigos o laicos, son consecuentes y sinceros en su fe y forma de vida. Hay miles de católicos que se dejan llevar por el consumismo y su individualismo. Se han arreglado la conciencia para sobrevivir, dicen ellos, en este mundo. Son tan pragmáticos, que dan la impresión que se sienten más realistas que los ideales fraternales y vitales del Cristianismo. Nada entregan a la gente que tiene hambre de Dios. Las personas se alejan de ellos sin recibir una “luz y un sabor” para sus vidas. ¡Qué decir de ciertos sacerdotes “borrachos”, por decir lo mínimo!, el daño que hacen es grande, porque se rodean de gente que los protege y persiguen de alguna manera a las personas que denuncian este tipo de “consumo excesivo.” La persecución en este caso viene de adentro de la estructura eclesiástica. De manera que, “el mundo” no está solamente fuera de la Iglesia, ha penetrado en la Iglesia misma. “El mundo” como falsificación de la vivencia de la fe cristiana, del sentido de Dios en la tierra se viste de un falso ecumenismo relativista, de un verticalismo autoritario que hace imposible que los laicos adquieran confianza en su misión en la Iglesia y en el mundo. En este aspecto el espíritu del concilio vaticano ll es contradecido por una regresión que se impone a la fuerza.

Hay un sector de la población católica chilena que no armoniza con el viejo espíritu clerical, intolerante y que considera a los laicos como eternos ignorantes. Esta gente no puede ser captada por la actual pastoral de la Iglesia. Todas las investigaciones que se han realizado sobre este tema indican que se están quedando fuera. Para estos católicos hay que buscar otros medios. Y es urgente hacerlo pronto.

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