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sábado, 27 de octubre de 2012

EL “GRITO-ORACIÓN” DE BARTIMEO: MODELO DE ORACIÓN PARA INVOCAR A DIOS EN MEDIO DE LA AGITACIÓN DEL MUNDO MODERNO.

EL “GRITO-ORACIÓN” DE BARTIMEO: MODELO DE ORACIÓN PARA INVOCAR A DIOS EN MEDIO DE LA AGITACIÓN DEL MUNDO MODERNO. DOMINGO 30 del Tiempo Ordinario- Ciclo "B" -28 de Octubre de 2012 -La Primera Lectura nos trae un texto del Profeta Jeremías (Jer. 31, 7-9) referido al regreso del pueblo de Israel del exilio y entre ellos vienen también “los ciegos y los cojos”. Nos habla el Profeta de “torrentes de agua” y de “un camino llano en el que no tropezarán”. Sin duda se refieren estos simbolismos a la gracia divina que es una “fuente de agua viva” que calma la sed, que fortalece y que allana el camino hacia la Vida Eterna. Sabemos que es Dios quien guía a su pueblo de regreso a su patria. Y cuando Dios es el que guía, los cojos pueden caminar y los ciegos tienen luz. Es una figura muy bella sobre la conversión interior, que nos lleva a poder ver la luz interior, aunque fuéramos ciegos corporales. Es el caso del Evangelio de hoy (Mc. 10, 35-45), el cual nos narra la curación del ciego Bartimeo, ciego de sus ojos, pero vidente en su interior; ciego hacia fuera, pero no hacia dentro; ciego corporal, mas no espiritual; ciego de los ojos, mas no del alma. Este nuevo milagro de Jesús nos ofrece bastante tela de donde cortar para extraer enseñanzas muy útiles a nuestra fe, nuestra vida de oración y nuestro seguimiento a Cristo. Un día este hombre ciego estaba ubicado al borde del camino polvoriento a la salida de Jericó. Pedir limosna era todo lo que podía hacer para obtener ayuda humana, y eso hacía. Pero Bartimeo había oído hablar de Jesús, quien estaba haciendo milagros en toda la región. Sin embargo su ceguera le impedía ir a buscarlo. Así que tuvo que quedarse donde siempre estaba. Pero he aquí que un día el ciego, con la agudeza auditiva que caracteriza a los invidentes, oye el ruido de una muchedumbre, una muchedumbre que no sonaba como cualquier muchedumbre. Y al saber que el que pasaba era Jesús de Nazaret, “comenzó a gritar” por encima del ruido del gentío: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”. Trataron de hacerlo callar, pero él gritaba con más fuerza. Jesús era su única esperanza para poder ver. Ciertamente Bartimeo era ciego en sus ojos corporales: no tenía luz exterior. Pero sí tenía luz interior, sí veía en su interior, pues reconocer que Jesús era el Mesías, “el hijo de David”, y poner en El toda su esperanza, es ser vidente en el espíritu. Su fe lo hacía gritar cada vez más y más fuertemente, pues estaba seguro que su salvación estaba sólo en Jesús. Y tal era su emoción que “tiró el manto y de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús”, cuando éste, respondiendo a sus gritos, lo hizo llamar. Ahora bien, los “gritos” de Bartimeo llamaron la atención de Jesús, no sólo por el volumen con que pronunciaba su oración de súplica, sino por el contenido: “¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”. Un contenido de fe profunda, pues no sólo pedía la curación, sino que reconocía a Jesús como el Hijo de Dios, el Mesías que esperaba el pueblo de Israel. De allí que Jesús le dijera al sanarlo: “Tu fe te ha salvado”. Analicemos un poco más los “gritos-oración” de Bartimeo. “Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí”. (Reconocer a Jesús, como hijo de David, era lo mismo que reconocerlo como el Mesías; es decir, el Hijo de Dios). Podemos decir que esta súplica desesperada de Bartimeo contiene una profesión de fe tan completa que resume muchas verdades del Evangelio. Es la llamada “oración de Jesús” que puede utilizarse para la oración constante, para orar “en todo momento... sin desanimarse” (Ef. 6, 18), como nos recomienda San Pablo. Si nos fijamos bien, es una oración centrada en Jesús, pero es también una oración Trinitaria, pues al decir que Jesús es Hijo de Dios, estamos reconociendo la presencia de Dios Padre, y nadie puede reconocer a Jesús como Hijo de Dios, si no es bajo la influencia del Espíritu Santo. Además, al reconocer a Jesús como el Mesías, nuestro Señor, reconocemos su soberanía sobre nosotros y su señorío sobre nuestra vida, es decir, reconocemos nuestro sometimiento a su Voluntad. Y al decir “ten compasión de mí”, reconocemos que, además, de dependientes de El, tenemos toda nuestra confianza puesta sólo en El, nuestra única esperanza, igual que Bartimeo. “Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí, pecador” es una oración que contiene esta verdad del Evangelio: que somos pecadores y que dependemos totalmente de Dios para nuestra salvación. Es una oración de estabilidad y de paz que, repetida al despertar y antes de dormir y en todo momento posible a lo largo del día, puede llevarnos a vivir de acuerdo a la Voluntad de Dios ... y a seguir a Cristo como lo hizo Bartimeo, quien “al momento recobró la vista y se puso a seguirlo por el camino”. En la Segunda Lectura (Hb. 5, 1-6) nos sigue hablando San Pablo sobre el Sacerdocio de Cristo. Cristo es Sumo y Eterno Sacerdote. No es posible llegar a Dios sin pasar por Cristo, de quien depende nuestra salvación. Es lo que proclamó la Iglesia con la Declaración “Dominus Iesus”: No es posible la salvación, sino a través de Cristo. Pretender otras vías, conociendo la de Cristo, es pura ilusión... y más que ilusión, engaño. Muchos han criticado la “Dominus Iesus” como contraria al ecumenismo, pero más bien esta Declaración pone las cosas en su lugar: Cristo es nuestra salvación. No hay salvación fuera de El y de su Iglesia, que de alguna manera es toda la humanidad asumida en la encarnación-sacrificio y resurrección de Cristo. En formas misteriosas los no-cristianos pueden ser salvados, pero su salvación se sucede en Cristo, el Hijo de Dios, el Mesías que Bartimeo reconoció aún sin verlo. (*) Estudiante en Práctica Profesional de 5° año de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule. Educador Comunitario.

domingo, 21 de octubre de 2012

EL SENTIDO CRISTOCÉNTRICO Y EUCARÍSTICO DEL SUFRIMIENTO.

EL SENTIDO CRISTOCÉNTRICO Y EUCARÍSTICO DEL SUFRIMIENTO. Domingo 29 del Tiempo Ordinario-Ciclo “B”-21 de octubre 2012.Las Lecturas de hoy se refieren al sufrimiento. En la Primera Lectura del Antiguo Testamento se anuncian los sufrimientos de Cristo y su finalidad. “El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento”, anunciaba el Profeta Isaías. “Cuando entregue su vida como expiación... con sus sufrimientos justificará a muchos, cargando con los crímenes de ellos” (Is. 53, 10-11). En efecto, nos dice el Evangelio (Mc. 10, 35-45): “Jesucristo vino a servir y a dar su vida por la salvación de todos”. Y el sacrificio de Cristo, anunciado desde el Antiguo Testamento y realizado hace 2012 años menos 33 (hace 1979 años), se re-actualiza en cada Eucaristía celebrada en cada altar de la tierra. ¡Gran milagro! “El más grande de los milagros”, lo proclamaba el Papa Juan Pablo II en una de sus Catequesis de los Miércoles del año 2000, dedicada a la Eucaristía. Y nos comentaba Juan Pablo II en su Encíclica sobre la Eucaristía («Ecclesia de Eucharistia») que los Apóstoles, habiendo participado en la Última Cena, tal vez no comprendieron el sentido de las palabras que salieron de los labios de Cristo en el Cenáculo. Aquellas palabras vinieron a aclararse plenamente al terminar el Triduo Santo, lapso que va de la tarde del Jueves Santo hasta la mañana del Domingo de Resurrección. Nos dice el Papa que la institución de la Eucaristía, en efecto, anticipaba sacramentalmente los acontecimientos que tendrían lugar poco más tarde, comenzando con la agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní. Vemos a Jesús que sale del Cenáculo, baja con los discípulos, atraviesa el arroyo Cedrón y llega al Huerto de los Olivos. En aquel huerto habían árboles de olivo muy antiguos, que tal vez fueron testigos de lo que ocurrió aquella noche, cuando Cristo en oración experimentó una angustia mortal. La sangre, que poco antes había entregado a la Iglesia como bebida de salvación al instituir la Eucaristía durante la Ultima Cena, comenzaría a ser derramada con los azotes, la corona de espinas, y su efusión, hasta la última gota, se completaría después en el Gólgota. Y entonces su Sangre se convierte en instrumento de nuestra redención. “En este don, Jesucristo entregaba a la Iglesia la actualización perenne del misterio pascual. Con él instituyó una misteriosa «contemporaneidad» entre aquel Triduo y el transcurrir de todos los siglos” (JP II-Ecclesia de Eucaristía) Recuerdo. Memorial. Re-actualización. Son todas palabras que definen lo que realmente sucede en la Santa Misa. Es decir en cada Eucaristía se recuerda, se revive, se re-actualiza, más aún, se hace presente el Sacrificio de Cristo: su muerte para salvación de todos. Estamos en el Calvario cuando estamos en Misa. La escena del Calvario se hace presente en la Misa. ¡Gran Milagro! Nos dice la Encíclica que cuando se celebra la Eucaristía… se retorna de modo casi tangible al momento de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, se retorna a su «hora», la hora de la cruz y de la glorificación. A aquella hora vuelve espiritualmente todo Presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella”. En la Segunda Lectura (Hb. 4, 14-16), San Pablo nos habla de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote. El Sumo Sacerdote era el jefe del Templo en el Antiguo Testamento, el que ofrecía la víctima del sacrificio. Jesucristo, entonces, no sólo es Sumo Sacerdote, sino que El mismo es la Víctima. Y San Pablo nos recuerda que Jesús pasó por el sufrimiento, que El comprende nuestro sufrimiento, pues El lo experimentó hasta el extremo. Tembló ante el sufrimiento y la muerte, pero lo hizo todo para nuestra salvación. Jesús no retrocede ante la perspectiva del dolor y el sufrimiento extremo. De hecho comentó a un grupo de sus seguidores después de su entrada triunfal a Jerusalén, días antes de su muerte: “Me siento turbado ahora. ¿Diré acaso al Padre: líbrame de la hora. Pero no. Pues precisamente llegué a esta hora para enfrentar esta angustia” (Jn. 12, 27). Y justo antes de plantearnos su angustia nos pidió a nosotros que hiciéramos como El: “Si el grano de trigo no muere, queda solo, pero si muere da mucho fruto. El que ama su vida la destruye, y el que desprecia su vida en este mundo la conserva para la vida eterna” (Jn. 12, 25-26). Si El sufrió, El sabe lo que nos está pidiendo. Si El sirvió, El sabe lo que nos está pidiendo. “Acerquémonos, por tanto, en plena confianza, al trono de gracia”. No hay que temer al sufrimiento. Hay que acercarse a éste “en plena confianza”. El sufrimiento es un “trono de gracia”. El Evangelio de hoy nos narra lo que sucedió enseguida de que Jesús, aproximándose con sus discípulos a Jerusalén, les anunciara por tercera vez su Pasión. (cfr. Mc. 10, 32-34). Ahora bien, lo insólito está en observar que enseguida de este patético, pero también esperanzador anuncio -pues lo cierra el Señor asegurándoles que a los tres días resucitará- los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, los más cercanos a Jesús además de Pedro, parecen no darle importancia a lo anunciado y le piden -¡nada menos!- estar sentados “uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Poder y gloria. Posiciones y reconocimiento. Y les pregunta si están dispuestos. No habían siquiera comenzado a comprender el misterio de la cruz, pero ambos, Santiago y Juan, responden que sí están dispuestos. No sabían lo que decían, pero su respuesta fue “profética”, pues a medida que fueron comprendiendo el misterio del seguimiento a Cristo, supieron sufrir y morir por El. Pero primero tuvieron que renunciar a ser los primeros, para convertirse en servidores, como su Maestro. El, siendo Dios, el Ser Supremo, ha venido “a servir y a dar su vida por la salvación de todos”. Es lo que se re-actualiza en cada Eucaristía. Es lo que cada uno de nosotros debe re-actualizar en su vida: servir, aún en el sufrimiento, en la cruz de cada día, en la muerte, para la salvación propia y de otros. Bien integraba estos dos temas de la honra y el sufrimiento, Santa Teresa de Jesús, con su usual sentido común y profundidad espiritual: “¡Oh Señor mío! Cuando pienso de qué maneras padecisteis y como no lo merecíais, no sé dónde tuve el seso cuando no deseaba padecer... ¿En qué estuvo vuestra honra, Honrador nuestro? No la perdisteis, por cierto, en ser humillado hasta la muerte. No, Señor, sino que la ganasteis para todos” (Camino, 15, 5; 36,5). Nuestra honra no está en las honras pasajeras de los reconocimientos humanos. Nuestra honra está en la gloria eterna, la cual ha ganado para todos con su muerte y resurrección, Jesucristo, nuestro Salvador. (*) Estudiante en Práctica Profesional de 5° año de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule.

jueves, 18 de octubre de 2012

POLÍTICA DEMOCRÁTICA, MUNICIPALES Y CULTURA CÍVICA.

POLÍTICA DEMOCRÁTICA, MUNICIPALES Y CULTURA CÍVICA. La incapacidad para escuchar con respeto las opiniones políticas contrarias y diferentes, la violencia verbal y física frente a las discrepancias, eran en tiempo de la civilización griega conductas propias de los bárbaros, es decir de gente que no tenía cultura para estar en el Ágora, que era una asamblea en la plaza pública de las ciudades griegas, donde los ciudadanos de la Poli, deliberaban o decidían cuestiones de interés colectivo, mediante el ejercicio de la razón argumentativa. El ciudadano tenía que ser capaz de desarrollar argumentos lógicos y ser éticamente prudente. Hoy diríamos que destruir propaganda política es lo contrario a un ejercicio de la racionalidad ética-política. ¿Por qué algunos destruyen la propaganda política de las otras propuestas? ¿Qué está pasando en Linares? Se sabe de una reunión informativa que terminó en insultos y ataques contra los candidatos que intentaban dar a conocer sus proyectos municipales. No se desarrolló un diálogo democrático. Pero, también se sabe de otra instancia donde se pudo dialogar y compartir diferencias y puntos de vistas distintos. Esto sucede a nivel popular. ¿Y lo que ocurrió con la Educación Cívica en la Enseñanza Media? o en otras palabras ¿Por qué un sector de parlamentarios de la derecha votó contra la norma destinada a incluir en el currículo de Enseñanza Media la asignatura de Educación Cívica? Ahora reclaman que su propaganda es destruida. En nuestra idiosincrasia hay falencias cívicas, incultura política, pero los primeros responsables son los que tienen más poder y aparentemente más educación. La gente del pueblo recuerda como le compraban los votos a sus abuelos, padres, tíos, etc. quienes hablaban de anti-comunismo, de la demagogia de las propuestas que buscaban hacer cambios reales a favor de los más postergados, se les hablaba de dictaduras ateas anti-democráticas, etc. Se tenía temor de que la gente de los sectores populares y medios se educaran o se organizara. Los que manipulan la representación de nuestra democracia formal hoy tienen temores muy parecidos, por no decir los mismos. Por otro lado, hay un sistema global que esteriliza los populismos anti-sistema y genera “populismos gatopardistas”, que nada hacen, pero todo lo pretenden remover para dejar intactos los intereses de los poderosos. Todos sabemos que en todos los sectores políticos hay gente que desprecia el ejercicio de la democracia. No es otra cosa comprar el voto, pagar favores, presionar ilegítimamente en favor de un candidato, intervenir desde el poder para obtener votos, usar la mentira o calumnia contra las otras opciones políticas, prometer lo que no se cumplirá, etc. Ahora el voto es voluntario y la política está muy desprestigiada. La democracia funciona realmente con un pueblo organizado, con líderes sanos y responsables. ¡Necesitamos hacer política! Recuperar su sentido ético y práctico y sobre todo, recuperar o hacer real y efectivo el mandato del pueblo. ¡Necesitamos construir una Democracia Participativa! ¡Una Democracia Local radicada en los barrios, organizaciones comunitarias de base, no tan solo en la Municipalidad! Se están ofreciendo soluciones ingeniosas como una propuesta energética para Linares, sectores rurales y urbanos, con paneles solares. ¡Sería un logro importante concretizar un proyecto energético de esta naturaleza! Los más postergados podrían ser beneficiados. Otros prometen solucionar el problema de los perros vagos. Pero, este problema supone una intervención municipal apoyada por una ciudadanía civil activa que hace su parte. Mejorar la educación, dar más empleo, hacer un Linares más limpio, con más áreas verdes en cada población, etc. no depende de una orden cerrada de algún concejal ni siquiera de un mesiánico futuro Alcalde. En Linares no tenemos una ciudadanía realmente empoderada, en el buen sentido de la palabra. Hay pequeños grupos para todo: política, cultura, ambientalismo, etc. La mayoría mira desde las ventanas, pasa con la cabeza baja, espera sacar algo de provecho como si fuera un tema de suerte, etc. Son pequeños grupos que esperan recuperar puestos, ganar algún proyecto, etc. La mayoría de la gente que vota no tiene una mirada integral de lo que ocurre en la comuna. Hay candidatos a concejales que apenas tienen dos o tres ideas o un esbozo de un plan municipal, saben que no saldrán elegidos. No hay razones sólidas para esperar cambios de fondo. Durante estos últimos 20 años se han hecho cosas buenas y muy buenas y otras tantas, malas y bastante malas. Recuerdo el trabajo de Sergio Sepúlveda como Alcalde. Decir que nada hizo es falso. Pero lo mismo se puede decir de otros. Siempre hay gente que afirma lo uno o lo otro. Para afirmar lo se hizo hay hechos. Para asegurar que nada se ha hecho, hay carencias reales que han atravesado los años. Son visiones parciales que no leen la realidad local desde un análisis integral. Personalmente, no creo que este sistema municipal que opera en Linares, pueda tener una aplicación más efectiva. A pesar de todo se han hecho cosas, pero pretender hacer una diferencia radical con lo hecho, usando la misma institucionalidad y sobre todo con una ciudadanía mayoritariamente no comprometida, es iluso. Tenemos jóvenes que hablan de los problemas ambientales, pero sus dormitorios son irrespirables, hay basura en las veredas de sus casas, papeles, etc. y nada hacen. Personas “aparentemente pudientes” van a votar basura en los barrios más populares de la ciudad como si los más pobres son equivalentes a estas basuras. Muchos seguirán abandonando sus perros o gatos en la calle. No tienen cultura cívica o sentido social. En cuatro años más muchas cosas seguirán iguales o peores, otras se mejorarán. Lo lento es crear una nueva conciencia cívica en los ciudadanos de Linares y alrededores. Si un Alcalde y Consejo Municipal, lograran diseñar ordenanzas que se complementaran con nuevas actitudes ciudadanas que la concretizaran generando cambios significativos en nuestra comunidad linarense, en sus costumbres, hábitos cívicos, etc. estaríamos ante un hecho histórico. Mientras tanto seguiremos marcando el paso y agradeciendo lo bueno que se hace o se ha hecho, que para algunos es poco, muy poco y para otros es mucho o bastante. La variable debiera estar en un pueblo organizado con iniciativa y un control popular efectivo, es decir una Democracia Comunal Participativa. MARIO ANDRÉS DÍAZ MOLINA: Estudiante en Práctica Profesional de 5° año de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule. Educador Comunitario.

lunes, 15 de octubre de 2012

Las Marchas Pacíficas no tienen líderes con un testimonio contra la violencia. Son los nuevos Pilatos contradecidos o sobrepasados por los violentistas y las masas bárbaras de hoy.

Las Marchas Pacíficas no tienen líderes con un testimonio contra la violencia. Son los nuevos Pilatos contradecidos o sobrepasados por los violentistas y las masas bárbaras de hoy. Los organizadores de marchas pacíficas tienen una responsabilidad ética social frente a la sociedad civil. No pueden decir que nada pueden hacer frente a los grupos violentistas. Hay gente que es muy perjudicada por lo s actos delictuales de esos grupos de encapuchados. Personas que no son precisamente de muchos recursos económicos sufren estos ataques de estas minorías violentas y sociopáticas. No se puede tener la actitud de Pilatos y “lavarse las manos”, como lo hace el Gobierno de turno. Estos organizadores debieran realizar trabajos comunitarios y reparar los daños a la propiedad pública y privada, como forma de hacer la diferencia con los violentistas. Esto no sería una sanción, sino una acción no-violenta reparadora. Sería un testimonio de consecuencia cívica frente a la barbarie. Escuchar a dirigentes que terminan culpando de toda esta violencia al Gobierno y a la injusticia sistémica, es cada vez más estéril y cómodo y por lo tanto, es una mediocridad moral que se suma a la crisis ética de la política y vida cívica.

sábado, 13 de octubre de 2012

¡HOMBRE RICO EN SENTIDO BÍBLICO, ES TODO AQUÉL QUE CONFÍA MÁS EN LOS BIENES MATERIALES QUE EN DIOS Y POR ESTO NO ES SABIO!

¡HOMBRE RICO EN SENTIDO BÍBLICO, ES TODO AQUÉL QUE CONFÍA MÁS EN LOS BIENES MATERIALES QUE EN DIOS Y POR ESTO NO ES SABIO! Domingo 28 del Tiempo Ordinario-Ciclo “B” 14 de octubre de 2012. Las Lecturas de hoy nos presentan a la Sabiduría Divina en oposición a las riquezas. Comenzando con la Primera Lectura del Libro de la Sabiduría (Sb. 7, 7-11), se nos hace ver que la Sabiduría es por mucho preferible a los bienes materiales y a cualquier clase de riquezas, sea cual fuere, no importe su valor. Por cierto, no se refiere el texto a la sabiduría de saberes humanos, sino la Sabiduría que viene de Dios. ¿Qué es la Sabiduría? Es aquel don mediante el cual podemos ver las cosas, las personas, las circunstancias de nuestra vida como Dios las ve; nos permite apartarnos de nuestros criterios humanos -limitados y equivocados- para ver desde la perspectiva de Dios. Esa Sabiduría la elogia así la Primera Lectura: “La prefería a los cetros y a los tronos, y en comparación con ella tuve en nada la riqueza... todo el oro, junto a ella, es un poco de arena y la plata es como lodo”. Ningún poder, ninguna joya, ninguna riqueza puede compararse con la Sabiduría. Por eso San Pablo considera “pérdidas” todas las “ganancias humanas” y considera “basura” cualquier cosa, comparada con Cristo, el Hijo de Dios, la encarnación de la Sabiduría misma. (cfr. Flp. 3, 7-8). Quien quiera dejarse llevar por la Sabiduría Divina debe, primero que todo, leer, escuchar, meditar y comenzar a vivir la Palabra de Dios, porque -como nos dice el mismo San Pablo en la Segunda Lectura (Hb.4, 12-13): “La Palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma... y descubre los pensamientos e intenciones del corazón”. Nadie puede permanecer indiferente si se deja escudriñar por la Sabiduría de Dios contenida en su Palabra. Si nos dejamos guiar por la Sabiduría Divina, tarde o temprano quedamos desnudos, todo queda al descubierto y... o cambiamos para dejarnos guiar por la Sabiduría o nos oponemos a ella. Que equivale a decir que nos oponemos a Dios, pues Dios es la Sabiduría misma. Uno de los temas más delicados e incomprendidos de la Sabiduría Divina nos lo narra el Evangelio de hoy (Mc. 10, 17-30). Se trata del suceso del joven que se le acercó corriendo a Jesús para pedirle su consejo: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”. La primera cosa que resalta es la inmediata respuesta de Jesús: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino Dios”. Con esto el Señor quiere hacer saber al joven que se ha dado cuenta de su fe. Prácticamente, le hace notar que se ha dado cuenta de que El es Dios. Por ello quizá, Jesús avanza un poco más y no sólo le propone lo básico -los 10 Mandamientos- sino que “mirándolo con amor”, le propone la máxima expresión de Sabiduría: renuncia de todos los bienes terrenos, para seguirlo a El, Sabiduría Infinita. Es una invitación a desestimar la riqueza para estimar sólo a Dios. Este personaje hubiera sido uno de los Apóstoles, pero lamentablemente, hoy ni siquiera sabemos su nombre: lo conocemos simplemente como el joven que no supo seguir a Cristo, “porque tenía muchos bienes”. Y... ¿nosotros? ¡Cuántas veces no hemos hecho lo mismo que este joven! ¿Cuántas veces no hemos preferido las riquezas, el poder, las glorias, lo pasajero de este mundo, a Dios? ¿Cuántas veces nos hemos aferrado a lo perecedero, a lo que se acaba, a lo frívolo y vacío, para decir que no a Dios? ¿Cuántas veces no hemos dicho que no a Dios, para cambiarlo por una posición, un dinero, una joya, un poco de riqueza? De allí la grave sentencia del Señor: “Más fácil le es a un camello entrar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios”. Algunos exégetas comentan que en realidad esta frase del Señor no era la hipérbole (exageración) que parece ser, sino que se refería a la dificultad que los camellos tenían para traspasar una de las puertas de entrada de Jerusalén, llamada justamente “El Ojo de la Aguja”. Con todo y que esta explicación “deshiperboliza” el comentario de Jesús, la dificultad para los ricos sigue existiendo. Y ¿quiénes son los ricos? Jesús lo explica de seguidas en este mismo texto: “rico = el que confía en las riquezas”. Rico, entonces es todo aquél que confía más en los bienes materiales que en Dios. Ricos son todos los que, igual a este joven, prefieren las riquezas a Dios... o inclusive aquéllos que convierten a las riquezas en su dios. No es éste el único pasaje del Evangelio en el que aparece la riqueza como un obstáculo muy difícil de superar para alcanzar la salvación. Pero... ¿es que la riqueza es mala en sí misma? No parece ser así. Lo que sucede es que los seres humanos tenemos una tendencia muy marcada y muy peligrosa de apegarnos de tal forma a las riquezas que llegamos a colocar los bienes materiales por encima de Dios o, inclusive, en vez de Dios. Sin embargo, la mayoría de los seres humanos parecemos no darnos cuenta de esto, sino que nos apegamos ¡tanto! a las riquezas y ganancias humanas, como si ellas lo fueran todo. De allí la sentencia del Señor, que se completa con esta otra frase: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!”. Por cierto, los discípulos se asombran y preguntan: “Entonces, ¿quién puede salvarse?”. Contesta el Señor: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”. No hay salvación fuera de Jesucristo, el Hijo de Dios. Para El todo es posible, aún la salvación de aquéllos que prefieren las riquezas a Dios. Ahora bien, nuestra salvación no es posible sin nuestra colaboración; es decir, sin nuestra respuesta positiva a la gracia divina. Que el Señor, para quien todo es posible, pueda desapegarnos de las riquezas y hacer que las tengamos por “basura” al compararlas con la Sabiduría y con Dios mismo. Siendo el 15 de octubre la fiesta de esa “sabia” Doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús, incluimos palabras suyas sobre este tema: “Aunque duraran siempre los deleites del mundo, las riquezas y gozos, todo es asco y basura comparados con los tesoros divinos” (Moradas VI, 4, 10-11). Sin embargo, pensemos en los que, teniendo una llamada especial del Señor –como la que tuvo el joven rico- sí han dejado todo por El. Los Apóstoles en este pasaje le dicen al Señor: “Señor, ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte”, a lo que Jesús responde: “Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, por Mí y por el Evangelio, dejará de recibir en esta vida, el ciento por uno en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y en el otro mundo, la vida eterna”. (*) Estudiante en Práctica Profesional de 5° año de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule.

viernes, 5 de octubre de 2012

MATRIMONIOS Y DIVORCIOS: MUCHAS PALABRAS Y POCOS TESTIMONIOS.

MATRIMONIOS Y DIVORCIOS: MUCHAS PALABRAS Y POCOS TESTIMONIOS. Cuando Jesús habló a los discípulos sobre la indisolubilidad del Matrimonio, éstos le respondieron: “Si ésa es la condición del hombre con la mujer, más vale no casarse” (Mt. 19, 1-12; Mc. 10, 2-12). Así que los problemas matrimoniales no son de nuestra época solamente. “Lo que Dios unió no lo separe el hombre”, nos dice el Señor. Pero la unión del hombre y la mujer vive amenazada por la discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura” (CIC #1606). Entonces “puede parecer difícil, incluso imposible, atarse para toda la vida a un ser humano. Por ello... los esposos que, con la gracia de Dios, dan este testimonio (de fidelidad), con frecuencia en condiciones muy difíciles, merecen la gratitud y el apoyo de la comunidad eclesial” (#1648). “Existen, sin embargo, situaciones en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible por razones muy diversas. En tales casos, la Iglesia admite la separación física de los esposos y el fin de la cohabitación. Los esposos no cesan de ser marido y mujer delante de Dios, ni son libres para contraer una nueva unión” (#1649). “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro comete adulterio” (Mc. 10, 11-12). “La Iglesia mantiene, por fidelidad a la palabra de Jesucristo, que no puede reconocer como válida una nueva unión, si era válido el primer matrimonio. Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientras persista esta situación... La reconciliación mediante el sacramento de la Penitencia no puede ser concedida más que a aquéllos... que se comprometan a vivir en total continencia” (#1650). Ante situaciones conflictivas, la Iglesia afirma que “es preciso hacer todo lo posible para llegar a una reconciliación… Conviene ayudarles a tomar en cuenta la posible nulidad de su matrimonio… La Iglesia, fiel a la enseñanza de nuestro Señor (ver Mc. 10, 2-9), no puede expresar signo alguno, ni público, ni privado, que significara una especie de legitimación de la nueva unión.” Entre las sugerencias a los Obispos: “Exhortar y ayudar a los divorciados que han quedado solos a ser fieles al Sacramento de su Matrimonio … Invitar a los divorciados que han pasado a una nueva unión a reconocer su situación irregular, que implica un estado de pecado y a pedir a Dios la gracia de una verdadera conversión … para comenzar poner fin a esa situación: mediante un diálogo de fe con la persona con quien convive, para un progreso común hacia la conversión, exigido por el Bautismo, y sobre todo mediante la oración y la participación en las celebraciones litúrgicas, pero sin olvidar que, por ser divorciados vueltos a casar, no pueden recibir los sacramentos de la penitencia y de la Eucaristía”. Recordemos que el Matrimonio es un camino de santidad y, como tal, tiene sus exigencias y cruces. De allí que el Papa Juan Pablo II, hablando a los jóvenes sobre la elección de la persona con quien compartir la vida, les dijo así: Toda persona humana es inevitablemente limitada: incluso en el matrimonio más avenido suele darse una cierta medida de desilusión... Sólo Jesús, el Hijo de Dios y de María, la Palabra eterna del Padre, puede colmar las aspiraciones más profundas del corazón humano”. (JP II, 20-agosto-00) Esta doctrina no se reduce a un tema de razones contra razones o no se define su validez en una mera discusión argumentativa. El cristianismo es primero un testimonio de quienes lo anuncian. Frente a la crisis de miles de “parejas católicas” que cuestionan la vigencia del matrimonio indisoluble, porque conviven con otra pareja o viven “sexo ocasional o sin compromiso”, esta doctrina parece no tener piel humana. Por otro lado, el escándalo de los obispos abusadores, el homosexualismo activo de sacerdotes, el “genitalismo casi público” de otros u otras que juraron en vano ante Dios un celibato y castidad no asumidos, el alejamiento de sectores importantes de fieles de parroquias y capillas, cada vez más evidente, y las señales que están dando algunas “caras visibles de la Iglesia” de estar entrando en un “nuevo aislamiento apologético de la Iglesia Jerárquica”; hacen necesario que esta realidad sea contrastada por la “Santidad” de quienes la denuncian y en la medida que no hay santidad, al menos debe haber humildad para anunciar esta doctrina. Lo peor que le está pasando a la Iglesia actual que predica su doctrina evangélica sobre el matrimonio o celibato o ética social, no es la calumnia o la persecución anti-católica. Es la mediocridad, a veces muy acentuada de no pocos de sus “personeros” más visibles. Porque, un sacerdote agradable y simpático es eso: agradable y simpático, pero solamente la santidad deja huellas y es un modelo, lo demás se suma a esta sociedad centrada en el deleite y consumismo y es efímero. Hay “secretos a voces” que no son asumidos o investigados, porque se abusa de un legalismo canónico que se hace farisaico. Ejemplo, se tienen indicios de abusos de un cura x, no solamente sexuales, pero la formalidad legal o canónica más bien impide abrir una investigación efectiva y pasan los años. Otros abusan de un “amor a la Iglesia” y piden silencio. La gente sencilla contempla esta situación y sin modelos potentes para seguir, terminan alejándose “privatizando su fe”, como un mal menor o como lo único que les queda. Una vez un sacerdote me dijo: “ustedes los laicos tienen que salvar a la Iglesia”. Pero, lo que está en crisis es un modelo excesivamente clerical de Iglesia, donde los laicos no tienen mucho que decidir o controlar. Hay laicos, no son pocos, que defienden esta Iglesia excesivamente centrada en la Jerarquía. Otros sienten que son utilizados para aparentar una participación laical y quisieran otra forma real de participación. Estas últimas voces no son realmente escuchadas. Pero, lo más grave es que hay miles de laicos que se sienten fuera de la Iglesia. De una Iglesia que organiza su poder jerárquico, que pertenece a su esencia, según un modelo imperial que está agotado. Hay que armonizar lo jerárquico con una fraternidad real, sin curas-patrones, sin grupos parroquiales acaparadores de poder y cómplices de abusos. Hay casos, no todo es así, pero hay casos. Mientras tanto seguirá floreciendo una Iglesia de laicos en la periferia de las parroquias y capillas o ¿no se alcanza a ver lo que está ocurriendo: Sectas y otras creencias o grupos católicos críticos? (*) Estudiante en Práctica Profesional de 5° año de Pedagogía en Religión y Filosofía de la Universidad Católica del Maule. Educador Comunitario.